lunes, 15 de diciembre de 2014

EL PANA Y 'SU TÍO' / por Antolín Castro


El Pana y 'su tío'. La afición a los toros un crisol de razas y culturas

"...Ser aficionado a los toros no es patrimonio ya de los españoles, ni siquiera de los países americanos que ellos conquistaron, Francia es prueba de cuanto decimos y con un elevado número de aficionados y de qué nivel precisamente..."

EL PANA Y 'SU TÍO'


España 15/12/2014 
Me llegó esta imagen e información hace unas semanas y sin precisar si se trataba de algo cierto, si me sugiere algún comentario. En la ciudad ecuatoriana de Machachi, en la reciente actuación de Rodolfo Rodríguez, alguien captó el encuentro que le ofrecemos en la instantánea.

No sabemos si será verdad lo de que fuera su tío, pero no estaría tampoco mal que lo fuera. Las culturas, sus culturas, no son las de anteayer, ni la que se impuso tras la llegada de los españoles y, siendo así, podríamos afirmar que la sangre torera ya se llevaba en las culturas de nuestros antiguos antepasados. El Pana y ‘su tío’ serían un claro ejemplo de que la raza taurina existe, se puede decir, desde siempre.

Ser aficionado a los toros no es patrimonio ya de los españoles, ni siquiera de los países americanos que ellos conquistaron, Francia es prueba de cuanto decimos y con un elevado número de aficionados y de qué nivel precisamente.

A los toros se han venido aficionando gentes de todos los lugares. Los diferentes clubes taurinos extendidos por todo el mundo lo certifican. Y como se ve en la fotografía, su origen se remonta mucho más allá de lo que pueda parecernos la existencia de la televisión.

Broma o no, tanto El Pana como su ‘tío’ llegaron de mucho más allá de la civilización del donuts o la coca cola. Coinciden en su pasión por la fiesta. El primero desde el mismo ruedo y su ‘tío’ viviendo las emociones junto a los toreros desde el contacto personal o en los tendidos.

Aprovecho estas fechas prenavideñas para homenajear a cuantos aficionados hay por todo el mundo, seguros de haber elegido como afición algo que les llama desde dentro, que les llena el corazón a través de las sensaciones y sentimientos que les produce el toreo, naturalmente ajenos a los peligros que les acechan desde quienes no son capaces de comprender que, aunque a ellos les parezca raro, es un privilegio el gozar de esa afición, que también une a las distintas razas del mundo, si es que no se trata ya de una raza especial propiamente dicha.

La imagen goza, con el debido respeto, del simbolismo de la pasión que viven tanto los que se visten de luces como aquellos otros que eso de vestirse de oro solo lo llegaron a soñar algún día.

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