Corren tiempos, donde las grandes inteligencias brillan por su ausencia en la Tauromaquia. Ellos se lo pierden.
Qué difícil es saber de Tauromaquia y más aún, poder manejarse intelectualmente en este mundo de pasiones y sentimientos.
LOS INTELECTUALES ANTE LA TAUROMAQUIA DEL SIGLO XXI
Presidente AIT
En pasados siglos hubo un importante maridaje entre los intelectuales y el mundo de la Tauromaquia, al punto de que hay una larga lista de hombres que poseedores de grandes y lúcidos conocimientos en las letras y las artes, algunos de ellos premiados con el Nobel, o de significativas y altas cotas en la pintura, la escultura, la poesía, el arte dramático, la música y otras expresiones artísticas, que abrazaron con entusiasmo el mundo de los toros.
Esto, que antes era muy frecuente, hoy es cada vez más raro, llegando a ser casi excepcional. Pero es algo muy comprensible. La gigantesca oferta de opciones de ocio que recibe un individuo de nuestro tiempo, es mil veces superior a la que existía hasta hace unos pocos años. La revolución de las comunicaciones ha sido una de las causas más importantes de este distanciamiento. Con ella ha llegado una auténtica avalancha de información difícil de ignorar para mentes despiertas que están deseando encontrar algo nuevo y sobre todo contemporáneo.
Y la Tauromaquia es todo lo contrario, es milenaria, antigua y lo peor, hoy denostada por una parte de la sociedad que, por influencias foráneas, se ha instalado en corrientes, que apuestan decididamente por la sensiblería en cuanto a la comprensión del mundo natural y de la relación del hombre con los animales.
Los que amamos la Tauromaquia, sabemos que su comprensión y conocimiento no es nada sencillo para quienes se interesan en ella, porque tienen que pasar años para que un curioso avezado, comience a dominar los aspectos más elementales y lógicos de este enfrentamiento entre el hombre y un toro bravo, y más tiempo aún, para conocer los detalles técnicos de la lidia y los secretos ocultos del toreo.
Los aficionados tenemos que aceptarlo estoicamente. Qué difícil es saber de Tauromaquia y más aún, poder manejarse intelectualmente en este mundo de pasiones y sentimientos, que juega con valores humanos muy rotundos o con sufrimientos muy íntimos. Y si además, se corre el riesgo de que una parte de la sociedad te condene por esta afición, muchos prefieren dejarla pasar.
Esto nos permite explicarnos cómo en el mundo del twiter, la apuesta por la Tauromaquia sea lejana y distante para gente que tiene como oferta comprender otros fenómenos sociales con menor esfuerzo intelectual, y probablemente, encontrando muy buenos niveles de satisfacción y entretenimiento en esas opciones de ocio.
Pena da por ellos, que se lo pierden. Son estos tiempos, donde las grandes inteligencias brillan por su ausencia en la Tauromaquia.
Qué difícil es encontrar en este siglo, artistas o intelectuales como Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Gerardo Diego, Federico García Lorca, José María Cossío, Ruano Llopis, Rafael Alberti, Antonio Machado, José Bergamín, Santos Saavedra, Mariano Benlliure, Francisco de Goya, Salvador Dalí, Pablo Picasso, Ernest Hemingway, Orson Wells, y tantos otros, todos ellos grandes aficionados a los toros.
Claro, cuando en estos tiempos aparece un aficionado con paciencia, inteligencia y la mente despejada, logra un Nobel, como Mario Vargas Llosa, pero la verdad es que hombres como éste son islas en un océano, donde nos decantamos por cosas más fáciles de explicar, que se entiendan, de ser posible, en 148 caracteres.
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