miércoles, 8 de febrero de 2017

Los liberticidas vallecanos / por Rafael Comino Delgado



Mucho está dando que hablar el caso de Román Zozulya , futbolista ucraniano del Betis, al que quería fichar el Rayo Vallecano, pero resulta que un grupo de hinchas de este club, pertenecientes a la más radical y extrema izquierda, es decir chequistas, comunistas de pata negra, de los de siempre, de los que si piensas diferente o vas a misa te pueden pegar un tiro en la nuca, han montado un gran escándalo acusando al mencionado futbolista de nazi.

Los liberticidas vallecanos

Rafael Comino Delgado
Mucho está dando que hablar el caso de Román Zozulya , futbolista ucraniano del Betis, al que quería fichar el Rayo Vallecano, pero resulta que un grupo de hinchas de este club, pertenecientes a la más radical y extrema izquierda, es decir chequistas, comunistas de pata negra, de los de siempre, de los que si piensas diferente o vas a misa te pueden pegar un tiro en la nuca, han montado un gran escándalo acusando al mencionado futbolista de nazi.

No sabemos si realmente es nazi, aunque él lo niega y en principio hay que creerle. Si creyeron a Rita Maestre cuando después de decir muchas veces "arderéis como en el 36", declaró no acordarse, ¿por qué no creer a este hombre? Lo que sí sabemos es que aquellos que de tal le acusan son de la más cruel y rancia extrema izquierda, intolerantes hasta decir basta, como siempre lo han sido, amantes del pensamiento único y de que a quien piense diferente hay que eliminarle. Eso está claro.

Ante esta situación uno recuerda, al menos yo lo hago, que los nazis y los fascistas (Hitler y Mussolini) tienen en su haber 50 millones de muertos, pero el comunismo que representan y ejercen los que se oponen a ficharle, debido a sus supuesta s ideas, tienen en su cuenta 150 millones de muertos simplemente por no ser comunistas. Por tanto en el caso de que Zozulya fuese nazi, ¿es que son ellos mejores que los nazis?. ¡No, no lo son, son iguales o peores!

Algo parecido pasó, hace unos años, con Salva Ballesta que iba a ser ayudante del cobarde entrenador del Celta (Abel Resino) y cuando se enteraron de que públicamente defendía a España, a su bandera, a la Guardia Civil, revocaron el contrato y el entrenador, que lo había pedido, no tuvo lo que tienen que tener los hombres para decir, pues si no viene Ballesta yo tampoco, pero bueno en la vida hay verdaderos hombres y otros que solo parecen hombres. Abel Resino luego fracasó en el Celta, como antes lo había hecho en el Granada, Levante y alguno más.

Una pregunta que debe uno plantearse ante este caso es, ¿por qué en España es legal la extrema izquierda y no lo es la extrema derecha? ¿por qué los rojos son aceptados y los fascistas no, si ambos son de la peor calaña? Lo justo, lo correcto, sería que ambas ideologías fuesen ilegales.

Esto quiere decir que en España las cosas no van bien, porque hay demasiada permisividad para la extrema izquierda que tantos muertos, tanta injusticia y tantos sufrimientos ha causado y sigue causando en el mundo.

En otro sentido, y no es asunto baladí, cada vez se oyen más voces de esa extrema izquierda, enemiga de la libertad, pidiendo que los médicos no puedan ejercer su "objeción de conciencia" ante el aborto provocado y, recientemente, el alcalde de Valencia ha ordenado quitar todos los signos cristianos de tanatorios y cementerios para no molestar a nadie. 

Si consiguen eliminar la objeción de conciencia por motivos religiosos, esto será "Archipiélago Gulap", y nos encaminaremos hacia una catástrofe de dimensiones incalculables. Otra más de las muchas provocadas por la extrema izquierda en España y el mundo.

El señor alcalde de Valencia, tan anticristiano él, probablemente no sabe que el número de cristianos va en aumento desde hace 2.000 años, época en que vivió Jesucristo, y ahora hay 2.180 millones de personas en el mundo seguidores del cristianismo, por tanto aunque él mande quitar todos los crucifijos de Valencia, quedarán muchos aún, y cuando deje el sillón que ocupa, será olvidado, o recordado solo por el mal que hizo, pero el cristianismo seguirá por los siglos de los siglos, haciendo el bien a los necesitados, dando de comer a los que no tienen y proporcionando cobijo a los que viven en la calle, cosas de las que su corporación no se ocupa.

¡Señor alcalde!, cuando se quede a solas trate de encontrar unos minutos para recapacitar y preguntarse, con sinceridad, ¿por qué odia Vd. al cristianismo si solo hace el bien? ¿qué no le parece bien de lo que predicó Jesucristo? Pregúntese también, ¿que ha aportado Vd. a la sociedad de verdadera utilidad para sus semejantes? A lo mejor obtiene respuestas en las que no había pensado.

Pero, insisto, hágalo con mucha sinceridad, porque ya sabemos que los inferiores , los mediocres, creen que siempre llevan razón.


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