miércoles, 24 de mayo de 2017

Las Ventas. "El presidente enojado" / por Rafael Comino Delgado

Javier Cano, presidente de la novillada de Colombo

Si de verdad quiere a la Fiesta de los Toros creo que debería dimitir y no volver a subir al palco, para no hacerle más daño, no desprestigiar más la plaza y no hacer más el ridículo.


"El presidente enojado"

Rafael Comino Delgado
Catedrático de la Universidad de Cádiz
En la plaza de toros de las Ventas de Madrid hay un grupo de aficionados, naturalmente muy malos aficionados, entre los que cuento al presidente don Javier Cano Seijo, que van a la plaza ya enfadados y dispuestos a protestar por todo lo que ocurra (siempre que el torero actuante no sea de su agrado) aunque sea oportuno y esté bien hecho.

Por razones que se ignoran, su talante es el de permanentemente enfadados, al menos en la plaza de toros, y dispuestos a reventar las faenas que ellos de antemano deciden. Seguro que tal actitud debe tener un condicionante psicológico, alguna tara mental congénita o adquirida, que un buen profesional de la Psicología nos la aclararía.

La plaza de las Ventas es la primera del mundo por multitud de razones ampliamente conocidas, pero ello conlleva, o debe conllevar, el ser justa, muy justa. Se entiende que debe ser muy exigente, más que ninguna otra, pero siempre dentro de de lo razonable , dentro de la sensatez, y ocurre que estos malos aficionados a los que me refiero no están dentro de lo razonable, sino de lo que debemos llamar caprichoso e inmensamente injusto.

Actúan así porque no entienden de toros; puede ser que sepan muchas cosas de toros, que se sepan el día que nacieron, fueron bautizados, tomaron la alternativa y la confirmaron todos los toreros del escalafón; que sepan el nombre de todos los toros lidiados en las Ventas, desde que se inauguró, pero entender de toros , es decir, saber lo que está pasando entre el toro y el torero en el ruedo, eso no lo entienden. Y lo peor es que nunca lo entenderán porque para ello es necesario tener unas condiciones innatas, un sentimiento que ni tienen ni tendrán nunca. Por ello se dedican a protestar por todo, a exigir el cumplimiento del Reglamento a rajatabla, pero solo cuando les conviene para su objetivo, porque en otras ocasiones se lo saltan. Les falta ecuanimidad, clase y señorío.

Este grupúsculo de malos aficionados son los que intentaron reventar la faena del Fandi al quinto Fuenteymbro el día 17 de Mayo pasado, y los que el día 22 de Mayo pitaron cuando el novillero Jesús Enrique Colombo daba la vuelta al ruedo, tras haber tenido petición de oreja mayoritaria en su segundo novillo. ¡Actitud demencial, que viene de demencia!

La plaza de las Ventas, como decía, es la primera del mundo, pero este grupúsculo, que no son más allá de 10-15, o al menos esa es la impresión que da cuando se les oye pitar, la desprestigia y mucho. El resto de aficionados, buenos aficionados, deberían acallar de forma radical y abrumadora sus pitos injustos y caprichosos.

La actitud del presidente Sr. Cano Seijo es similar a la del grupo referido, pero desde el palco. Este señor pone cara de funeral, de enojado, como si estuviera allí contra su voluntad, aunque en realidad él lo quiere es sentirse importante.

Creo que este año ha decidido coleccionar minutos de gloria en el palco, y ya lleva varios. El día del Fandi tuvo, al menos, dos, cuando le negó poner un cuarto par de banderillas y cuando le negó la oreja. 

En la novillada otros dos, cuando se empeño en dar un puyazo más a un novillo que ya estaba picado (según todos los profesionales) y negándole la oreja a Colombo, con mayoría de pañuelos sin discusión, por tanto vulneró de forma flagrante el Reglamento, y ello le incapacita para desempeñar el cargo.

Si de verdad quiere a la Fiesta de los Toros creo que debería dimitir y no volver a subir al palco, para no hacerle más daño, no desprestigiar más la plaza y no hacer más el ridículo.

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