miércoles, 10 de octubre de 2012

Rugid con David Adalid / Por Ricardo Díaz-Manresa


"...David Adalid protagonizó con dos pares supremos de exposición el momento más emocionante de la Feria de Otoño de Madrid culminando el temporadón que ha hecho en tantas plazas. La plaza rugió y se puso en pie. Su jefe, Javier Castaño, puede presumir de tenerlo en su cuadrilla..."


Rugid con David Adalid



Ricardo Díaz-Manresa
Dos pares de David Adalid fueron el gran momento emocionante de la Feria de Otoño de Madrid, de una feria hecha poco inteligentemente por Taurodelta de cara a la difícil renovación de abonos y muy inteligente con carteles en los que se atraía al aficionado y se hacía justicia poniendo a toreros de segunda que se lo merecían. Pues les salió bien. Grandes entradas los cuatro días. La afición de Madrid sigue dando ejemplo.

Me gusta escribir artículos alabando a los que no alaba nadie, y se lo merecen, o a los que sus méritos, grandes, pasan en los medios como de puntillas. Y los redacto con alegría aunque después no haya ni un escueto gracias. Cumplo con mi obligación. No vale con decir que saludaron montera en mano. Es mucho más.

Y la justicia es la justicia . Y hay que escribir bien del que se lo merece. Dos pares de David Adalid al quinto de Palha, en la cuarta y última corrida de la Feria de Otoño 2012. Dos pares que hicieron rugir al tendido. Que levantó el run-run de los grandes momentos cuando se disponía a rematar el tercio. Y un público que ruge, que estalla, al consumar la gesta y se pone en pie. Dos pares ante un toro muy peligroso., que no se dejaba colocar en el terreno adecuado, que se resistía, que no quería, que volvía a pegarse a las rayas una y otra vez. Pues ahí va a ser, dijo David, y fue. Y ahí va a volver a ser. Y fue. Colaboró Francisco Javier Rodríguez, de negro y azabache. Ya ven: vestido de velatorio y levantando palmas.

También de azabache David Adalid, pero hombre…No es que no me guste y lo encuentre fuera de lugar en una plaza de toros. Es que lo aborrezco. Vestirse así en el espectáculo de la alegría, la emoción, el sentimiento y el arte. Pues se puede levantar al público de sus asientos y hacer que brame de sorpresa yendo de azabache. Hasta así.

También El Fundi salió de azabache, con granate, combinación fea a más no poder, en su triste despedida de Madrid. No ha sido lo mejor de Jose Pedro Prados su gusto para vestirse. No acertaba en mi opinión ni en los de oro, pero –ya se sabe- de gustos no hay nada escrito. Lo que sí queda escrito en su mala suerte en Madrid, en su 2012, última temporada, la del adiós. No sean supersticiosos. Los trajes quedan al margen.

Pues recuerden y comprueben lo de David Adalid, que ha hecho un temporadón. El día antes en Zaragoza. Antes, en Francia, en Dax, en Nimes, en Mont de Marsán. Antes, en San Isidro. Antes en cualquier plaza donde se vestía de torero. Déjenle un apartado de honor en este ciclo del año taurino que acaba.

No obstante, el par del 2012 y de muchos antes fue el de Luis Carlos Aranda en esta misma plaza cuando la primavera nacía espléndida, pero los que David Adalid fueron de exposición suprema, de agallas, de conocimientos, de pundonor, de superación, de vergüenza torera (que se decía antes), de orgullo vestido de luces, de facultades, de valor, de jugarse la cornada ante un pregonao, de mostrar todas las virtudes de un hombre con un par de palos y un corazón que le obedezca. Estamos en Madrid, en la primera, hay que jugársela.

La chispa puede estallar en cualquier momento en una plaza de toros. Y David la encendió. Por eso tiene tanto atractivo la lucha de toro y torero. Y por eso el muelle de lo insólito y verdadero pone de pie al que está en el tendido. Es muy difícil que lo veamos a menudo, pero al menos lo hemos visto otra vez. Y lo deberíamos ver más.

Es por lo que hay que agradecer a David Adalid sus dos pares en Las Ventas cuando crujía el veranillo de San Miguel y el toreo adquiría sus cotas de ensueño.
Se emociona uno viendo un capotazo de Curro Javier, un puyazo de Sandoval o un par de Aranda o de Adalid. Y de algunos más. Son subalternos pasados por la gracia de Dios. Que sigan.
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