Singular imagen de la plaza, con el respeto a los pinos en sus tendidos
En esa plaza torearon todas las figuras y las no figuras, léase toreros, de otra época, en la segunda mitad del siglo XX, tiempo donde la plaza conoció su esplendor. No es de extrañar que muchos aficionados españoles acudieran a sus localidades los domingos veraniegos. Estaban anunciados los mejores toreros y las mejores ganaderías
BENIDORM SIGLO XX
Antolín Castro
España
Esta ciudad mediterránea, icono durante mucho tiempo, hoy todavía lo es, del turismo masivo en España, gozó en tiempos de ser una ciudad muy taurina. No crean que solo y a efectos del turismo, muy al contrario, era un enclave perfecto para que durante las vacaciones de los nacionales por toda la costa levantina se pudiera disfrutar de grandes tardes de toros.
Tiene la ciudad benidormí una bella plaza, con pinos incluidos en su interior, una buena forma de respetar el medio ambiente en su construcción, y un aforo importante, unos diez mil espectadores, pero lo que ya no tiene son toros. Al menos de forma continuada, no se dan corridas de toros.
La deuda de una empresa ha hecho poco viable el dar festejos y creemos que el pasado año se dio una corrida pero con un cartel de toreros muy poco conocidos. No importaría ese desconocimiento si hubiera continuidad, pero no es así. El turismo ya no bebe de ese reclamo que tuvo en su momento, quizá se agotó el tiempo en el que simplemente se les hacía pasar por taquilla sin otra pretensión y hoy se pagan las consecuencias.
A nadie le importa hacer aficionados, con conocimientos, solo se pretende que sean espectadores a ser posible indocumentados, esos que luego después les sirven para decir los grandes triunfos que tienen las figuras, alejados de la exigencia del trapío del toro y de las críticas al toreo hecho con todas las ventajas. Son ‘pan para hoy y hambre para mañana’ pero les valen. Las consecuencias han sido, y son, demoledoras para la Fiesta, esa que a nadie parece importar.
Volvamos a Benidorm. En esa plaza torearon todas las figuras y las no figuras, léase toreros, de otra época, en la segunda mitad del siglo XX, tiempo donde la plaza conoció su esplendor. No es de extrañar que muchos aficionados españoles acudieran a sus localidades los domingos veraniegos. Estaban anunciados los mejores toreros y las mejores ganaderías.
Yo lo recuerdo con nostalgia. Es evidente que no estuve todos los domingos, ni todos los años, más bien solo unas pocas de ocasiones que me coincidió estar por esa zona, pero pueden tomar nota, si quieren, allí vi torear a Rafael de Paula, El Inclusero, Dámaso González, José María Manzanares, El Niño de la Capea, Pepín Jiménez, Tomás Campuzano. Toreros de ese nivel, como les he dicho, figuras o solo toreros, pero que hacían a unos y a otros atractivos los carteles. Y con ellos he visto grandes faenas y momentos de toreo del de verdad. Baste con decir que es donde mejor he visto a Manzanares, el padre, el capote prodigioso de Rafael de Paula o muy bien a Gregorio Tébar por citar una terna.
Por supuesto que vi torear a muchos otros, Curro Durán, Manuel Cascales, Blau Espadas, Alfonso Romero y un largo etcétera, y en esa plaza torearon, aunque yo no estuviera, Antonio Bienvenida, Curro Romero, Paco Camino, Diego Puerta, Palomo Linares… como pueden ver, la flor y nata de los toreros hacían el paseíllo en esa plaza y era un buen sitio donde acudir en verano y fuera de las ferias.
De esa época no queda nada en Benidorm, lo que aleja materialmente a sus visitantes de nuestra Fiesta. Sin embargo, puedo afirmar que allí he visto tan buenas cosas como en otras plazas de más categoría. Hay toreros de los que he citado que no precisaban de plazas, sino de inspiración para hacer el toreo auténtico, lo que me permitió poder verlo allí.
Benidorm es un reflejo de por dónde van las cosas en esto del toro. Una plaza más abocada a generar negocio en otra cosa que no sea el toro o a convertirse en edificio en ruinas. La culpa debe ser del tren… como se solía decir.
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Opinión y toros
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