"...Pero, por si acaso, los diferentes grupos políticos han vuelto a hacer “un Frente Popular” en contra de la Ley. No porque la propusiera el PP, sino porque en la misma se incluyera la Tauromaquia..."
¡Al ataque, coño, al ataque! (III)
Días pasados, de esta semana, se ha presentado en el Congreso de los Diputados por parte del Ministro Wert la Ley de Patrimonio Cultural Inmaterial cuyo objetivo, según el Ministro, es dar un instrumento a la Administración General del Estado para que regule dicho Patrimonio más allá de las competencias de las Comunidades Autónomas.
Es decir, que el posterior Reglamento que desarrollar la ley podría haber anulado, de haberse hecho en su momento, la decisión de Cataluña sobre la supresión de los toros sin que hubiera que recurrir a un Tribunal Constitucional que se lo está pensando demasiado, y que no está en absoluto apurado por un Gobierno que da una de cal por otra de arena (blanca, insípida, inodora) pero arena al fin y al cabo.
Lo que tampoco han explicado es si una vez entrada en vigor la Ley, pero sobre todo leído el Reglamento (alguien dijo haga usted la Ley y déjeme a mí el Reglamento) su efecto será de aplicación general y tendrá efectos retroactivos, o al menos será un arma y un soporte para que de una vez por todas se manifieste el Tribunal Constitucional.
Pero, por si acaso, los diferentes grupos políticos han vuelto a hacer “un Frente Popular” en contra de la Ley. No porque la propusiera el PP, sino porque en la misma se incluyera la Tauromaquia.
Descarada ha sido la postura de los nacionalistas y la izquierda y PSOE, “matizables” los argumentos de UPD.
El PSOE a fuer de considerar insuficiente la Ley que regula, en exclusiva, la Tauromaquia como Patrimonio Cultural, pero igualmente innecesaria, achaca a ese error del gobierno de una ley de mínimos que ahora quiera enmendarlo, lo que el PSOE considera improcedente pero se cura en salud aduciendo la falta de diálogo. Se les ha vuelto a ver el plumero a los “Sánchez young boys”.
Toni Cantó, el portavoz de UPD, votó en contra por entender que es una Ley que nace muerta al no estar dotada ni de presupuesto. Si bien no entra en profundidades sobre los toros, incluidos en la misma, y propone que si se hace se haga bien.
¿Hacen falta más ejemplos según se desarrolla la dinámica de la vida política española para que el sector pase al ataque?
¿No es hora de ir desenmascarando las intenciones de los diferentes grupos políticos incluso aventurando la condición de rehenes que algunos van atener respecto de los que barruntan las encuestas?
¿No es hora de hacer política? Sr. Carlos Núñez.
El próximo día 18 el Sr. Núñez ha convocado a todo el sector a una Asamblea para debatir los problemas, admitir ponencias y evacuar conclusiones. Todo exprés eso sí, porque antes de las 15 toca almuerzo y luego charletas de corrillos hasta la salida del AVE.
Es fácil adivinar que arreglarán el toreo en un pis pas, que volverá el discurso victimista y la solemne declaración de la condición apolítica de la Tauromaquia….siguiendo la tradición, como los embutidos Rodríguez.
Y cuando se propone pasar ¡al ataque! Y hacer política no es pedir el voto para este o aquel partido, no.
Es exigir que en los programas electorales las diferentes opciones lo reflejen con claridad, su política respecto de los toros, incluso los que optan por prohibirlos, que lo digan.
Y a partir de ahí, hacer campaña paralela, conferencias culturales taurinas, coincidiendo con mítines, en las próxima municipales y autonómicas vitales sobre todo en aquellos puntos donde tal o cual ayuntamiento o diputación tiene la propiedad de la plaza.
Esta serie de acciones, luego vendrán las elecciones generales, pero puede ser tarde, muy tarde, son fundamentales para cualquier otra serie de medidas que se puedan ir adoptando para la revitalización del espectáculo y la estabilidad del sector.
Empezar la casa por los cimientos que son el piso plaza, su escenario, conociendo las intenciones, y en su caso denunciando de forma preventiva, de sus posibles gestores como propiedad.
Lo demás es intentar cubrir aguas, poner la bandera de la nada, en un edificio aquejado de aluminosis estructural muy grave, amenazando ruina pero reversible si se toman medidas, haciendo política, antes que algunos –parece que serán muchos- condenen las plazas de toros a dejarlas como un solar. Literal.
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