miércoles, 26 de marzo de 2014

... y parió Gaspart / Juan Manuel Rodríguez


Supongo que estos periodistas que consienten que se veje al Real Madrid sin pruebas pero que saltan a la yugular de cualquiera cuando se critica al Barcelona con ellas permanecerán aún en estado de shock tras leer las declaraciones del árbitro de baloncesto Juan Carlos Arteaga en el diario Marca: "Me intentaron sobornar antes de pitar una final europea. Lo rechacé, pero me consta que no todo el mundo hace lo mismo".

... y parió Gaspart
  • declara en la Cadena Cope que espera que el Real Madrid ya esté descartado para el título en la última jornada de Liga.

26 de Marzo de 2014 - 
"¡No manchéis el fútbol!", dicen. "¡No estropeéis el espectáculo!", comentan. Y yo me pregunto en voz alta: ¿De qué planeta venís, chavales?... La polémica es la salsa que mantiene vivo el espectáculo del fútbol durante toda la semana. Lleva sucediendo así el último medio siglo. Que se lo pregunten, si no, a los madridistas que llevan sufriendo en sus propias carnes desde hace 50 años lo del "equipo del régimen", de cualquier régimen. Porque el Real Madrid ha sido el equipo del régimen franquista, el del régimen de la UCD, del PSOE y del PP. Cuando al Madrid le ha ido deportivamente bien ha sido "el equipo del régimen" y cuando le ha ido mal ha sido debido a la superioridad de sus rivales. Y nunca, jamás, he oído o leído a ninguno de estos periodistas que ahora se apartan de la polémica como de la peste afear la conducta de otros colegas suyos que han atribuído constantemente los éxitos merengues al factor arbitral o institucional. ¿Por qué?... Sencillo: porque con el Real Madrid vale todo.

No son excusas, no, son hechos. Hechos. Hecho número uno
Sandro Rosell mantiene con Angel Villar una reunión a escondidas en la que éste último llega a decirle "¿qué más quieres que te dé si ya te lo he dado todo?"... 

Hecho número dos: el jefe de los árbitros, Victoriano Sánchez Arminio, sale públicamente por primera y última vez a afear de la peor y más grosera forma posible la conducta de uno de sus chicos al interpretar que pudo haber beneficiado al Madrid con una decisión suya; no lo ha vuelto a hacer ni lo hará otra vez en el futuro. 

Hecho número tres: un ex vicepresidente del Barcelona en la etapa de Joan Laporta al frente del club catalán habla de "saldo arbitral". 

Y hecho número cuatro: Joan Gaspart, que es el vicepresidente para Asuntos Internacionales e Institucionales de la federación española de fútbol, declara en la Cadena Cope que espera que el Real Madrid ya esté descartado para el título en la última jornada de Liga. Hechos.

A mí no me parece que un periodista manche nada por constatar que el árbitro del último Real Madrid-Barcelona expulsó injustamente a Ramos dejando de nuevo al equipo merengue con 10 jugadores sobre el campo y no expulsó sin embargo a Busquets por agredir violentamente a Pepe pisándole la cara con los tacos de la bota. Lo hizo, además, en el partido que decidía ni más ni menos que una Liga. Lo menos que se puede decir es que, desde ese preciso instante, la competición está adulterada; lo más que se puede decir es querellable. Me parece que quien mancha este bellísimo espectáculo es precisamente quien elude la realidad de los hechos, que es innegociable para cualquier profesional de la información que se precie. La poesía es otra cosa distinta al periodismo. Y también al fútbol. León Felipe, Antonio Machado o Miguel Hernández son otra cosa distinta.

Supongo que estos periodistas que consienten que se veje al Real Madrid sin pruebas pero que saltan a la yugular de cualquiera cuando se critica al Barcelona con ellas permanecerán aún en estado de shock tras leer las declaraciones del árbitro de baloncesto Juan Carlos Arteaga en el diario Marca: 

"Me intentaron sobornar antes de pitar una final europea. Lo rechacé, pero me consta que no todo el mundo hace lo mismo". 

Vaya hombre, a Arteaga le consta que hay árbitros que se dejan sobornar. Compañeros de Marca, por favor, ¿cómo osáis manchar el inmaculado mundo del baloncesto?... Recitemos mejor, y para no molestar ni pisar ningún callo, aquellos versos de José Hierro que decían lo siguiente: "Qué más da que la nada fuera nada si más nada será, después de todo, después de tanto todo para nada"...


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