viernes, 7 de julio de 2017

Hemingway y los Sanfermines / por Enrique Amat


Antonio Ordóñez ante el monumento a Ernest Hemingway


La celebración estos días de las fiestas de San Fermín trae al recuerdo al escritor estadounidense Ernest Hemingway, quien con sus novelas y reportajes popularizó estas fiestas pamplonesas por todos los rincones del mundo.

  • Como opina Fernando Claramunt: “al escribir de toros y toreros se dejó llevar de su intuición, de su pasión, de su santísima intolerancia y de sus inapelables sinrazones y manías. En esto era tan español como nosotros”.

Hemingway y los Sanfermines

La celebración estos días de las fiestas de San Fermín trae al recuerdo al escritor estadounidense Ernest Hemingway, quien con sus novelas y reportajes popularizó estas fiestas pamplonesas por todos los rincones del mundo.

Y es que la tauromaquia estuvo presente en muchas de las obras de este singular, polémico y polifacético escritor. Así sucede en Fiesta, su primera novela larga, editada en 1927. Tal vez la más cuidada y para gran parte de la crítica, la mejor de todas.

Encarnado en uno de los protagonistas, Robert Cohn, Hemingway es el eje central de una historia donde juegan un papel protagonista las fiestas de San Fermín y un matador de toros. En la ficción, Pedro Romero, quien estaba inspirado en la figura de Cayetano Ordóñez Niño de la Palma, con quien al escritor le unía una gran amistad. Su argumento narra la historia del viaje a Pamplona de un grupo de americanos e ingleses exiliados en París en los años veinte, y el reencuentro entre Brett Ashley y Jake Barnes, quienes durante la guerra vivieron una intensa relación.

Es una novela donde España aparece como un país exótico, lleno de folclore, flamenco, mujeres, toros, vino y diversión. Todo aquello que deslumbró a este escritor americano durante sus visitas a nuestro país. Por eso, más de ochenta años después de publicada, Fiesta sigue siendo una obra de culto. Todo un misterio literario que propició que las fiestas de San Fermín de Pamplona alcanzaran una proyección mundial. Y gracias a ella se dio a conocer la fiesta de los toros por todo el mundo. Y es parte de la razón de que tantos extranjeros se den cita en las calles de Pamplona estos días. Ernest disfrutó de las fiestas durante muchos años, y su presencia en la terraza de la cafetería Iruña de la Plaza del Castillo se convirtió en un icono de la ciudad. En España asistió no solo a las fiestas de San Fermín en Pamplona, sino que siguió a toreros por muchas plazas. Las corridas de toros le impresionaron de tal manera que su pasión taurina llegó a ser una constante a lo largo de toda su vida.

Ernest Millar Hemingway nació en Oak Park, Illinois, el 21 de Julio de 1899. Hijo de un médico de Chicago, desde muy niño sintió una gran afición al campo, a la caza y a la vida al aire libre. Este hecho, unido a su espíritu aventurero, definió su existencia. Hemingway fue un hombre de acción, enamorado de la caza mayor, de la pesca de altura, de los toros y el boxeo, de la belleza y de la muerte.

La eficacia y expresividad de su estilo, lleno de fuertes imágenes y brillantes descripciones de variados ambientes, le hicieron alcanzar gran éxito. Fue galardonado con el premio Pulitzer por su novela El viejo y el mar y en 1954 le fue concedido el premio Nobel de Literatura.

Hemingway sufrió una depresión paranoide con brotes de alcoholismo que desembocó en su suicidio el 2 de julio de 1961. De Ernest se suele contar la anécdota referida a otro torero, Juan Belmonte, quien cuando le comunicaron la noticia de que Ernesto se había suicidado, sólo dijo dos palabras: “Bien hecho”. Y poco después, en abril de 1962, él haría lo mismo.

Por su parte, Muerte en la tarde fue publicada en 1932. Se trata de una suerte de tratado de tauromaquia, que cuando se publicó pasó desapercibido. Sólo tras la concesión del Premio Nobel de Literatura a su autor, tuvo el libro una segunda vida mucho más feliz que la primera. Se trata de un testimonio de primera mano sobre el mundo de los toros y también una obra discutible por lo arbitrario de sus juicios sobre los toreros de la segunda mitad de los años veinte. Eso sí, con interesantes alusiones a toreros legendarios como Niño de la Palma y Manuel García Maera. En España se publicó por primera vez en una edición por capítulos de la revista La Gaceta Ilustrada a principio de los años 60 y fue bastante mejor recibida que El verano sangriento. Con todo, siempre ha sido criticada por su falta de rigor y por los escasos conocimientos que demuestra. Al comienzo del libro se dice: “Creí que encontraría un espectáculo simple, bárbaro y cruel, y que no me gustaría; pero esperaba también encontrar en él una acción definida, capaz de darme ese sentimiento de la vida y de la muerte que yo buscaba con tanto ahínco.”

Dominguin (con camisa negra), el escritor norteamericano Ernest Hemingway (junto a Ordoñez) instantes que plasmo en su libro “Verano Sangriento”.

El verano sangriento cierra su trilogía sobre la fiesta de los toros. En este libro, sus tres personajes centrales son Antonio Ordóñez, Luis Miguel Dominguín y, por encima de ellos, el propio Hemingway. Desde el punto de vista taurino, la obra puede ser calificada como un testimonio original, aunque, eso sí, algo ficticio y basado en la imaginación del autor. Una obra centrada en la competencia que a lo largo la temporada de 1959 mantuvieron en los ruedos los citados Dominguín y Ordóñez. Dos espadas quienes a su vez eran cuñados, ya que Antonio Ordóñez estaba casado con Carmina, hermana de Luis Miguel, y ambos compartían el mismo apoderado, Domingo Dominguín. El reportaje refleja los mano a mano celebrados entre ellos durante aquel verano de 1959. Ernest Hemingway presenció todas estas corridas, en las que coincidieron los cuñados. Una de las primeras fue la celebrada en Valencia con motivo del centenario de esta plaza. Luego lo harían el 14 de agosto en Málaga, el 15 en Bayona, el inmediato 17 en Ciudad Real y el 21 en Bilbao.

En su primera edición, El verano sangriento fue tan sólo un reportaje en tres capítulos que publicó la revista norteamericana Life, en septiembre de 1960. En su momento fueron un completo fracaso. Luego, su versión completa se editó en formato de libro en 1985.

Hemingway tuvo muchos detractores, como Gregorio Corrochano, y es que Ernest creyó todo lo que le contó el torero Sidney Franklin. Como opina Fernando Claramunt: “al escribir de toros y toreros se dejó llevar de su intuición, de su pasión, de su santísima intolerancia y de sus inapelables sinrazones y manías. En esto era tan español como nosotros”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario