lunes, 3 de octubre de 2016

FINITO EN LISBOA: TOREO ANTIGUO Y SEÑORIAL / por EL HOMBRE TRANQUILO



"...La semana pasada, ese toreo por compás de fado volvió a Lisboa con "Finito de Córdoba". De su actuación destacaría su gitanería tras rematar con la media verónica (por algo iba vestido de azabache) y su manera de salir de la cara del toro, marcando los pasos, que es como andaban los toreros antes de que se pusiera de moda salir pegando barrigazos y gritos al tendido..."


FINITO EN LISBOA: TOREO ANTIGUO Y SEÑORIAL

EL HOMBRE TRANQUILO
Tengo imborrables recuerdos de Portugal, país que tantas veces he visitado y al que quiero tanto como dice la canción de tuna. También tengo imborrables recuerdos de la Plaza de Campo Pequeno de Lisboa, maravillosa desde su fachada de cúpulas bizantinas hasta su peculiarísimo interior, donde para los españoles resalta su capilla - minimalista en todo - por sus dos sorprendentes cuadros de la Macarena y del Gran Poder como toda ornamentación, y para un cordobés, por la gran placa de mármol en recuerdo de "Joselito" y "Manolete".

No he visto la plaza de Lisboa después de su remodelación y cubierta para la Exposición Universal; espero que se hayan respetado - creo que sí, porque los portugueses son tradicionales - todos esos detalles y recuerdos de su interior, que hacen de Campo Pequeno un lugar del que se puede decir que allí vive la historia taurina portuguesa.

En esa plaza de Campo Pequeno, donde los toros se celebran los jueves de verano por la noche, he visto touradas de cavaleiros y forçados (que se pronuncia "forcados" y no "forzados", porque proviene de "forca" u "horca", especie de garrocha con dos puntas) y festejos de "toreo apeado". De todos ellos, recuerdo la "gran gala de toreo apeado" en la que se despedía de la afición portuguesa Antonio Chenel "Antoñete". Ese día saludé a Ángel Peralta, que actuaba en la parte ecuestre, a Manolo Montoliú, que no mucho después sería muerto por un toro en Sevilla, y al propio maestro, preocupado porque allí no se pican los toros. Luego, la actuación de "Antoñete" sería enorme, con una vuelta y dos vueltas al ruedo, es decir, tres orejas al cambio. Ese día pensé que al arte del maestro se le podía aplicar la definición del fado para Lisboa: "toreo antiguo y señorial".

La semana pasada, ese toreo por compás de fado volvió a Lisboa con "Finito de Córdoba". De su actuación destacaría su gitanería tras rematar con la media verónica (por algo iba vestido de azabache) y su manera de salir de la cara del toro, marcando los pasos, que es como andaban los toreros antes de que se pusiera de moda salir pegando barrigazos y gritos al tendido, como hizo el local el mismo día. Y también los lances de "Finito" sin paso atrás y los naturales de gran trazado. Si los apoderados y empresarios como los de toda la vida renacieran, se propiciaría una segunda carrera de "Finito" como torero veterano junto a otros diestros de corte "antiguo y señorial" como contrapunto de los de corte moderno y tecnológico que imperan.

Juan José Padilla es una de las figuras del toreo actual porque conecta con el público de todas las latitudes y porque se la juega. Sus redondos de rodillas son sólo para valientes. Siempre han existido diestros así y han triunfado con las mismas armas. Y si además eran tan listos como este "Pirata de Jerez", gozaban del mismo plus de simpatía del que goza Juan José.

En cuanto a Manuel Días, tiene una rara mezcla de buenos embroques, pases con reminiscencias técnicas de "Finito" y gestos de "fenómeno" de las nocturnas. Tuvo el mérito de no achicarse ante sus dos alternantes. Está muy nuevo y hay que esperar.

Espero poder ver en directo la próxima actuación de "Finito de Córdoba" en Lisboa, ciudad antigua y señorial que tanto recuerdo, y que toree con las mismas características que definen a la ciudad. Bueno, que toree siempre con esa categoría, incluso aunque no sea en Lisboa.


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