domingo, 9 de julio de 2017

El mejor homenaje a Víctor Barrio en Teruel / por Ángel G. Abad


Enrique Ponce, desmonterado en el minuto de silencio en memoria de Víctor Barrio - Antonio García

Venía Ponce además a enfrentarse por primera vez en su dilatada carrera a una corrida de Adolfo Martín, y le tocó en primer lugar uno nobilísimo que le permitió estar a sus anchas, que fueron muchas y buenas. Despaciosidad y temple derrochó por los dos pitones, que todo se lo permitía el adolfo, y todo se lo dio el torero. Ponce en estado puro

El mejor homenaje a Víctor Barrio en Teruel

Teruel, siete de la tarde. Como aquella tarde de hace un año. Curro Díaz pisa la arena, tras de sí Morenito de Aranda, y tras ellos, como aquella tarde, surge un torero vestido de grana y oro, que ocupa el sitio que dejó un eterno Víctor Barrio. Enrique Ponce completa el cartel de aquella tarde. «Teruel, de crespones negros. España entera te llora…», resonó en la plaza llena mientras las cuadrillas hacían el paseíllo descubiertas.

El mejor homenaje al torero que elevó su alma al cielo en esta plaza, en aquella tarde de luto, de dolor y llanto. Era el mejor homenaje, el maestro Ponce ocupando el hueco vacío del compañero muerto, arropando a los hombres que aquella tarde sufrieron con serenidad, torería y hombría la cara más amarga de la Fiesta. Los brindis al cielo se sucedieron, era el día de Víctor Barrio.

Y la ocasión se quiso realzar más con una corrida de Adolfo Martín, seis adolfos que no se comieron a nadie, porque, al margen de entrar en su mayor o menor presencia –Teruel no deja de ser una plaza de segunda–, les faltó casta, motor para que el gesto acabara en gesta. Tuvieron los primos de los victorinos nobleza en sus embestidas, pero el fuelle, ¡ay, el fuelle!

Ponce brinda al cielo en memoria de Barrioo– Antonio García

Venía Ponce además a enfrentarse por primera vez en su dilatada carrera a una corrida de Adolfo Martín, y le tocó en primer lugar uno nobilísimo que le permitió estar a sus anchas, que fueron muchas y buenas. Despaciosidad y temple derrochó por los dos pitones, que todo se lo permitía el adolfo, y todo se lo dio el torero. Ponce en estado puro, hasta más ajustado de lo que se prodiga en una faena que acabó con el público entregado. La estocada corta frenó quizás el doble trofeo. Y a por él se fue con el cuarto, también con la nobleza por bandera y la falta de empuje como platillo negativo en la balanza de su bravura. Otra vez Ponce entregado, de nuevo esa facilidad de maestro y esa raza de figura del toreo dispuesto a no dejarse ganar la partida en una faena de largo metraje, de la que se llevó otro trofeo.


FOTO JULIO MAZA
FOTO JULIO MAZA

Curro Díaz no tuvo la suerte de cara con un lote que apenas le dejó lucir sus cualidades en momentos aislados. La exquisitez de algún muletazo suelto. Un remate aquí, uno de pecho allá, salpicaron una tarde sin mayor poso que el volver a estar sobre la arena del coso turolense.

Quien sí pudo mostrarse en plenitud fue Morenito de Aranda, espléndido con la muleta, especialmente toreando al natural al tercero. Ajustadísimo, con la inspiración del mejor toreo, con el valor de una apasionada lucha. Bien de verdad el de Burgos, que tuvo el detalle de brindar el sexto a sus compañeros. A ese toro, el más en el tipo de toda la corrida, lo volvió a torear muy bien por los dos pitones, cuajando una faena que fue siempre a más y que caló hondo. Pinchó antes de una estocada y se llevó otra oreja.

Fue el mejor homenaje a Víctor Barrio.

Morenito de Aranda, en un derechazo– Antonio García

FICHA
PLAZA DE TOROS DE TERUEL. Sábado, 8 de julio de 2017. Corrida homenaje a Víctor Barrio. Casi lleno en los tendidos. Toros de la ganadería de Adolfo Martín, desiguales de presencia, nobles pero escasos de casta.
ENRIQUE PONCE, de grana y oro. Estocada corta (oreja). En el cuarto, pinchazo hondo y dos descabellos (oreja).
CURRO DÍAZ, de azul marino y oro. Estocada baja (ovación). En el quinto, estocada desprendida(ovación).
MORENITO DE ARANDA, de rioja y oro. Estocada desprendida (oreja). En el sexto, pinchazo y estocada (oreja).
Se guardó un minuto de silencio al finalizar el paseíllo.

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