"...Perera ha roto la feria de Bilbao. Visto el derroche de ayer, esto va a ser muy difícil de superar..." /Fotos: La Loma/
MIGUEL ÁNGEL PERERA, POR LA GRACIA DE DIOS
Domingo Delgado de la Cámara
“Por la Gracia de Dios”, esa era la inscripción de las viejas pesetas españolas. Y “La Gracia de Dios” es uno de los pasodobles más solemnes y castizos. Ayer se lo tocaron a Miguel Ángel Perera en su faena de consagración en Bilbao, estupenda casualidad, porque Miguel Ángel Perera va a reinar en el toreo de los próximos años, tal y como reinaban los reyes hispanos que acuñaban moneda.
Fue una lástima que no acertase con la espada. Empañó un éxito memorable en las mismísimas barbas de los dos consentidos en Bilbao: Ponce y El Juli. Pero el que torea así, con tal mando y poderío, termina gobernando el toreo. Perera es el sucesor natural de Ponce y El Juli. De Morante nada digo, los artistas eximios forman parte de un escalafoncillo especial donde no hay competidores. Tampoco digo nada de José Tomás, espectro fantasmal, que ni está ni se le espera. Después de las dos puertas grandes de Madrid y de la tarde de ayer en Bilbao, Perera es el hombre de esta hora torera. Comienza su reinado, que va a ser pródigo en faenas tan grandiosas como la de ayer. No se puede torear mejor.
El tercero de la tarde tuvo una infinita calidad en la muleta. Por ponerle un pero, de mitad de la faena en adelante, salía de las tandas distraído. Perera le instrumentó una faena de series muy ligadas, repletas de muletazos larguísimos y ajustados. Los pases de pecho fueron interminables, de cabeza a rabo. No se puede torear más largo y más por abajo. El final, de impronta ojedista, enloqueció al respetable. Había exprimido la bravura del toro hasta la última gota.
Y entonces empezó el show. Una panda de cretinos empezó a pedir el indulto del toro. El indulto era totalmente injustificado, porque el toro había recibido únicamente dos picotazos y no había hecho nada digno de mención en el caballo. Era obvio que no era toro de indulto. Pero lo peor es que el toro se descompuso, empezó a gazapear y esta fue la causa de la estocada haciendo guardia y el pinchazo posterior. Todo quedó en una vuelta al ruedo. Con una buena estocada, la faena era hasta de rabo. Al toro hay que matarlo cuando pide la muerte. No hacerlo en ese momento, implica que el toro se distraiga y la estocada se malogre. Esos cinco minutos de indecisión, mientras que el público pedía un indulto imposible, estropearon al toro y la estocada. Una auténtica lástima. Al toro se le dio la vuelta al ruedo, que tampoco era para tanto. Y Perera dio la vuelta al ruedo más clamorosa que he visto en muchos años.
El sexto era noble y con la fuerza justa. Perera hizo una faena suave y bien ligada, rematada de un bajonazo. El público pidió con gran insistencia las dos orejas. Querían ver salir al héroe por la puerta grande a toda costa. Pero la suerte suprema no debe ser ignorada, ni escatimada. Una oreja estuvo bien. Al ver el toreo tan ajustado de Perera, fue inevitable acordarse de Manzanares. Ahora se torea pasándose al toro muy cerca, por eso el toreo despegado no puede tener ninguna vigencia. Sí que es cierto que, a veces, es necesario torear despegado para aliviar una embestida débil o para despedir a un toro que se ciñe. Pero lo que es intolerable, es torear despegado al toro que embiste por derecho. Y eso Manzanares lo hace todos los días. Además, cabe un camión entre el toro y él. Es la apoteosis del desacople. Y esto es impresentable en un momento en que todos se pasan los toros a milímetros de la taleguilla.
La muy seria y astifina corrida de Garcigrande, dejando aparte el tercer toro, dio poco juego por poca fuerza y poca casta. El peor del encierro fue el cuarto, probón y de embestida corta. El primero fue flojo pero toreable, vamos lo ideal para Ponce. Estuvo torero con el toro, pero no logró la gran faena habitual en él. En otro momento y con este toro, Ponce hubiera hecho encaje de bolillos.
El Juli apretó mucho las tuercas a su primero, muy flojo. Como no cuidó al toro nada, no hubo posibilidad de faena. Al quinto, bueno, le cortó una oreja después de una faena de muletazos mandones y ligados, y una buena estocada. De todas formas, después del faenón de Perera, todo pareció de arte menor.
Esta mañana ha tenido lugar la final del concurso “Eres torero”, auspiciado por El Juli. En primer lugar, he de felicitar al señor Julián por tan estupenda iniciativa. Pero debo hacer una crítica. No se pueden sacar novillos despuntados en las semifinales de Málaga, ni traer a Bilbao unos novillitos tan chicos y desmedrados como los de Montalvo. El toreo ante todo, es una cuestión de valor, por ello hay que poner a prueba el valor de los muchachos con novillos serios que impongan respeto. No todo son las buenas maneras. Es más importante el valor y el buen oficio y para poder aquilatar esto, hay que sacar reses con las que se pase miedo. A los becerros de ayer, cualquier aficionado práctico los daba pases. El ganador, Jesús Bayort, agradó al respetable con su concepto clásico y gran mano izquierda. También gustaron el oficio de Rafael Serna y las ganas de ser torero de Daniel Menes.
Perera ha roto la feria de Bilbao. Visto el derroche de ayer, esto va a ser muy difícil de superar. Perera, por la Gracia de Dios.
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