viernes, 19 de mayo de 2017

Se mascó la tragedia en Las Ventas / Por Paco Mora

Fotografía de Javier Arroyo

El quinto de la tarde -de Paco Medina- era un verdadero “killer” con dos pistolas por pitones, que veía menos que “Pepe Leches” y extendió el olor a tragedia en la atardecida madrileña. El valiente y pundonoroso Víctor, tercero de la cuadrilla de Fandiño, albaceteño de Hellín, le debe dormir esta noche en su casa al quite de la Virgen de Los Llanos, que le cubrió “in extremis” con su manto.




Se mascó la tragedia en Las Ventas

Alegría en Las Ventas del Espíritu Santo, que algo habrá tenido que ver en el asunto: la hermandad de los “cabreaos” se ha reconciliado esta tarde con David Mora, que ha sabido aprovechar los dos toros que se han salvado de una corrida infumable, tanto en lo que atañe a los de Parladé como a los de El Montecillo. David, que es el único que ha matado dos de Parladé, ha estado con ellos solvente, entregado y con momentos de toreo sosegado y armónico, sobre todo en el último, que ha durado poco pero que ha evidenciado temple y bravura al comienzo de la faena, y ha tenido el acierto de matarlo de un estoconazo cuando comenzaba a cantar la gallina. La sorpresa se ha traducido en una merecida oreja.

El quinto de la tarde -de Paco Medina- era un verdadero “killer” con dos pistolas por pitones, que veía menos que “Pepe Leches” y extendió el olor a tragedia en la atardecida madrileña. El valiente y pundonoroso Víctor, tercero de la cuadrilla de Fandiño, albaceteño de Hellín, le debe dormir esta noche en su casa al quite de la Virgen de Los Llanos, que le cubrió “in extremis” con su manto. Algunos dicen que el presidente podría haber evitado el desaguisado, pasando del tercio de banderillas. Pero si lo hubiera hecho, los “reventadores” que mandan en la Plaza de la madrileña calle de Alcalá se le habrían tirado a la yugular, porque “el Reglamento es el Reglamento”. Sobre todo, cuando se trata de privar a los chillones de su espectáculo favorito, que es ver pasarlas “ducas” a los toreros.

Curro Díaz se ha pasado por los muslos y por la barriga un “esaborío” Parladé y un astifino, descastado y geniudo pupilo de Medina. Y a fe, que quedarse quieto e intentar hacerles el buen toreo a semejantes galafates, con más peligro que sendas cajas de bombas, y hacérselo contra viento y marea en ocasiones, tiene mucho mérito. Yo no abrigaba ninguna duda de que el de Linares tiene catadura de figura del toreo, pero la prueba de hoy supongo que habrá sido definitiva para cualquiera que la tuviera. Parte importante del público venteño se lo ha reconocido con sus aplausos.

Con Fandiño no ha brillado en Las Ventas el sentido de la Justicia. Pues ha estado toda la tarde entregado y batallador y no le han reconocido tan siquiera el mérito de quitarse de en medio con dignidad uno de los toros más peligrosos que uno ha visto lidiar en su vida. Quizás de caer en otras manos el quinto de El Montecillo estaría todavía vivo en el ruedo de Las Ventas.

Ambos ganaderos tendrán que analizar el mal resultado de los productos imposibles que han traído a Madrid en esta fecha infausta para el recuerdo. Los dos son responsables de la “petardá” que ha resultado la octava corrida del San Isidro de 2017.

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