sábado, 2 de abril de 2016

RETAZOS TAURINOS (VI) / por EDUARDO SOTO


Ava Gadner 


RETAZOS TAURINOS (VI)

EDUARDO SOTO
Mérida-Venezuela, 2 de Abril de 2016.
  • En Venezuela el honor de ser la primera plaza del país en utilizar Alguacililla, correspondió a la Monumental de Mérida, cuando Rocío Grisolía, distinguida profesora de flamenco, tuvo el histórico privilegio de presidir el paseíllo en 2011.
Gloria Grisolía, primera mujer alguacilillo en Mérida

No podía ser de otra manera tratándose de la Ciudad de los Caballeros que, una vez más, pasaba a ser adelantada también en esta materia.

La segunda Alguacililla fue María Alejandra Lobo, de familia taurina y hermano aspirante a rejoneador, no pudo actuar en la última Feria, pues está finalizando sus estudios de Medicina y tenía pasantías fuera de la ciudad. La tercera es la jovencita Gina Sánchez, perteneciente a una conocida familia ganadera, estudiante de Veterinaria en la Universidad del Zulia y, al igual que sus antecesoras, consumada caballista como lo demostró en la reciente Feria del Sol.

Felicitaciones a las tres damas alguacilillas de Mérida, plaza en que ya comienzan a ser tradición, la cual se inicia ahora en San Cristóbal, pues este año María Lorena Ramírez fue la primera Alguacililla en la historia de la FISS. ¿Cuál será la próxima plaza?
  • Luis Mazzantini, de padre italiano y madre vasca, pasó a la historia por haber logrado imponer el sorteo de los toros, pues hasta entonces el principal matador, con el beneplácito del ganadero, escogía las reses que quería lidiar, con el consiguiente perjuicio para los demás toreros. El sorteo no se reglamentó hasta los años veinte, pero él lo exigía en sus actuaciones.
Don Luis, como se le conocía, era bachiller en Artes, pero el afán de fama y fortuna lo hicieron abrazar tardíamente la profesión de torero en 1884. Confirmó alternativa en Madrid a los 28 años de manos de Frascuelo y destacó como gran estoqueador. Se presentó en La Habana y se transformó rápidamente en un icono social, de allí siguió a Uruguay donde terminó de cuajar como torero, luego regresó a España, donde llegó a ser conocido como El Rey del Volapié y cobraba 6.000 pesetas por tarde a finales del siglo XIX, lo que constituía una buena suma para la época. Su esposa le había pedido que se retirara de los ruedos y cuando falleció en 1905, el torero se cortó la coleta que ató al cadáver para que fuera enterrada junto con ella.


Mazzantini fue una figura popular en su época, vestía elegantemente, se codeaba con la alta sociedad, tenía amigos artistas, frecuentaba la ópera y las tertulias literarias. Como político distinguido fue Gobernador Civil de Guadalajara y de Ávila, miembro de la Diputación Provincial y Concejal en Madrid, donde murió en 1926, a los setenta años de edad.


  • Yul Brinner, fue el primer actor de cine extranjero que inició simbólicamente un espectáculo taurino en España. Ocurrió en 1966 con ocasión de un festival a beneficio de los ancianos de Alicante, cuando inició el festejo como Alguacil y, al final, dio vuelta al ruedo en compañía de Curro Romero y el diestro local Francisco Antón “Pacorro”. Brinner se encontraba filmando los exteriores de El Regreso de los Siete Magníficos.
Saludo entre Paco Camino y Charton Heston 
en la Plaza de Pamplona

Hay otras conocidas estrellas con afición a los toros como James Dean, que veía con frecuencia corridas en México y practicaba toreo de salón y Charlton Helston que solía asistir a Las Ventas. Entre las actrices se recuerda a Marlene Dietrich, Grace Kelly, Audrey Hepburn, Sofía Loren y, por supuesto, Ava Gardner.

Canito admirando a Sofia Loren

 

Mención aparte merece el genial Charles Chaplin, que incluso fue aficionado práctico, quien decía que las corridas eran el espectáculo más completo pues reúne color, alegría, tragedia, valentía, ingenio, brutalidad, energía, fuerza, gracia y emoción.

Orson Welles entre Julio Aparicio y Antonio Ordóñez 
en la plaza de Ronda

Para rematar recordemos al célebre actor y director Orson Welles, quien en una visita a la propiedad que Antonio Ordóñez tenía cerca de Ronda, le manifestó su deseo que la finca fuera el destino final de sus cenizas. Welles falleció en Los Ángeles en 1985 y su hija Beatrice cumplió tal voluntad. Las cenizas fueron esparcidas en esas tierras dos años después.

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