viernes, 5 de abril de 2013

Qué país / Por Paco Delgado



Qué país


Paco Delgado
No es la primera vez que ocurre y sigue sorprendiendo, sin embargo, que uno de los más importantes medios de comunicación de España siga ignorando la fiesta taurina de manera tan descarada.

Si ya, en uno de sus resúmenes de fin de año, no consideraba nada relativo a este espectáculo como digno de ser tenido en cuenta a la hora hacer balance de lo que fue 2012, ahora, en una edición especial en la que se analiza todo lo positivo que escapa a la tan brutal crisis que nos estrangula, los toros tampoco merecen motivo de esperanza ni nada de su entorno evaluable. O pero, como si no existiera.

Claro que ello no debe extrañar ni sorprender si dicho suplemento se abre con una introducción a cargo de uno de los escritores más visceralmente antitaurinos a pesar de su ingenio y talento. Un autor que pese a su brillantez cada año, en llegando San Isidro, desempolva su artillería y abre fuego a discreción contra lo que él considera una brutalidad y un atraso.

Tras su exposición se repasan esperanzadoras cifras relativas a materias como arquitectura -sí arquitectura, pese a que el sector es uno de los más perjudicados por el desplome de la construcción-, farmacia, industria naval, automoción, energía termosolar, turismo o artesanía.

Pero nada se dice, ni por asomo, del impacto económico del espectáculo taurino, que genera 2.500 millones al año, más del triple que el presupuesto del Ministerio de Cultura (719 millones en gasto no financiero) y mayor que el de Industria (2.358) y el de Ciencia

(2.135 millones). Tanto como lo que gastó el Gobierno en servicios sociales en 2011 ( 2.515 millones) y casi tanto como los 2.700 millones destinados a la política exterior.

Cifras que, por sí solas, dan un valor añadido a un segmento de nuestra industria que mueve a más de 60 millones de personas y que es, tras el fútbol, el segundo espectáculo en número de espectadores.

Nada de esto parece importar ni contar para una redacción que se vuelca con los deportistas, escritores, actores, directores de cine, directivos de variada laya o, por supuesto, cocineros. Como embajadores de nuestro país consideran, entre otros, a modelos de alta costura, zapateros, alpinistas, juristas, cantantes, bailarines, diseñadores y un largo etcétera que, por lo menos, tienen tanto tirón y mérito como lo puedan tener Enrique Ponce, José Tomás, El Juli, Morante o Manzanares.

Se utiliza a Cervantes como metáfora pero se esconde que los toros son patrimonio y manifestación de nuestra cultura. Y ahí está su aportación a la música, pintura, escultura, arquitectura, literatura y etcétera.

Todo un Premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela, dejó dicho que la fiesta de los toros es la última gran celebración que le queda a la humanidad. Y otro, Mario Vargas Llosa, que nada hay igualable a la sensación de ponerse ante un toro y poderle. También Vargas Llosa explicó, Expansión, 29-05-2011, que "los toros generan empleo a miles y miles de personas en el mundo. Gracias a los toros existen fincas, existen ganaderías, existe gente que trabaja alrededor de toda esta enorme infraestructura... y por encima de todo es una fiesta que no debe nada al Estado , es una fiesta que mantiene la sociedad civil con su entusiasmo, con su amor, con su afición".

Para el profesor de Teoría Económica de la Universidad de Extremadura Juan Medina, en un mundo cada vez más globalizado, las corridas de toros aportan diversidad cultural y ante un planeta amenazado, el valor ecológico que atesora la cría del toro bravo contribuye a la preservación de la biodiversidad en un ecosistema único, considerando finalmente que, frente a una situación de grave crisis económica, los toros son una actividad productiva que genera riqueza y empleo. Y como tal,tendría que ser tenida mucho más en cuenta y valorada.

Esperamos que el país no se hunda definitivamente con la crisis, aunque tocado del ala anda, y que en un futuro especial, por ejemplo sobre los pilares en los que se sustente la remontada económica, el mundo taurino tenga el protagonismo que merece.
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Burladero

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