"...Así que vamos barajeandola más despacio antes de descuajeringar al torero pundonoroso, batallador, valientote, emprendedor, luchador, intrépido, soñador, impulsivo, entrón, fajador, aventurero, suertudo, poco majo y tirándole a bajito, características éstas dos últimas que por separado las tuvieron dos de los más grandes toreadores chingones de este lado del charco...."
El Bardo y Vito / Sin Tapujos
EL ‘BOOM’ DE JOSELITO
Bardo de la Taurina
¡Tómala Barbón! Ahora resulta que como la ‘Diosa Fortuna’ por años y años y años le ha negado a este país la aparición de un ídolo los hambrientos de alegorías, fantasías y también quimeras le andan cargando un ayate de milagritos a un chaval llamado Joselito Adame, con el peligro de que con tanto peso que le tratan de echar al lomo lo vayan a pandear y con el incienso que en su honor están quemando nos lo pueden marear y hasta intoxicar de vanidad y es que éste aguascalentense que se viste de alebrigue de chantilly es trinchón pero no tanto como pa’ ser elevado a los altares de la idolatría, cuando menos hasta ahora.
Así que vamos barajeandola más despacio antes de descuajeringar al torero pundonoroso, batallador, valientote, emprendedor, luchador, intrépido, soñador, impulsivo, entrón, fajador, aventurero, suertudo, poco majo y tirándole a bajito, características éstas dos últimas que por separado las tuvieron dos de los más grandes toreadores chingones de este lado del charco de las últimas décadas por cierto paisanos ambos dos entre sí que no hace falta ni mencionar sus nombres ¿pues quien no se imagina que me estoy refiriendo a los norteños?, pero de ellos a donde ahora anda brincoteando Adame todavía hay gran trecho.
Y que conste que con estas letras no estoy tratando de ningunísima manera de compararlos primero porque no hay punto de semejanza entre ellos y este no se da por que Joselito Adame está a años luz de tener el mando, el poderío, el arte y la personalidad de Manolo Martínez, como también está muy por arriba del toreo bullanguero, pirotécnico, efectivista que Eloy Cavazos, le imprimía a su quehacer, así que vamos serenándonos olvidándonos de elogios desmedidos y calificativos desarticulados que pueden equivocar al torero y a la raza.
Y si reconocer que Joselito Adame es hoy por hoy, el torero que va por la libre rebasando a los de aquí y sin zacatearle a los de allá y eso tiene un mérito indiscutible como también lo tiene su estilo que es el típico de un torero cuña hasta ahí todo bien y no pensar en un ‘boom joselitista’ porque esto nos puede hacer ‘boom’.
AÚN NO SUENA “BOOM”
Víctor José López
Entendiendo por “boom” ese estallido que suena cuando los acontecimientos propulsan situaciones.
Me pregunta El Bardo, si Joselito Adame es producto del “boom madrileño”.
Mientras leía la sugerencia del tema propuesto por el compañero y amigo, pensé en el Boom Latinoamericano de Literatura, donde hay tan buenos aficionados a la fiesta de los toros. Más de inmediato me ubiqué; y, amable lector, la mente me llevó de al lanzamiento que hizo “Ojitos” don Rodolfo Gaona, en la plaza de la Puerta de Hierro, arena propiedad privada de un grupo de aficionados, y luego en festejo formal en Tetuán de Las Victorias –ambas plazas en Madrid - ante aquel novillo, berrendo aparejado del sevillano Basilio Peñalver. Un hecho, un acontecimiento, que metió al torero de América en el firmamento taurino español.
Más tarde ocurrieron acontecimientos en la plaza La Carretera de Aragón, la plaza grande de los toros de Madrid, cuando El Soldado y Lorenzo Garza escribieron un mano a mano forzado por un lamentable acontecimiento ocurrido a Cecilio Barral, que les dejó solos a los mexicanos con la novillada de Gamero Cívico – entonces se corrían los novillos con divisa de Torres Abad.
Lorenzo y El Soldado, enconados rivales, cortaron orejas, rabos, repitieron hasta en cinco oportunidades en aquel Madrid de exigente afición y de mucha historia, de grandes novilleros y de matadores de toros de cartel. Luis y Lorenzo, siempre como figuras del toreo desde aquella tarde de julio del año 1934 cuando se calentaban las calderas de la Guerra Civil en la península española.
Aquello sí fue un verdadero “boom”, para el toreo mexicano. Mismo que se prolongó hasta la conspiración del Boicot del Miedo, en la que el “chivo expiatorio” sería “Armillita Chico”, según contó la historia oficial de la época. Hoy, una gran investigación realizada por José Carlos Arévalo, que hizo con motivo del centenario del Maestro de Maestros, el genial Fermín Espinosa. Arévalo nos cuenta con detalle detectivesco que fueron las causas empresariales, de taurinos radicados en México las que encendieron a los girondinos del toreo. Empresarios y apoderados de toreros españoles que vieron en el mensaje de Armillita y de los mexicanos en España las banderas del jacobinismo de una revolución liderada por Fermín el Sabio.
Más tarde un triunfo en Madrid impulsaría a Carlos Arruza a los cielos del toreo. Un verdadero ciclón, cual cohete del modernismo, en épocas del atormentado senequismo post bélico del cordobés de Manuel Rodríguez “Manolete”.
Los triunfos de Arruza estrenaron en España un estilo, hincharon el velamen de una nave plena de mensajes americanos, hasta la aparición en ese intrincado firmamento sobre el Mediterráneo del caribeño César Girón.
El venezolano Girón se hizo de Madrid, no una tarde sino muchas temporadas sembradas de gestas y de gestos. Sus éxitos, sus triunfos inobjetables, fueron los motores propulsores del boom del toreo americano. No uno, fueron dos los girones entre cuatro espadas los que izaron una bandera en Las Ventas de Madrid para que el tricolor venezolano ondeara sobre Madrid. César y Curro, los dos explotaron con el boom del Madrid consagratorio.
Hasta que apareció cual flor en las arenas del desierto, gracias a las circunstancias, un grandioso torero colombiano. César Rincón, bogotano de escasa talla y de corazón gigante. Rincón se convirtió en un acaparador de “puertas grandes” y fue él quien encarnó el último boom de los toreros americanos.
Hasta hoy que se habla del “boom” de los mexicanos.
Por mi parte creo se exagera, sin quitarle méritos a Adame, Silveti y Saldívar que son los que han salido mejor parados en este duro, difícil y muy glorioso compromiso que el de poner a México en el lugar que le corresponde por su afición, sus toros y sus toreros y por lo mucho que significa como Escuela Taurina americana.
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