martes, 5 de septiembre de 2017

COLOMBIA. Muerte infame / Por Jorge Arturo Díaz Reyes. Cali.


Elmer Agudelo. Foto cedida por "El Fito" Hurtado


La semana pasada un sicario asesinó en Palmira (Colombia) al fotógrafo taurino Elmer Agudelo. Tenía 56 años y como todos, un mundo, una familia y amigos que le apreciaban, yo entre ellos.

Muerte infame

Cali, 5 de septiembre 2017
Quizás no ha sido el odio antitaurino móvil del atentado. Desconozco información al respecto. Pero entre la indignación y el pesar tampoco he podido espantar asociaciones mentales involuntarias. En este país, el auge de la cobarde modalidad homicida coincide con el auge de la ferocidad contra las corridas de toros. No parece fortuito.

A diferente nivel, en una sociedad enferma de sicariato, brota la intolerancia violenta contra la muerte ceremonial, publica y cara a cara del toro. Único animal que el hombre mata en condiciones de igualdad. La condenan precisamente por eso. Mientras aprueban el asesinato aleve y masivo de todos los días en los mataderos y demás escenarios. Nos conviene dicen y comen.

Es otra manera de concebir la decencia, la vida, el derecho. Lo malo de las corridas no es matar, lo malo es hacerlo a la vista, con respeto, liturgia y oportunidad de defensa. Una ética o antiética, que, vendida desde medios y sectores políticos ávidos, bajo la falsa etiqueta de piedad animalista, quieren generalizar. A las buenas o a las malas, con sofisma o asonada, por la fuerza o el decreto.

Más que una discusión jurídica sobre lo que unos ven como espectáculo bárbaro y otros como rito de honor. Es la confrontación de dos morales incompatibles. La estética y los valores épicos del toreo insultan cada vez más la hipocresía de una cultura que chorrea muerte infame por todos lados.

El traicionero ataque a Elmer, frente a su casa, por uno que bajó de una moto sin quitarse el casco, disparando repetidamente y huyendo de inmediato, nos lo vuelve a restregar en la nariz, a todos. El puesto en el callejón de Cañaveralejo junto a la puerta Señor de los Cristales ha quedado vacío.

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