jueves, 16 de octubre de 2014

La Virgen del Pilar dice… / por Álvaro Rodríguez del Moral




"...Y nos vamos, haciendo un reflexión en torno al ternurismo mediocre que nos rodea. Es el mismo que ha impregnado el sacrificio necesario de un perro que ha hecho rodar las lágrimas de cocodrilo de los que miran para otro lado mientras miles de niños agonizan y mueren en el suelo de los ¿hospitales? africanos. Merece la pena escuchar al misionero José Luis Garayoa, que lucha con sus manos desnudas y un par de chanclas por todo patrimonio contra el virus que podría matarlo. Este padre agustino pidió la mitad de atención que había tenido el famoso Excalibur para esos niños sin futuro ni presente..."
La Virgen del Pilar dice…

Sevilla, 15/10/2014
Colorín, colorado… Las dos corridas de circunstancias organizadas en Jaén -quedan lejos aquellas clausuras jubilosas de los 90- pondrán el definitivo punto y final a la campaña 2014 en esta vieja piel de toro que todavía se llama España. Aún se celebrarán algunos festejos por aquí y por allí para que los padillas y los fandis recojan el mantel pero el pescado está más que vendido. Comienza ahora el largo invierno taurino -en el toro sólo hay dos estaciones- que tiene que servir para recuperar la calma, desenredar bucles melancólicos, enterrar hachas de guerra, olvidar no pocas afrentas y sofocar, por una vez, ese horizonte incendiado que se ha querido apagar con gasolina. El caso es que el final de la temporada nos lleva a su principio: hablamos de Sevilla. En los rincones del toreo se asegura que ya se habrían producido o están a punto de producirse diversos contactos y conversaciones para reconducir una situación que ha hecho descender abruptamente -ya lo venía haciendo en picado desde 2007- los ingresos de la propiedad del coso sevillano; ha cuestionado a la empresa que lo gestiona y ha pulverizado el abono que servía de sostén a una programación de temporada que sigue recortando su oferta. Lo que no podían sospechar los diestros revelados -pronto hará un año de la asonada- es que aquella negativa a torear en Sevilla acabaría volviéndose en su contra y envenenaría todos los resortes de la campaña. La pregunta es, y todo esto ¿para qué?

Sembrando y recogiendo. 
Mientras tanto hay que anotar una excelente noticia antes de echar las sábanas sobre los muebles: el equipo de Simón Casas ha logrado resucitar la feria del Pilar de Zaragoza que andaba en caída libre y sin red. La composición de los carteles propuestos, el trabajo de campo, la capacidad de ilusionar al aficionado y, sobre todo, la imprescindible buena suerte han logrado lo que parecía un imposible después del paso de los Serolo: levantar un abono decadente que se ha encontrado con un producto atractivo: Ahí está la sorpresa impredecible de ese indulto del novillo de Los Maños a cargo del desconocido Varea, que se une a la larga y brillante baraja de novilleros que está llamada a mandar a su casa a unos cuantos que ya no ilusionan a nadie. Otra cosa es que las empresas se enteren o se quieran enterar. Pero hay que volver a orillas del Ebro para recordar que la de Varea no ha sido la única sorpresa del ciclo aragonés: El Fandi sorteó y cuajó un excelente ejemplar de Fuente Ymbro que permitió a su criador, Ricardo Gallardo, enjugar algunas lágrimas de un año para olvidar. No ha sido la única excelencia ganadera del ciclo. Hubo un toro de Bañuelos, primero de los seis que despachó en solitario Daniel Luque, que mereció la vuelta al ruedo que no concedió el polémico presidente de la jornada. Y hablando del diestro de Gerena, firmó en la Misericordia la tarde más trascendente de su vida y puso la guinda a una excelente temporada que le ha sacado del limbo.

Otras cosas que contar. 
Pero la feria del Pilar no se ha librado de esas estúpidas mixtas con Hermoso por delante para lidiar dos novillotes despitorrados. El navarro se llevó la única oreja de aquel día y un palizón compartido con una de sus monturas. ¿Cuantas habrá que deglutir el año que viene? Ay, señor… Pero, una vez más, volvemos al hilo de la feria para anotar el magisterio inmarchitable de Ponce y, por encima de todo, la vuelta jubilosa de Alejandro Talavante, que cuajó la faena del ciclo después de un largo mes en el dique seco. Sólo deseamos que esta sea la versión y la forma definitiva del diestro extremeño. La feria se cerraba con el que, sobre el papel, era el cartel estrella del ciclo y en el día de Nuestra Señora del Pilar. El caso es que la primera figura -El Juli-, el mandón de la campaña -Perera- y el inevitable perejil de todos los guisos, peroles, potes, paellas y estofados -hablamos de Padilla- lograron la entrada más floja del tramo fuerte de la feria. Eso sí, don Julián López volvió por sus mejores fueros. Y nos vamos, haciendo un reflexión en torno al ternurismo mediocre que nos rodea. Es el mismo que ha impregnado el sacrificio necesario de un perro que ha hecho rodar las lágrimas de cocodrilo de los que miran para otro lado mientras miles de niños agonizan y mueren en el suelo de los ¿hospitales? africanos. Merece la pena escuchar al misionero José Luis Garayoa, que lucha con sus manos desnudas y un par de chanclas por todo patrimonio contra el virus que podría matarlo. Este padre agustino pidió la mitad de atención que había tenido el famoso Excalibur para esos niños sin futuro ni presente. Esa individualización y humanización del animal es la misma que alienta algunas buenas voluntades seducidas por los tentáculos antitaurinos. Sólo podemos sacar una conclusión: esta sociedad, alejada de los valores agrarios que la alentaron no hace tanto está muy enferma. Y no del Ébola precisamente. Sólo una cosa más: el pasado sábado se cerró la temporada hispalense con esa encerrona de Lama de Góngora que no respondió -o sí- a las expectativas levantadas. La semana que viene hablaremos de ello

***

No hay comentarios:

Publicar un comentario