jueves, 14 de septiembre de 2017

1ª de feria en Salamanca. La sublime naturalidad de Talavante y la barroca torería de Ferrera / por J.A. del Moral ·



Los dos salieron a hombros. Antonio Ferrera sumó una oreja de cada uno de sus toros de Hermanos Garcia Jiménez de los que sacó más de lo que tenían. Alejandro Talavante, sin suerte alguna con el segundo toro, la halló de pleno con el mejor toro de la tarde del que cortó dos orejas. Exquisita su faena, con mucho la mejor del festejo. Cayetano no anduvo como en sus mejores ocasiones aunque mató muy bien al sexto toro.

  • No quiero terminar esta crónica sin referirme al gran peón de brega y gran banderillero Iván García. Es tan bueno, ayer volvió a demostrarlo, que merecería vestir con ternos adornados con los hilo dorados de los matadores.

La sublime naturalidad de Talavante
 y la barroca torería de Ferrera

J.A. del Moral · 14/09/2017 
Salamanca. Plaza de La Glorieta. Miércoles 13 de septiembre de 2017. Primera de feria. Tarde medio calurosa con rachas de viento y algo más de media entrada. 
Seis toros de Hermano García Jiménez. Bien aunque justamente presentados y de juego desigual con predominio de los deslucidos aunque con general fondo de nobleza. Sobresalió el excelente quinto. Manejables sin clase primero y cuarto. Pésimo el segundo. Indefinidos tercero y sexto.

Antonio Ferrera (turquesa y oro): Buena estocada, oreja. Estocada y descabello, aviso y oreja. Salió a hombros.
Alejandro Talavante (almirante y oro): Estocada, palmas con saludos. Media muy efectiva, dos orejas. Salió a hombros.
Cayetano (tabaco y oro): Cuatro pinchazos y estocada, silencio. Gran estocada, palmas de despedida.

Tanto en la brega como en banderillas, sobresalió Iván García.

Una vez más en Salamanca….. “reluciente maravilla, académica palanca de los mares de Castilla…” Se agolpan los recuerdos de aquellas ferias inigualables. La mejor con mucho de las septembrinas. Ambientazo. Apasionantes tertulias en el desaparecido Gran Hotel. Memorables almuerzos en El Río de la Plata, cercano a la maravillosa Plaza Mayor… Una vez presenté uno de mis programas en Telemadrid situado al otro lado del Tormes con el inigualable fondo de las catedrales y de los fantásticos edificios de alrededores. Le dije a mi cámara, Ramón García, que arrancara antes de empezar a hablar: “… Salamanca es una ciudad avellana y plata que se pone dorada en el atardecer…” Ramón, emocionado con mis palabras, se paró y me pidió que repitiera. Y así lo hice al tiempo que volvimos a emocionarnos los dos…

La hermosísima ciudad continúa donde y como estuvo siempre. Pero el ambiente taurino ha desaparecido casi por completo. Y la proverbial sabiduría de la plaza de La Glorieta, otro tanto. ¿O será que ya tengo demasiados años? Dejémoslo ahí..

El cartel original de la corrida de ayer, contaba con Morante y con Manzanares… Solo quedó el también anunciado Talavante y los dos “caídos” fueron sustituidos por Antonio Ferrea y por Cayetano que esta temporada, entre que el quiere torear más y tantas sustituciones, le están cayendo muchos, no sé si demasiados, compromisos… Su caso es que, junto a tardes buenas y hasta muy buenas, sobre todo cuando se acuerda de los ademanes de su inolvidable abuelo, Antonio Ordóñez, y me descubro al nombrarle, da gusto verle. Pero, ay, Cayetano carece de experiencia y su oficio todavía no está asentado ni creo que nunca lo estará… Muchas veces pienso al verle tan plantado y tan torero que fue una pena que no se decidiera a serlo en sus primeros años juveniles. Y lo digo además de con pena, con afecto porque fueron muchos años junto a su familia, ya todos en el otro mundo y prematuramente… Quedan vivos y a la postre gozando de la felicidad que merecen Francisco y Cayetano porque ambos tuvieron la adolescencia más amarga que nadie pueda imaginar. Se han merecido, pues, todo lo que han ganado y lo que en sus particulares vidas han conseguido. Pero el toreo es durísimo y, su devenir, incierto y muy difícil de llevar a cabo con la regularidad triunfal que distingue a las verdaderas figuras.


He visto torear a Cayetano hace muy pocos días en Murcia y ayer en Salamanca y no tan bien como en otras corridas anteriores. Es cierto que su lote de ayer no fue todo lo grato que todos hubiéramos querido y, sobre todo, él. Pero lo cierto y verdad es que le faltó cómo hallar las teclas y como descubrir resolverlas. Resolver. Ahí es nada. Recuerdo ahora la conversación que mantuve con El Juli sobre el Cayetano de sus muy retrasados comienzos. Ante mis elogios, Julián me preguntó: “¿Pero resuelve?” La pregunta aún está por resolver del todo.
Ayer le vimos muy enfadado cuando arrojó la muleta al callejón violentamente tras sus repetidos fallos a espadas al matar al tercer toro con el que no había estado a gusto, y como lo que le sobra por todos los poros de su cuerpo en raza, mató al sexto maravillosamente bien.


Por contra, la veteranía y el ya muy largo oficio de este Antonio Ferrera de la actualidad que no tiene nada que ver con el “Ferrari” de sus primeros años, le han llevado a donde está últimamente: a torear con calma. La calma de Ferrera es la que le permite torear con esa torería barroca que prodiga tanto con el capote como con la muleta. El Ferrera actual se siente en cada lance y en cada muletazo. Se siente y se nota que lo disfruta. Es decir, que Ferrera está muy a gusto últimamente. A sus dos toros de ayer y sobre todo al cuarto, les sacó bastante más de lo que no pareció que tenían dentro. Y así le fue. Una oreja de cada toro y a hombros junto a Talavante.


Andaba esta temporada Alejandro un tanto a medio gas. Pero hace pocos días en Valladolid y ayer en Salamanca, hemos podido disfrutar del mejor. Vamos que se le han levantado los ánimos y por eso su toreo mayestático a la vez que alado y hasta sublime, toma cuerpo de naturaleza. Naturaleza natural la suya. Porque cuando está en vena, su capote y su muleta parecen miembros de su propio cuerpo. Prolongación de sus nervios y que alrededor de ellos corre la misma sangre.


Su primer toro, el tercero, huía de sí mismo, como de su propia sombra y fue casi imposible sujetarlo. Pero el quinto fue de los que se acoplan con el torero y Alejandro lo bordó. Tanto, que no importó que lo matara de un espadazo defectuoso. Las dos orejas cayeron con la misma naturalidad con que había toreado el extremeño.
No quiero terminar esta crónica sin referirme al gran peón de brega y gran banderillero Iván García. Es tan bueno, ayer volvió a demostrarlo, que merecería vestir con ternos adornados con los hilo dorados de los matadores.

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