miércoles, 1 de febrero de 2017

HABLAMOS CON RAFAEL PEREA "EL BONI" / 'Banderillas Negras'


lunes, 30 de enero de 2017


Hay que torear bien con la capa y banderillear bien a los que cortan, a los que echan la cara arriba. Tener premura para que las lidias no sean tan largas en banderillas ni en capote. Cuánto menos estés delante de la cara del toro, mejor para el matador. Yo lidiaba y banderilleaba como si fuera el matador, pensando en la muleta. Siempre tuve claro que si él triunfaba yo también, pero con mi triunfo solo... 


HABLAMOS CON RAFAEL PEREA "EL BONI"


Para una generación, el nombrar a este torero era sinónimo del banderillero por excelencia. Un grn atorero de plata con una intensa y emocionante carrera en las filas del oro y de la plata. Miembro de una generación esencial en el toreo, nos relata una carrera de gloria en el toro con un final por escribir. Hablamos con Rafael Perea "El Boni"

¿Por qué torero?

Nací entre capotes y muletas. Mi abuelo y mis tíos fueron toreros. A mí tio Rafael le dio la alternativa Manolete en un pueblo y luego se la confirmó en La México. Mi afición me dio tarde. A los 16 me interesé por torear.
Empecé de salón y cuando me di cuenta estaba de novillero en Madrid.

Todo muy rápido

Sí. Un año sin caballos toreé setenta. Empecé en el espectáculo cómico, ya no lo hay por desgracia. Muchos nos hemos hecho en su parte seria, matando un becerro. Te servía como un trampolín a lo duro y bonito de esta profesión. Recuerdo vivencias con El Gran Kiki haciendo el pasacalles por la mañana, vestirte de osito, jugar con los enanos en su becerro y ponerte la chaquetilla para matar la parte seria. Te quitabas la chaquetilla y te ponías el mono para recoger las sillas de los músico. Todo se hacía con alegría y afición.

¿Cómo entró en el Toreo Cómico?

Antes, las cosas eran más naturales. Los negocios se hacían con un apretón de manos. En el centro de Madrid, en la Plaza Santa Ana, se juntaban todos los taurinos. Banderilleros con matadores en una acera, banderilleros con novilleros en otra, otra para sin caballos y otra parte para los empresarios de toreo cómico. 
Mi padre, que contaba con amistades, se lo dijo al Gran Kiki. Salí de sobresaliente en Trujillo y me vestí por primera vez de torero. Hice un quite, banderilleé.., Mi abuelo siempre decía "todo se acaba por dónde empieza" empiezas por los pueblos y acabas allí.  Había banderilleros mayores que te dejaban hacer de todo, te daban sitio. 
En esa época me daban quinientas pesetas al día que no era nada pero servía para la pensión y comer por ahí a cambio de mi trabajo. 
Todo lo hacía con cariño y guardo un gran recuerdo. Te forjabas como torero. Los toreros cómicos eran grandes aficionados que te enseñaban y en ratos, inclusos, toreábamos de salón. Una buena escuela.

Siendo usted alumno de la Escuela de Madrid y miembro de una familia tan torera, me llama mucho la atención el que usted se formara en este toreo cómico.

Era una escuela muy buena. Te hacía perder la vergüenza, te formabas como persona y te socializabas con todo el mundo. Contactabas con un mundo que no conoces estando con personas que son enanitos y que se sentían tan toreros como tú. Estabas con toreros cómicos pero que había un momento en el que pegaban, en serio, dos o tres pases de verdad. Me guiñaban el ojo y daban un pellizquito del toreo.  Eso era muy bonito y te daba a pensar que el toreo es muy grande. Desde afuera podías pensar que era la tecla más baja del piano y no era así. Es una parte más del teclado que, sin ella, no existe lo demás. Manolete aprendió la Manoletina del torero cómico Llapisera. Hay muchos pases que daban los cómicos que se han usado en el toreo . En la vida siempre estás aprendiendo, yo lo hago y estoy jubilado. Me doy cuenta de cosas que podía haber hecho pero necesitaría tres o cuatro vidas para hacer el 80% de las cosas que tienes en la cabeza.

Tras ello...

Seguí sin caballos. Mi padre iba con El Regio, le llevaba Zúñiga, y me vio en el campo el empresario. Le gusté y me apoderó. Fue una persona muy fructífera para mí y me enseñó muchas cosas, aprendí con él  ser torero. Me marcó mucho los pasos. Vas cuajando como torero y como persona.

Madrid fue clave

Siempre que toreaba allí dejaba buenas sensaciones pero no cortaba orejas. Toreé doce novilladas incluyendo dos San Isidro. Era un torero de buenas maneras pero sin rematar. Me tiré nueve años de novillero. El servicio militar en Melilla me rompió el ritmo y volví a torear sin caballos. Tocaba, como dicen ahora, resetearme y volver a hacer las cosas desde el principio. Me hizo madurar y pegué el salto a matador en Madrid con la corrida de La Oportunidad. 

¿Cómo aguantar nueve años de novillero?

Con mucha afición y el apoyo que tuve de mi familia. Mi padre ganaba un sueldo de banderillero y me daban lo que podían. Yo necesitaba el calor de mi familia, un techo, a mis padres y su apoyo. No me hacía falta más porque el dinero me lo buscaba. Trabaja descargando camiones, he sido muy "buscavidas" y nunca me ha faltado un duro en el bolsillo. Yo no quería más. El no tener de más era un acicate para arrimarme. Aparte de ser figura también estaba ese estímulo económico.

¿Cómo fue aquella corrida de La Oportunidad?

Es una historia bonita. Fui a hablar con Martínez Flamarique en 1989. Siempre me trató bien y me dijo que me ponía en una novillada. Le dije que no, llevaba ya muchas y ya tenía 27 años. Me dijo que había dos corridas de La Oportunidad en Madrid con el premio de matar Murteira en Madrid. 

Empecé a hablar con periodistas y tuve la aceptación inmediata de la prensa. Estaba preparado para la alternativa tras noventa novilladas picadas y más de ciento cincuenta sin picar. 
Estaban un día reunidos los periodistas y Chopera y había un camarero.

- ¿El de la alternativa en cuál va? 

- Cara la de Félix Hernández Barrera y cruz la de Isaías y Tulio Vázquez.

Salió cara y me dio la alternativa Manolo Cascales con Luis Cancela. La otra la mataron Raúl Galindo, Juan Carlos Vera y Morenito de Jaén. La de mis compañeros no fue buena y a mí me tocó un lote potable al que pude dar veinte pases con actitud y dar una vuelta al ruedo. Me colocaron en la de Murteira. 

Casi nada

Casi nada (risas). Lucí el mismo vestido salmón y plata con cabos en cristal que me hizo Justo Algaba para mi presentación de novillero en Madrid. Debuté, hice un anuncio para Coca-Cola y luego la alternativa. Es el único que tengo todavía. Me pusieron en la de Murteira con Bote y Palomar y al toro "Treinta y uno" le pegué quince pases cortando una oreja con fuerza, llevaba la espada de matar. La primera oreja de la feria. Me dieron una sustitución con mucha pelea porque, aunque me lo habían prometido, se la querían dar a otro torero. 
Espartaco, Manzanares y Litri. Miguel se cayó al estar con Hepatitis y al final me la dieron, tuve que hablar en la radio. Chopera respondió y me la dieron. Corté oreja a uno de Sepúlveda. Al otro le pinché tres veces cuando tenía las dos orejas; se lo brindé al rey. Yo usaba el mismo vestido pues tenía claro que era o vestido nuevo o toros a puerta cerrada.

Un trampolín

Toreé cuarenta apoderado por José Antonio Chopera por todas las ferias. Maté duras como Miura y Pablo Romero pero no estaba preparado mentalmente, me vino grande. Al año siguiente la cosa no fue igual y al tercer año, toreando en Madrid, vi que no. Estaba casado, la mentalidad me cambió y decidí volver a la plata como toda mi familia. 

Un paso que no fue definitivo

Estuve un año de plata y volví de matador. Toreé ciento veinte con Fernando Lozano y Chiquilín. Me respetaban y pude torear con los dos. Fue un año muy intenso pero volví al oro. Reaparecí pero me reconfirmé en la idea de ser banderillero. Victoriano Valencia me llamó y me dejó hacer a mí la cuadrilla entera, algo que no ha pasado en la vida en el toro. 
Fue la cuadrilla que, tras irse de Pedrito, estuvo con Juli, mala no era.

¿Qué sintió al ver que la vuelta al oro no funcionó?

Lo tomé muy mal. Tenía la frustración de dejar mi sueño de ser torero. Había triunfado de matador y tenía capacidad para ello. Cuando no maduras... para ser figura debes ser maduro en el toro y en la calle. A mí me faltó eso. Te cuesta, te culpabilizas, te dices cosas qué crees tenías que haber hecho. La vida me enseñó que hice lo correcto. Saqué adelante a mi familia, estoy muy tranquilo. Me he retirado dos años antes y no añoro volver a torear de banderillero. Sigo en el campo y me gusta torear con muleta y capote, me gusta crear. El pintor crea con el pincel, yo con mi estética y toreando despacio al natural. Yo en el campo siempre toreo de matador.

Volvamos a su paso a la plata después de ese año de oro. 

Pasé a Vicente Barrera y tras no llegar a un acuerdo me salí. Estuve toreando más de cien corridas suelto durante cinco años. Luego estuve con Esplá tres años maravillosos. Tras él, tenía ya amistad con Antoñete y estuve dos años. Aprendí mucho de él. He toreado con los mexicanos (Zotoluco se portó muy bien conmigo). Luego estuve con Manzanares padre hasta que Jocho se puso malo y me llamó El Cid para acabar con él diez años. Ha sido una vida muy intensa de banderillero en España y América con lo que eso conlleva en preparación y sacrificio. Estás siempre de exámenes siendo el toro el examinador. Para ir con figuras, o apruebas todos los días o...

¿Para ser buen banderillero hay que dominar capote, palos o las dos cosas?

Hay que torear bien con la capa y banderillear bien a los que cortan, a los que echan la cara arriba. Tener premura para que las lidias no sean tan largas en banderillas ni en capote. Cuánto menos estés delante de la cara del toro, mejor para el matador. Yo lidiaba y banderilleaba como si fuera el matador, pensando en la muleta. Siempre tuve claro que si él triunfaba yo también, pero con mi triunfo solo... 
Es importante andar bien con palos y capote.. Amoldas más con el capote pero si eres mediocre con los palos pegas pasadas en falso y el toro aprende. Hay que ser eficaz con los palos y bueno con el capote.

¿Qué pensó al ver a una cuadrilla dar la vuelta al ruedo sin triunfo del matador?

Le preguntaría al matador qué sintió él. Yo no daría la vuelta al ruedo.

Me llama la atención escucharle unos valores similares a los de Luis Miguel Campano, Julián Maestro, Lucio Sandín... ¿escuela de valores la de Madrid?

Escuela muy dura, real. No te admitían risas ni tonterías, te hacían trabajar. En la escuela que fundó mi padre con otros quince profesionales decidieron que Martín Arranz fuera el director porque no estaba ocupado y además valía para ello. Para los antiguos lo de la psicología, el hablar y entender, el dar espacio... no. Eso no lo hemos vivido nunca. Hemos vivido con el capón, el mierdecilla, el no tienes cojones... Esto es muy duro y hay que dejarse morir siendo una persona honrada. Esos valores estaban tan marcados que delante del animal se notaba y así lo hemos enseñado. Se han hecho buenos toreros.

¿Se han perdido esos valores?

No, lo sé por buena tinta. Los que están allí están marcados por el mismo patrón, es el sello personal de la escuela.

¿Se ha perdido el respeto a los mayores?

Totalmente. Los que quieren ser toreros desconocen a otros profesionales. Veo en el patio de cuadrillas una falta de respeto a los mayores. Otros sí respetan pero muchos dejan que desear. Cuando les ves delante de la cara del toro ves que hacen lo mismo con el toro que con las personas, no sirven para ello.

¿Sin respetar a los mayores no se sirve para estar delante del toro?

Sí, es fundamental en el toro y en la vida. Hay que respetar y escuchar a los mayores. 

¿Duro?

Real.

Usted estuvo en los años de subida, mantenimiento y dureza de El Cid, ¿básico la unión de la cuadrilla?

Ha sido un matador ejemplar. Todos los que estábamos en la cuadrilla seguíamos al capitán. Él marcaba la pauta y sabía la gente que tenía a su lado. Yo siempre les decía que no quería ser el mejor ni lo pretendía, quería que el mejor fuera Manuel y nosotros teníamos que ayudarle dejando que el toro llegara a la muleta en las mejores condiciones.

Usted luchó contra la Hepatitis, con viaje a Egipto fundamental.

Tardaba más en recuperarme y me daba problemas en la piel. Por ahí, decidí retirarme. Me costaba banderillear ya al final y mi amor propio no me dejaba hacer otra temporada más ganando dinero pero que otros hicieran mi trabajo. 
Decidí antes de Egipto mi retirada. En la última de San Miguel me metí en la furgoneta y le dije a Manuel que era mi último año. Le dije que me despedía y que era un cierre muy bonito para mi carrera. Hice el paseíllo y fue muy amargo, lloré a la mitad del mismo. Manuel me brindó el último toro, me dijo dos palabras y se nos cayeron las lágrimas. Fue muy emocionante y es un momento del que guardo un grandísimo recuerdo. 

Me enteré de lo de Egipto en enero. Supe de una empresa que se llamaba Sanantur que llevaba una persona que conocía de antes, la conocí en Tarragona dónde pegaba publicidad de toros. El que descubrió el Sofosbuvir era egipcio pero lo hizo en España. En su país hay 24 millones de afectados y él pidió que le dejaran un genérico en Egipto. Aquí cuesta sesenta mil euros y debes estar en Fibrosis 3 y yo estaba en la 1. No me quisieron curar el problema y si esperaba a que creciera el problema me afectaría al higado. Dije que si no me curaban, me curaba yo. En Egipto el tratamiento costaba 900 euros, !fíjate la diferencia!. Lo que me mandaron, Rivabirina, era de España. Increíble que cueste más aquí. He criticado mucho al respecto. Yo les decía que cómo con 37 años cotizando no me podían curar. Tener Hepatitis y que no te curaran hasta entrar en fase 3 es cómo si tienes un tumor y te dicen que no te lo curan hasta que no sea más grande. Fue el mejor dinero de mi vida.

Terrible lo que cuenta el torero. 
Ahora, apoderado, volviendo al toro.

He estado apoderando a Marc Serrano, le ayudo y ha toreado en México y Perú haciendo grandes progresos. Es un tío luchador, muy buen profesional que se abre camino y queremos volver a Madrid. Tiene ideas claras, trabaja, es inteligente. Vamos mucho al campo y yo estoy para torear (risas) con el mismo peso.

¿No le quedan ganas?

No, hay que tener la cabeza clarita. Sí me gustaría matar un festival, estoy para ello. Maté uno en Vauvert organizado por Marc Serrano, un regalo que me hizo al despedirme. Toreamos para Leclerq, una asociación que cura la enfermedad de los niño con una labor muy buena. Maté un toro de Virgen María y le corté las dos orejas, bien cortadas. Un espadazo le pegué y fue un día emocionante, el remate final de mi carrera.

De momento...

De momento. Alguna propuesta he tenido de matar una corrida en Madrid pero hay que tener los pies en la tierra, no es ni planteable. Mejor estar tranquilo, Madrid es mucho Madrid. Un festival sí lo haría pero sé que de lo que se trata es que vayan figuras y recauden más.

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