jueves, 23 de mayo de 2013

Ni en el suelo ni en el cielo / Por Ricardo Díaz-Manresa



El día de San Isidro, el Patrono de Madrid, uno de los cuatro santos más taurinos del mundo -con San Pedro, San Pedro Regalado y San Fermín- la plaza de Las Ventas (Taurodelta y la Comunidad) ofreció en pleno San Isidro un espectáculo grotesco con un acondicionamiento interminable del ruedo, retraso de comienzo de la corrida casi media hora y aguantando los 24.000 espectadores un frío de pleno invierno. Cómo los cuidan.

Ni en el suelo ni en el cielo

Ricardo Díaz-Manresa

Ni en el suelo ni en el cielo. Las Ventas no da una. Se les cayó la cubierta -que intentaron poner este invierno- con una asombrosa suerte en la desgracia. No pasó nada. Quedó como anécdota. Fue por la noche y no hubo ni una herida ni un rasguño. La prensa pasó y perdonó la caída estrepitosa de una cubierta. No sabemos nada de responsabilidades. Y menos mal que no hubo catástrofe. Le habrían echado la culpa al espectáculo taurino para afrentarlo más, despreciarlo y condenarlo.

No damos una. Ni en el cielo (bueno, dejémoslo discretamente en las alturas) ni en suelo. Un petardo más de incompetencia en un país de mediocres. Nunca ha habido tantos en los mandos ni tan incompetentes.

Ni en el suelo ni en el cielo. Bajamos de las alturas de Las Ventas al suelo puro y duro. Habían amenazado con lluvia el Día de San Isidro 2013, Labrador por supuesto y Taurino por tradición, el santo que más, con San Pedro (el primero que cortó una oreja y oyó después, en el otro, los tres avisos). Con San Pedro Regalado, el Patrón de los Toreros, y San Fermín, sobre el que no hay que insistir en su taurinidad, el que tiene el mejor capote, o capotillo, y el que cada año hace más quites, con lo cual su récord se engorda siempre mucho con sólo siete días, del 7 al 14 de julio.

Anunciaron lluvia para Madrid el día de la fiesta en el año 2013, pero prácticamente durante toda la mañana y con seguridad la tarde entera no cayó una gota. Eso sí, un frío impresionante, de puro invierno, con la gente tiritando. Pues bien, no sé qué le pasó al ruedo antes,–seguramente llovería por la noche- pero la verdad es que a la hora de empezar los toros, las siete en punto, hora que nadie cambia, ni retrasa ni adelanta, el ruedo estaba hecho un desastre lleno de capazos y de pocos operarios. Poco antes lo estaban acondicionando. ¿Operarios de Taurodelta? ¿Trabajadores contratados de fuera?.

El caso que se abalanzó el desastre sobre la plaza y anunciaron 15 minutos de retraso y se quedó casi en media hora mientras que Castella, Perera y Ángel Teruel (más nervios para el día de la confirmación) esperaban que los lentísimos obreros (que parecían sacados del siglo XIX, exactamente así en sus métodos, terminaran la peonada). Los de Alcurrucén esperaban también para empezar a embestir. El público estaba helado y protestaba. Y temía además que, la lluvia que no había aparecido en todo el día, lo hiciera entonces y se quedaran sin la corrida que festejaba el día del Santo.

Siguieron las tareas de acondicionamiento del ruedo con su lentitud irritante ante el público lleno de nervios, impaciencia y cabreo que había abarrotado la plaza.

Debió ser el momento para que don Trinidad, que ese día creo que le tocaba presidir, hubiese sacado el pañuelo verde y los hubiese enviado a todos al corral.

Bueno, ahí no quedó la cosa porque había que pintar las dos rayas y empezaron a tomar medidas ante el asombro del respetable muy, como se ve, muy respetado…Maquinita pintando los círculos…¿No había nadie más para ayudar?

Lo peor de todo es que se podía haber empezado el acondicionamiento del ruedo a las cuatro de la tarde. Pues no. Poco antes de la hora de la corrida. Métodos “modernísimos”. Esta es la imagen de modernidad que damos. Que da la Comunidad y Taurodelta. Una auténtica vergüenza.
Por eso esto dejó de ser hace tiempo la Fiesta Nacional para convertirse en Coña Nacional. 24.000 personas viendo a un tío hacer las rayas en el ruedo, sin prisas, que nos morimos de frío y la corrida se atrasa mucho.

O sea, que en el cielo –en las alturas del coso- hubo cantada monumental y se les cayó la cubierta en un desastre que pudo ser trágico. Después en el suelo, arman este guirigay absurdo e innecesario dando muestras de una incompetencia y pasividad extraordinarias, ante las que la Comunidad de Madrid debería decir algo.

Creo que a la mañana del día siguiente, muy temprano, se presentó un enviado de Morante para exigir que arreglaran bien el ruedo, sin hoyos, sin montoncitos de arena, sin desniveles. El peligro es tal que quizá Perera la tarde del Patrón perdió la vertical y se quedó a merced del toro por estas circunstancias. Y le pudo costar caro.

Les da igual el cielo que el suelo para hacerlo rematadamente mal. Cualquier día acometen algo en la fila 14 del tendido, a la mitad, ni arriba ni abajo, y se derrumba la plaza.

Da igual cubierta fallida –en invierno- que desastre de acondicionamiento del ruedo en esta primavera-invierno. Ni en el cielo ni en el suelo.

Mientras, ni se les ocurre arreglar las muchísimas incomodidades de los tendidos y no digamos de las filas de gradas y andanadas, auténticas latas de sardinas (sin prácticamente escaleras y unos peldaños para deportistas, imposibles para gente mayor).

Ya verán si nos dan la Olimpiada. Interrumpen el curso de los espectáculos, dejan sin toros a la afición durante un mes o más, colocan el baloncesto y ¡hay un servicio perfecto, moderno y rápido por si acaso!.

En cambio, en San Isidro, la primera del mundo, la feria más importante del orbe, siguen maltratando a los que sostienen esto. Ahora, a todos los espectadores. Antes, a los abonados, a los clientes fieles de muchos años. Se ve que le han cogido el gusto.

Y es que somos la Coña Nacional. En el suelo, en el cielo y en los tendidos altos.
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