Publicado el abril 22, 2015 de ateneo10
Es una de las entrevistas más largas que hemos hecho pero creánme que merece la pena, por el entrevistado y por la temática: “Tauromaquia y Psiquiatría”.
Del entrevistado, Don Fernando Claramunt López decir que no han sido sus 30 libros publicados (20 dedicados al mundo del toro y 10 a su profesión de psiquiatra), ni la importancia que ha representado para la psiquiatría española, lo que hace de él un hombre esencialmente interesante. Personalmente, es su capacidad de conocimiento universal de la literatura y su experiencia vivída, lo que hacen de Don Fernando un personaje que detiene la historia, la suya y la de los que le rodean para acercarla a todos nosotros.
Va por ustedes.
NOTA.- Dar las gracias y la bienvenida a este espacio de entrevistas a Carine, viuda del maestro ” Chenel” que se extrena con éxito en esta entrevista.
Carine Bocos / Pilar Guardiola Flores
CARINE.– ¿ Con 13 años se puso por primera vez delante de una vaca?
D.FERNANDO: Sí, a los 13, en un capea pueblerina de mi provincia. Una vaca vieja y embolada. Pero la primera vez en realidad tenía 5 años, después de haber visto torear de luces a Juan Belmonte.
Le había dicho a mi padre que yo era belmontista. Me regalaron un traje de luces, dibujado por mi padre y cosido por mi madre. Así como el de Belmonte era Corinto con alamares de seda blanca, el mío era Corinto y plata. Realmente era de purpurina pero claro, para mi, era de plata. Lo he conservado hasta hace poco y mis nietos se lo ponían cuando eran pequeños.
Y me llevaron a una vaquería, de ganado manso donde había nacido un becerro días antes. El becerro no era bravo pero topaba. –“¿ Quieres torear?” me dijeron “Sí, si” contesté. Vino a verme torear mi prima Marisa, un año menor que yo. Me dió pena que no la dejaran ponerse mantilla y peineta. Me dejaron un paño grande de color rojo, y me puse delante del becerro. Cuando le acerqué la tela al hocico, el animal dio dos o tres cabezazos, dos o tres carreras y los mayores se asustaron porque yo no me moví y di varias verónicas belmontinas. (Se ríe) Dejadme que lo cuente así. Sé que no moví los pies, porque era un corral pequeño y tampoco me podía mover, y que fueron dos o tres verónicas, quizás con las manos un poco altas.
Y me sacaron de allí los mayores. Yo no quería marcharme porque en la puerta había un perro que me daba un miedo horroroso – los perros me siguen dando miedo- y porque el becerro y yo queríamos seguir. Era un animal cariñoso, yo le hacía caso y a partir de ese instante se creó un lazo entre el ganado bovino y yo.
Don Fernando y su esposa Pura.
CARINE.- ¿Cómo no fué torero?
D. FERNANDO.- Esa pregunta me la sigo haciendo.
Cuando veo a amigos toreros profesionales, les digo que me gustaría, que sueño, fantaseo que algún día me hagan caso y me dejen formar parte de su cuadrilla durante una temporada. Creo que eso mismo le dije a Antonio Bienvenida.
Además yo haría como los toreros antiguos. Iban de banderilleros en la cuadrilla durante bastante tiempo y cuando el matador o un crítico taurino sabio juzgaba que ya había aprendido bastante, entonces le dejaban ser novillero y después le daban la alternativa. Pero nunca se saltaban esos pasos.
En sueños sigo siendo torero de invierno. Paso miedo y me lo aguanto, como en los buenos tiempos.
Pero en mi familia había muchos médicos. Mi padre era médico, varios tíos míos lo eran, 2 primos míos estaban empezando la carrera de Medicina y yo acababa de terminar el bachiller. Les dije a mis padres que yo quería estudiar una carrera de letras, entonces se llamaba “Filosofía y Letras”, era lo que me hubiera gustado porque quería ser escritor. También hubiera querido ser pintor. Pero pertenecemos a un medio cultural determinado y en mi casa, la presión era muy grande para que estudiara Medicina.
Además mi padre y mi madre- que leía mucho- me decían “Cervantes vivió pobremente y era Cervantes, a Shakespeare tampoco le sobraba el dinero, Quevedo nunca vió sus obras publicadas, San Juan de la Cruz menos y todos estos eran los escritores más importantes”
Había que tener una carrera seria y formal, haría la de Medicina.
Algunos amigos míos se habían ido a estudiar a Salamanca y en casa dije que quería estudiar allí. Además unos médicos con la carrera recién terminada me explicaron que era una facultad muy agradable, nada masificada y donde los profesores y los alumnos se conocían.
Recuerdo que en la Plaza Mayor, íbamos loa chicos paseando en un sentido, las chicas en otro y nos mirábamos, intercambiábamos miradas más o menos insinuantes. Y si había profesores- llevábamos sombreros a lo Humphrey Bogart- nos los quitábamos con mucho respeto y los profesores se lo quitaban también. Eso en Madrid no pasaba.
Además, un estudiante en Salamanca era una persona. Las patronas de la pensiones nos querían mucho. Por la noche, hacía mucho frío y cuando ya estábamos en la cama, nos metían una especie de sartén con carbón entre las sábanas para calentarlas. Nos cuidaban mucho.
La vida allí era muy agradable y me permitía disfrutar del campo bravo, además de ir a la Facultad donde estaba muy a gusto y donde tuve profesores magníficos, muy competentes y a la vez muy sencillos.
Unos amigos seminaristas me invitaron un día a una excursión, a hacer una comida en el campo. En el tren en el que nos subimos, línea de Ciudad Rodrigo, viajaba un grupo de maletillas de mi edad. En cuanto les oí hablar, les pedí permiso para sentarme con ellos y escuchar su conversación. Me contaron que iban a un tentadero. Les pedí por favor si podía ir con ellos, sin hablar, sin decir nada y aceptaron.
Presidía la tienta Julio Aparicio, que en aquella época era novillero de moda. Sería el año 49. Yo estaba sentado en la tapia como todos los demás, cuando Julio Aparicio miró hacia arriba y dijo:.- “ A ver. Que baje un aficionado”. Palabra de honor. Di un salto. Por lo visto los maletillas más antiguos bajaban primero y ese orden se respetaba como el reglamento de piratas y navegantes. Pero yo, eso no lo sabía y salté. Alguien me puso una muleta en la mano y di unos cuantos pases que me supieron a gloria.
A partir de ese momento, los maletillas del tren se hicieron amigos míos y fui con ellos varias veces a entrenar en la Plaza de toros de Salamanca. Hacía mucho frío, no entrenábamos en el ruedo sino en la parte interior de la Plaza. Poco a poco fui cogiendo más soltura con los trastos.
Carine y Don Fernando con Antoñete al fondo
CARINE.- He sido esposa de un torero y muchas veces me he preguntado qué buscan, aparte del triunfo y de la superación. para mí, ese enfrentamiento a la muerte es difícil de entender. ¿desde su profesión y desde su experiencia delante de un animal bravo, nos podría ayudar a entender lo que busca un torero?
D. FERNANDO.- Me lo he preguntado mucho. Escribí una capítulo en el tomo 7 del Cossío titulado “ Los toros desde la psicología”. No sé exactamente lo que buscan. En plan pedante te podría decir que hay muchos estudios sobre ello pero no creo que sea el instinto de muerte, de jugar con la muerte, como han dicho algunos psicoanalistas. Ese instinto te empuja a ponerte en peligro y eso sería común con otras profesiones peligrosas o deportes de riesgo. Los pilotos de caza, el paracaidismo amateur, el puenting….
Yo no amaba el riesgo, además, tenía miedo y no quería la muerte consciente, ni creo que inconscientemente.
Lo que sí creo que tienen los toreros es el deseo de no pertenecer a la masa, de acrisolar, afinar su propia personalidad, de ser uno mismo.
Tú y yo somos en gran parte lo que nos ha obligado a ser la cultura en la que nos hemos movido. Tu familia, tu entorno social, tu clase social, tu economía, tu país, tu idioma. Pero aparte de esas presiones que son fuertes, puede haber un impulso interno a ser otra cosa, a rebelarte contra todo esto, a pensar “no quiero ser de la masa”. No puedo generalizar pero creo que hay un ansia de independencia, sobretodo, deseo de ser uno mismo y cierto desafío frente al entorno.
Aunque tengan un entorno humilde, ellos no quieren ser de la masa.
PILAR.- Desde lapsiquiatría: ¿Qué circustancia hace que un torero antes de la corrida pueda utilizar sustancias que pongan en peligro su vida?
DON FERNANDO.- Siendo médico especialista, algún matador me preguntaba.- ¿Qué tranquilizante puedo tomar antes de la corrida?, porque paso mucho miedo.
A todos les decía:.-“ Si necesitas un tranquilizante, no torees. Me parece una irresponsabilidad”.
PILAR.- Si le parece vamos a hablar ” Del más grande”. Manolete. ¿Como ve el psiquiatra la personalidad del matador?.
DON FERNANDO.- Para hablar de “Manolete”, me pondría de pie, luego de rodillas y después de unos cuantos rezos y estar purificado, hablaría de él. Le vi por primera vez con 10 años y la última en 1947 dos meses justos antes de lo de Linares, con el mismo vestido rosa pálido y oro. Doce corridas en total le ví en mi plaza alicantina. Toreando en Alicante tuvo una fractura de clavícula, en junio de 1945. Mi padre, le atendió inmediatamente y estuve dos horas muy cerca de “Manolete” en la enfermería, sentado a los pies de su cama. Yo le miraba como si estuviera viendo a San Pedro, en silencio y con devoción. Antes de eso, en el año 1944, en una corrida que toreaba “Manolete”, con “Dominguín”, Fermín Rivera y “El Estudiante”, yo estaba en tendido de sol y bajé con mi cámara de fotos a la puerta de cuadrillas. Pedí permiso a Luis Miguel para hacerle una foto, pero volvió la cara y no me hizo caso. Cuando me acerqué a” Manolete”, mi voz temblaba (yo tenía 14 años). “Manolete” me miró, hizo una inclinación de cabeza y con una bondad infinita y muy cortésmente asintió, pero yo estaba tan nervioso y me temblaba tanto la mano que la foto no salió. Nunca más he temblado en mi vida, ni siquiera cuando en el Campamento de Milicias Universitarias hacíamos prácticas con bombas de mano o disparábamos granadas con un mortero.
Referente a la personalidad de “Manolete”, desde el punto de vista psicoanalítico, él estaba muy ligado a la madre. Doña Angustias, era una mujer con personalidad fuerte y marcada. Había sido esposa de dos toreros, uno de ellos el padre de “Manolete”. El diestro, en broma, le decía:.- “ Has tenido dos maridos toreros y ninguno valía un duro”.
Los toreros suelen estar muy enmadrados, menos los Bienvenida que estaban empadrados (Don Manuel, el Papa Negro tenía enorme personalidad). “Manolete” vivió muy dominado por el mundo de la madre y de las hermanas. Era el único niño de la familia y en aquella sociedad cordobesa, que no trataba igual a los niños y a las niñas, en aquél entorno de mujeres, era un rey.
Tuve mucha amistad con un íntimo amigo suyo del colegio, Pepe Gan, fotógrafo y cineasta ya fallecido, que fue compañero de clase de “Manolete”. Me habló mucho de él. Decía que era muy estudioso. El director de la revista “Dígame”, don Ricardo García “K-Hito”, muy amigo mío y de mi padre, me contó que al diestro le gustaba mucho pintar, y no lo hacía mal.
La personalidad de Manolete era retraída y tímida. Tenía un gran complejo de Edipo. Cuando se encontró con Lupe Sino, se enamoró como un niño, y como un adolescente. Lupe, le descubrió el amor y el calor humano. Un día, hablando de “Manolete” con “El Estudiante”, que había sido muy amigo, me comentó que “ Manolete le preguntó:” ¿Cómo puede un hombre salirse de una mujer?”.”El Estudiante” contestó: .- “ Yo lo he hecho muchas veces, de soltero, y me salía muy bien, pero tú eres otra clase de hombre”.
Luis Procuna, el bravo y simpático torero mexicano ( El “Berrendito de San. Juan”), me contó que coincidió con “Manolete” y Lupe Sino en la feria de Lima, y no salieron de la habitación del hotel en cuatro o cinco días. Es decir, que debía de ser una mujer que le acaparaba, con una personalidad extraordinaria. “Manolete”, hombre de una sola mujer, estaba desbordado por Lupe. Por el contrario, la madre no podía verla ni quería oír hablar de ella.
Quizás, si hubiera vivido “Manolete” más años, se hubiera ido a México a vivir con Lupe Sino. Allí le querían muchísimo y le respetaban en grado sumo. Él fue muy feliz en México. Hay un vídeo de Manolete cantando en la finca de Silverio Pérez, en Texcoco. Este genio mexicano del toreo me comentó que su amigo había sido del todo feliz en tierras mexicanas a diferencia de la cerrada sociedad cordobesa de aquellos años.
El famoso Toricuarto que da nombre a un libro de D.Fernando
PILAR.- En definitiva .¿ Cómo dibujaría el perfil psicológico de “Manolete”?.
DON FERNANDO.- Lo definiría como un Dios de cristal. Muy frágil. Y otra cosa, “Manolete” sufría en casi todas las corridas percances o momentos de riesgo indudable. Un día le preguntó a su apoderado: -¿ Por qué a Juanito Belmonte (se querían mucho “Manolete” y Juanito Belmonte), no le coge nunca el toro y a mí me tropieza casi todas las corridas.? . Camará le contestó:-Fíjate en los pies de Juanito, vuelan. Pero “Manolete” no se iba. Con motivo de la primera cornada en México, “Manolete” confesó: “ Vi que el toro venía vencido y me podía haber ido, pero si me voy, no soy Manolete”.
No puedo hablarte más de “Manolete” por el respeto y la devoción que le profeso, porque no le puedo comparar con ningún otro torero.
CARINE.- ¿Cómo se puede justificar la muerte de 6 toros en nuestra era, en nuestra sociedad?. ¿cómo le explicaría, en pocas palabras, a alguien que no ha visto nunca una corrida, qué se hace en una tarde de toros?
D.FERNANDO.- Tengo ese problema, con mis nietos que viven en Bruselas, la niña tiene 9 años y el niño tiene 7. Dicen: – “Al abuelo español le gusta mucho el Ole-Olé”. Mi nieto Antonio, que tiene una visión algo africana de España, cree que todavía soy aficionado practicante y al ver mis fotos toreando me recomienda: “-Ten cuidado con los búfalos que te pueden pinchar”. Creo que en la cultura actual, la muerte está negada. Antiguamente se ponían velas, cirios, se velaba al moribundo. Pero hoy en día la muerte de las personas es un trámite. Difícilmente ves a un muerto en su casa. (En cambio por TV ves muchísimos todos los días, caidos en guerras absurdas, o ahogados al hundirse las pateras). Hoy vas al tanatorio donde te lo hacen todo y ya está. Por añadidura, en buena parte del mundo existe ahora un bombardeo hipócrita por parte de los animalistas, que andan por ahí, bien financiados, para llamarnos “asesinos”. En alguna provincia nuestra nos llaman “españoles”, creyendo que así nos insultan más a fondo. Creo que con ellos es mejor no discutir, sería perder el tiempo.
Los toros no son un deporte. Es un sacrificio que tiene un origen religioso. Aunque sea un espectáculo y haya empresas y apoderados, es un sacrificio remoto, mediterráneo, quizás existan antecedentes en Anatolia o en el Oriente Medio, Grecia, Creta. Pero sobre todo, es profundamente español y de los países americanos de nuestra estirpe.
Un día, en una corrida por televisión, mi nieta, la de 9 años, que es medio belga, con cierta influencia hispana y alemana, me dijo: “ -el toro tiene pupa” viendo la sangre en el lomo. “Esto no es pupa” le dije, –“Esto es sangre española. A veces el torero también tiene sangre, pero nunca llora.”
Pase torero. Pintura de Don Fernando
PILAR.- Don Fernando: ¿qué relación existe entre la psiquiatría y la fiesta del toro?.
DON FERNANDO.- La psiquiatría es una rama de la medicina, pero también es una rama de la cultura. La psiquiatría puede ayudar a entender la tauromaquia, pero no puede explicar toda actitud del hombre ante la muerte. En una corrida están “Eros” y “Thánatos”, fuerzas de vida y fuerzas de muerte, ambas se agitan como una coctelera intensísima en una corrida. No todos los espectadores están preparados para pensar que la muerte del toro es premonición de que ellos también van a morir un día. Tienes que aceptar tu propia muerte.
¿Porqué mueren 6 toros?. Te diría, para recordarte que vamos a morir por lo menos 6 veces. Que cada día de la semana te mueres un poco. Cada día que pasa es un día más que vivimos y un día menos que nos queda de vida. No todo el mundo está preparado para aceptar la muerte ni para aceptar la sangre ni la destrucción del cuerpo humano, de tu vida interior, tu personalidad, tus recuerdos más queridos, lo que para Unamuno era el Yo y le hacía entender y padecer el sentimiento trágico de la vida. Los verdaderos aficionados saben aquello de que “ a los toros no va uno para divertirse” . Cuando le dan la vuelta al ruedo al toro y aplaudimos, estamos identificándonos nosotros mismos con el toro. Y homenajeando al toro. Y a nosotros nos hubiera gustado ser ese toro, que con honor, con nobleza y con dignidad ha sabido morir. Son pensamientos que tengo. No son estudios científicos. Es una aproximación cultural antropológica, no pretendo ahora un estudio científico. Creo que el toro durante la lidia, intuye que va a morir. El toro, al final junta las manos y es como si dijera:- Ya seguir, no merece la pena. Todo lo que empieza, acaba. Creo que el problema es de antropología cultural y de sentimientos.
En el famoso Toricuarto con Carine y Pilar Guardiola
PILAR.- ¿Por qué cree que se está perdiendo la afición?
DON FERNANDO.- Disminuye entre las masas rockeras y futbolizadas, así como en los espacios de la prensa y la televisión, pero no se pierde. Las iglesias de hoy están medio vacías. Cuando se acabó la misa en latín, que tenía su misterio y su poesía, el poeta Agustín de Foxá, Conde de Foxá, decía a sus amigos curas: “Vais a matar la afición”. Creo que España, ahora, es menos española. Falta españolía. El orgullo muy legítimo de sentirse español y la preocupación de ser español tiene que ver con lo más profundo de nuestra identidad. Creo que hay una crisis de valores hispánicos. El honor, la dignidad, el valor, la hidalguía… todo eso es el toro. Son figuras del toro y del torero, unido al sentimiento trágico de la vida que latía en la intimidad de don Miguel de Unamuno.
PILAR.- Para cerrar la entrevista. ¿Cómo un profesional de la psiquiatría definiría la tauromaquia?.
DON FERNANDO.- Recordando a Hemingway:” El toreo es un invento español. Lo inventaron los españoles a pesar de los extranjeros, que nunca los aceptarán”. Y hago constar que don Ernesto, el de los toros y los vinos de España, con quien hablé en tres ocasiones durante la temporada de 1959, nunca se sintió extranjero entre nosotros.
Otra de las pinturas muy querida por Don Fernando. Autor M.J. Ortíz
Una de las fotos preferidas.
Don Fernando en un pase muy torero.
Rincón de la biblioteca
El traje de luces
El famoso fotógrafo Pepe Gan
Uno de los libros que aunan historia y tauromaquia.
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