domingo, 28 de abril de 2013

AL APURO… ¡NO FUNCIONA! / Por María Zaldumbide


Plaza de Riobamba

AL APURO… ¡NO FUNCIONA!

María Zaldumbide
Ecuador
La pérdida quiteña de su feria anual ha dado como resultado, una muy saludable competencia entre las dos plazas más importantes que quedan en Ecuador; las de Ambato y Riobamba.

Pero está claro, que dar el salto de gatear a correr, no puede, ni debe darse al apuro, simplemente porque; ¡no funciona!

Para que una plaza tenga importancia necesita ser una plaza madura, es decir; un coso en el que todos los participantes tengan el pozo de conocimiento suficiente como para exigir lo máximo, a todos los actores del espectáculo, tanto a los que se la juegan en el ruedo como, a los que observan desde las gradas.

Dicho esto, se vuelve más evidente que el proceso de educación, en primer lugar de quién toma el palco de la autoridad y luego del público, debería ser una prioridad para los organizadores.

Riobamba puede decir con orgullo absoluto que tiene siempre mucho público pero, como todo hay que decirlo, es un público que está ávido de vivir al máximo la Fiesta Brava; pero de ahí a ser conocedores, desgraciadamente; hay un trecho largo.

El resultado de saltarse el lógico proceso de crecimiento, produce episodios desastrosos como el vivido el primer día de la pasada feria de Riobamba donde, entre otras cosas; se indultó sin lógica dos toros, a más de algún otro error de juicio.

El primer toro indultado, el de Antonio Ferrera fue un toro colaborador; sin duda pero, es sabido que el toro de indulto tiene que ser un toro excepcional y ese, no lo fue.

En varas apenas si se lo pudo ver porque el matador que, (fungió también de varilarguero) le dio una puya más que justa en la que, para mayor abundamiento, no apretó lo necesario, como para que se pudiera juzgar su bravura.

El segundo toro indultado, el de Juan Pablo Díaz; fue el de mejor presentación, el que mejor se comportó en el caballo, sin que esto quiera decir que haya pelado con la bravura y hasta allí llegaron los méritos de un animal que fue soso, sin transmisión, dando como resultado una faena que, de no haber sonado la música, hubiese sido de bostezo.

Que el público, más ansioso de fiesta que conocedor, se dejara llevar por el espectáculo de cierta manera circense, que instrumentó Antonio Ferrera, se puede llegar a comprender pero; lo de la Autoridad ya no. Quién está sentado presidiendo la corrida, tiene que tener los conocimientos que le permitan limpiar la paja del trigo limpio y juzgar lo que se da en el ruedo, con conocimiento absoluto.

Aún nos queda la duda de si la primera oreja de Juan Pablo Díaz, la otorgó por la petición del público o por el hecho de que es trataba de un torero de la tierra, esto; cuando ninguno de estos motivos debe ser causa de que se otorguen premios de ninguna especie.

El regalar un trofeo al final de una faena tiene varios efectos; el primero, confundir al público que, (al no ser precisamente conocedor), llega a creer que, con solo pedir con fuerza una oreja, esta tiene que ser otorgada.

El segundo gran efecto de los premios inmerecidos es, lo que podríamos denominar, efecto de escalada; si se ha regalado un trofeo inmerecidamente, cuando se ve una buena faena, tendrá que darse al menos dos y así, sucesivamente.

De ahí la importancia de ser exigente y firme a la hora de juzgar faenas y entregar premios y es que, solo así la plaza tomará importancia; de lo contrario, podrá ser considerada como una plaza en la que simplemente, se triunfa porque, se triunfa.

Tan convencidos estamos de esto que nos atrevemos a decir que, ni siquiera los toreros darán importancia a premios ganados con tan poco mérito.

Para terminar, quienes cargamos sobre nuestros hombros con la transmisión de lo que ocurre en la plaza, tenemos una responsabilidad inmensa, especialmente cuando reportamos lo ocurrido en plazas donde el público es poco enterado porque, si respaldamos irresponsablemente la excesiva generosidad de la Autoridad, de alguna manera; mal informamos y contribuimos a confundir al público, con lo cual; cada vez que se de una corrida, se cometerán los mismos errores.

Quito dejó pasar mucho tiempo sin dedicarse a la educación de su público; las consecuencias las estamos pagando ahora mismo, Riobamba y Ambato, ciudades donde primó la libertad y el respeto, tienen la oportunidad de no caer en lo mismo. 

Entre Feria y Feria, bien pueden y deben, educar a esos públicos ávidos de Fiesta para que en un futuro cercano, una de estas plazas, o quizá las dos, puedan llegar a tener importancia internacional. 
***

2 comentarios:

  1. Estimada Señora Zaldumbide:

    Coincido totalmente con su bien escrito artículo, estamos cayendo en una suerte de facilismo a la hora de juzgar con rigor todo el espectáculo que me temo que estamos cayendo en lo esperpéntico. Esto es pan para hoy y hambre para mañana, no estamos poniendo las bases sólidas que necesita un espectáculo auténtico. Las autoridades o quienes fungen de ello han caído en la maldita manía del patrioterismo barato que al final hacen daño a nuestros toreros con supuestos triunfos que no son tal, seguramente los ejemplares indultados (TOROS?) no les servirán a los ganaderos como sementales, el periodismo taurino también está en decadencia absoluta se han sumado al triunfalismo barato, debemos entre todos unirnos y buscar un espectáculo auténtico,es el único camino a seguir, seguro a usted, a un servidor y a un puñado de aficionados que aún queda nos toca trabajar durisimo, pero el amor que sentimos por la fiesta es infinito, hay que hacerlo, no queda otra. Hoy por hoy Quito es una ausencia que me mata.

    Nuevamente mis felicitaciones

    Atentos saludos

    Santiago Cano

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  2. totalmente de acuierdo con Maria y el comentario de Santiago.

    Juan Fernando

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