martes, 18 de junio de 2013

Las mulplicaciones de Castaño / por Ricardo Díaz-Manresa



  • Así que, tras escribir el artículo “¡Qué cuadrilla la de Castaño!” con la emoción entonces prendida y caliente me ratifico en mi entusiasmo y levanto mi copa en honor de Javier Castaño y los cuatro suyos. Que duren mucho.
Las mulplicaciones de Castaño

"...La explosión del San Isidro 2013 -Castaño y su cuadrilla- ha sido premiada por numerosos jurados de Madrid ante el enorme clamor del público. También ha tenido sus discrepantes y sus críticas, que se recogen en este artículo..."

Ricardo Díaz-Manresa
“Acusado de esquizofrenia o de trincada, levanto mi copa en honor de Cordobés” escribió el maestro (pillo) de periodistas Emilio Romero tras un gran triunfo de Manuel Benítez, sin el “El” de Cordobés. Entonces les dio a unos cuantos por escribirlo así, Cordobés, a secas, como Antonio Abad Ojuel, don Antonio, en El Ruedo, seguramente para hacerse los modernos ya que el Benítez traía a los ruedos y a la sociedad la excelsa y rompedora modernidad de los Beatles.

Emilio Romero, buen escritor y que las cazaba todas al vuelo, se movía como pez en el agua en el periodismo (franquista) y tenía mucho éxito con su diario “Pueblo”, cada tarde en los kioscos cuando entonces había periódicos vespertinos. Sabía que sus cuentas taurinas del periódico sindical no eran muy bien vistas y que además, entonces, a los seguidores y admiradores –o fanáticos- de Manuel Benítez los tachaban de locos o exagerados. Acusado de esquizofrenia como a todos los cordobesistaa. Lo admitía.

Y poco después lavó la cara de su sección taurina colocando al crítico más duro que he conocido, Alfonso Navalón, y que ahora no viene a cuento decir más. Lo traigo a colación porque en el San Isidro 2013 estalló lo de los banderilleros, que algunos han criticado como al menos exagerado aunque nadie ha hablado de esquizofrenia. Una vuelta al ruedo histórica mientras Castaño esperaba enfrentarse a su morlaco de Cuadri.

¿Era esquizofrenia el alarido de la masa cuando aparecía para el paseíllo Manuel Benítez? ¿Lo era, aún mayor, cuando se atusaba el pelo y lo echaba para un lado? ¿Lo es ahora, desde su vuelta a los ruedos, cuando José Tomás aparece con el capote liado?. Para unos, la multiplicación del entusiasmo. Para otros, de la locura. Y para algunos más, de la justicia.

Lo que viene a cuento es la multiplicación de Javier Castaño y los suyos, los cuatro de Castaño (David Adalid, Fernando Sánchez, Marco Galán y Tito Maldonado) que con el matador son cinco, una mano completa, algo rematado e imposible de unir más. No sé lo que pensará el otro picador, también llamado Fernando Sánchez, como el banderillero compañero. ¿Qué dirá?

Fue un suceso que muchos jurados de la capital se han encargado de premiar, para que quede ahí, para el futuro histórico de San Isidro. Pero la mayor explosión de la feria y de muchas ferias, con el público en pie, pleno de emoción, con la plaza hecha un clamor, se ha encontrado con discrepantes, que tienen su derecho y a los que hay que respetar. Faltaría más.

En una comida de amigos durante San Isidro, amigos de muchos años y de mucha categoría, Agustín Marañón (ex Director Taurino de La Comunidad y albacea de Paquirri) no estaba exultante ante lo visto y a José Miguel Ibernia –aficionado buenísimo que siempre sabe argumentar de manera perfecta aunque vaya contracorriente y así siempre aprendo y me gusta oirlo- dijo que le parecía un número francés (a los que por cierto estamos copiando, no sé si bien en todos los casos) y que en todo había algo de circo. Los dos valoraban, por supuesto, el mérito de los subalternos de a pie y a caballo. El gran crítico mexicano de Guadalajara, Paco Baruqui, miraba, oía y sonreía.

Emilio Muñoz, comentarista ese día de Canal Menos se quejaba de esa vuelta al ruedo estando el toro vivo. Daba la impresión de que le parecía una falta de respeto. (Pues cuando hace ya años la dio Esplá tras un gran tercio de banderillas, nadie se quejó. Sería porque era matador, jefe de filas, el que daba órdenes).

Y lo del buen Benlloch es más profundo: “La imagen de ese hombre esperando que acabase la borrachera de triunfo para coger la muleta con un toraco de Cuadri como aquel, aún me duele y, si no le duele a Castaño, peor para Castaño”.

Algunos les achacan a que no es una cuadrilla natural, como la de Manzanares sino preparada para el número. Son -dicen- nueva edición de “La Cuadrilla del Arte”, que se lució pero sin llegar ni mucho menos a esos niveles. Pues que lo repitan como cuando era criticado Antonio José Galán por tirarse a matar sin muleta y salir siempre por el rabo del toro. Es muy fácil, me decía, que lo hagan.

¿También estaba preparado el “Manuel Ruiz Sanchís, Manolillo de Valencia, banderilleará los seis toros” que nos anunciaban en los carteles?. Eso lo he visto yo en Madrid y qué gran espectáculo. Qué valor, qué entusiasmo y qué fortaleza. Qué emocionante e inolvidable.

Creo, no obstante, que Castaño estaría encantado en ese momento porque le han pasado varias cosas buenísimas. Su resurrección como torero. Su vuelta a las ferias. Las muchísimas crónicas favorables que recibe. Lleva dos temporadas así, tras aquella tarde del Pilar. Después, su elección de una cuadrilla que ofrezca espectáculo, que es lo que hace falta, y encima con toros de verdad. O sea, ha multiplicado a su alrededor. 

Podría hablarse de la multiplicación de los banderilleros, a los que ahora quieren ver tanto como a él, lo cual –opiniones discrepantes al margen- creo que no es malo. Esas emociones con toros de verdad es lo que echa de menos la gente. Algo auténtico jugándose la vida. Salió aquella tarde como salió y hay que respetarlo y agradecerlo.

Esperamos la nueva explosión en plazas y ferias como Pamplona y Bilbao. Escribo algo importante para ellos : que les esperan, algo tan raro en estos días. Como les esperan los franceses de Nimes, Mont de Marsán y más plazas por si lo repiten (lo de Madrid 2013 y lo del año pasado allí).

Dicen que a Castaño lo contratan ahora más por su cuadrilla. Pues bienvenidas sean esas corridas. ¡Ay si muchos apoyaran y engrandecieran el espectáculo como él!

Así que, tras escribir el artículo “¡Qué cuadrilla la de Castaño!” con la emoción entonces prendida y caliente me ratifico en mi entusiasmo y levanto mi copa en honor de Javier Castaño y los cuatro suyos. Que duren mucho.
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