sábado, 6 de mayo de 2017

11ª de feria en Sevilla. Faenón cumbre aunque sin espada de Castella y magnífica faena de Roca Rey / por J.A. del Moral.




Ambas obras tuvieron lugar frente a los dos mejores toros, tercero y cuarto, de la muy desigual corrida de Victoriano del Río. El de Castella fue premiado con la vuelta al ruedo. Posiblemente, la faena del francés fue una de las mejores de su vida. Roca Rey, por su parte, cortó dos merecidas orejas de su primer toro y poco faltó para salir a hombros por la Puerta del Príncipe de haber completado su faena al sexto con una buena estocada. Un magistral José María Manzanares estuvo muy por encima de los dos toros de su lote, el peor en conjunto del envío.


Faenón cumbre aunque sin espada de Castella y magnífica faena de Roca Rey

J.A. del Moral · 06/05/2017
Sevilla. Plaza de la Real Maestranza. Viernes 12 de mayo de 2017. Undécima de feria. Sol, nubes, viento y llovizna durante la lidia del sexto toro. Lleno de no hay billetes.

Siete toros de Victoriano del Río, incluido el sobrero que reemplazó al tercero, devuelto por su extremada cojera de los cuartos traseros. Ambos ejemplares llevaron el hierro de Cortés. Dieron muy desigual juego. Muy tardo y cuasi impracticable el que abrió plaza. Manso en varas y apenas posible por el lado derecho hasta rajarse el segundo. Nobilísimo el tercero. Bravo y con mucha clase el cuarto que fue premiado con la vuelta al ruedo pese al poco castigo que recibió en varas. Manso en varas y apenas manejable por el lado derecho el quinto, pésimo por el izquierdo. Y muy huidizo aunque manejable por el lado derecho y nulo por el izquierdo el sexto.

Sebastián Castella (malva y azabache): Media trasera baja, silencio. Estocada y cuatro descabellos, vuelta clamorosa.
José María Manzanares (celeste y oro): Gran estocada, aviso y gran ovación. Pinchazo y estocada caída, ovación.
Andrés Roca Rey (verde botella y oro): Estoconazo trasero perdiendo la muleta, aviso y dos orejas. Pinchazo hondo sin soltar, dos pinchazos más, estocada y cinco descabellos, aviso y palmas hasta salir a hombros por la puerta de cuadrillas.
A Caballo destacó Chocolate. Y Antonio Chacón en la brega y en palos. Como también en banderillas Rafael Rosa y Paco Algaba.

Dos acontecimientos ayer a cargo de Andrés Roca Rey quien por fin entró en Sevilla con todos los honores, más el que protagonizó Sebastián Castella en su grandiosa faena al magnífico cuarto, de nombre “Derramado” que fue premiado con la vuelta al ruedo por su gran e inagotable clase en la muleta.


Nada de particular llevó a cabo Castella con el muy tardón toro que abrió plaza, si a caso referirnos al largo e inútil empeño del espada francés mientras intentó meterlo en la muleta. Trance algo desesperante por la sosería del animal y el mucho tiempo que empleó Castella mientras, una y cien veces, no le respondió el burel ni por activa ni por pasiva.


Le decoración cambió algo con el segundo toro que manseó lo suyo en los dos puyazos que recetó Chocolate, con derribo incluido en el primer encuentro y muy bien en el asegundo tras agarrarse el magnífico picador pese a lo desde muy lejos que le vino el animal. El toro esperó mucho en banderillas y llegó franco aunque violeto por el lado derecho a la muleta. Manzanares se hizo con el toro enseguida. Muy tranquilo, firme, templado, magistral. Pero fue nada más empezar José María con la mano izquierda, cuando el toro se rajó por completo huyendo de su sombra, incluso cuando el joven maestro quiso volver a torear con la derecha. Con una gran estocada marca de la casa terminó Manzanares. Escuchó un aviso y una grandísima ovación recogida en el tercio.

Una vez devuelto a los corrales el renqueante tercero, fue sustituido por el primer sobrero. Un toro gigantesco con casi 600 kilos de peso y, afortunadamente, no por ello deslucido sino franco en su largo embestir. Nada más salir, Roca Rey saludó por buenas verónicas y revolera sin quitar luego en el tercio de varas que fue muy cuidado para que el animal no se viniera abajo. A tan certera decisión y tras ser banderilleado, sucedió la faena con la que Roca Rey pudo mostrarse en todo su esplendor. Con mando, con temple, con hondura en los redondos que levantaron clamores tras iniciar el trasteo con muy firmes estatuarios. Aunque hubo un instante de desconcierto cuando el toro huyó de un natural cual asustado, Andrés continuó muy tranquilo el trasteo, derivado a gran faena en la que predominó el toreo clásico sin que abusara de los cambios por la espalda ni de las arrucinas que suele prodigar en otras ocasiones. Faena coreada por toda la plaza con el público en pie en varios tramos. Fue la gran faena con la que Roca Rey entró en el corazón de la afición sevillana, ayer aumentada por centenares de aficionados de otros lares, especialmente por los muchos limeños que había en este Palacio Real del Toreo. Consumada la obra con una contundente estocada, los tendidos se tiñeron de blanco con una petición de las orejas que el palco no tardó en conceder, mientras no pocos pensamos que a poco que el sexto toro resultara posible, Roca Rey podría salir a hombros por la Puerta del Príncipe. Pendientes de este resultado, la corrida continuó triunfal con un magnifico cuarto toro que fue de los que yo llamo para cantarlo en latín. Un toro aprovechado de cabo a rabo por Sebastián Castella en una faena superlativa. La mejor y más redonda que le hemos visto y mira que han sido muchísimas. Si bien toreó con la derecha aun mejor al natural. Enorme Sebastián. Y la gente loca de emoción. Felicitándonos unos a otros por haber podido ser testigos directos en una tarde para el recuerdo. Las dos orejas las tuvo aseguradas Castella. Pero la necesidad de utilizar el descabello por lo poco efectiva que había sido la estocada, impidió que Sebastián lograra añadir trofeos a su grandiosa obra. No al desbordado entusiasmo de los espectadores que le obligaron a dar una vuelta al ruedo, paseada con tanto clamor como si hubiera llevado un rabo en la mano.


El manso que siguió desentonó de sus hermanos anteriores por su mansedumbre en varas y por esperar mucho en banderillas. El natural magisterio de Manzanares logró que el agua se transformara en buen vino con la mano diestra en sucesivas rondas empacadas. No así con la izquierda, por sacar genio el toro por ese pitón. Recobrando brillo la faena de nuevo con la derecha. Todo esperamos que Manzanares volviera a matar como suele. Pero pinchó antes de agarrar la estocada definitiva.

La lidia del sexto aconteció bajo la lluvia y con los tendidos llenos de paraguas. El toro, muy huidizo en principio, fue muy bien sujetado por Roca Rey por el lado derecho y la faena pareció tomar más que suficiente vuelo para que el diestro volviera triunfar. Cuestión imposible finalmente, quizá por alargar excesivamente el trasteo frente al animal, repentinamente descompuesto y la faena, por ello, ensuciada en sus tramos finales. No obstante, si Roca Rey hubiera matado pronto y bien, estoy seguro que habría cortado la tercera oreja que le hubiera permitido salir a hombros por la Puerta del Príncipe. Tras fallar repetidamente con los aceros, lo pudo hacer por la puerta de cuadrillas. Con este sabor agridulce terminó este desigual festejo en el que gozamos con dos cimas toreras inolvidables.

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