domingo, 8 de julio de 2018

3ª de San Fermín en Pamplona. Broncazo al alcalde con triunfo y desgracia de Paco Ureña / por J.A. del Moral



 J.A. del Moral 08/07/2018
La gran bronca que tuvo que aguantar el actual Alcalde de Pamplona al ocupar el palco presidencial fue de las que hacen época. Se la tenía más que merecida este fatal munícipe colocado en la cúspide del Ayuntamiento de la capital navarra gracias a una de las muchas coaliciones de los partidillos de extrema y neo izquierdas, separatistas y exterroristas que tanto nos están jorobando actualmente a los españoles, por la malintencionada decisión del actual presidente del partido socialista. España vive un desgraciadísimo hundimiento por culpa del tal Pedro Sánchez que ni siquiera preside el Gobierno tras unas elecciones generales sino gracias a una moción de censura lograda con la interesada aquiescencia de todos los enemigos de nuestra Patria. Pero esta catástrofe política no ha logrado acabar con nuestras fiesta ni, por ende, con la Fiesta Nacional que en Pamplona es santo y seña de los Sanfermines. Hace días que el ayer abroncado alcalde había sugerido que las corridas de toros fueran suspendidas aunque no los encierros. Barbaridad imposible porque sin corridas sobran los encierros. 

En fin… que así están comenzando estos Sanfermines de 2018 que en lo netamente taurino ayer vivieron la primera corrida de toros formal de la feria con reses magníficamente presentadas de Puerto de San Lorenzo en la que destacaron con notable diferencia dos, los lidiados en segundo y cuarto lugares. Especialmente este cuarto de nombre “Cuba”. Apelativo y derivados que pertenecen a una de las mejores familias de otrora prestigiosísimo encaste Atanasio Fernández.


Un toro de los que llamo “para cantarlo en latín” que le correspondió en suerte a la vez que en doble desgracia al matador murciano Paco Ureña. Digo doble desgracia porque el torero no estuvo a la altura de su excepcional oponente y, para colmo de la mala suerte, resultó gravemente herido al entrar a matar. 

Dramática escena que el diestro protagonizó irrazonablemente por negarse a ser conducido a la enfermería mientras sangraba abundantemente en una angustiosa por larga espera hasta que el animal dobló. Tan heroica escena, sin embargo, no terminó con la concesión de las dos orejas del toro sino solamente con una que fue el trofeo que verdaderamente mereció Ureña, ayer increíblemente por bajo de su excepcional oponente. Suerte, pues, que añadida a la desgracia del percance definieron el momento culminante de este festejo en el que también logró un solitario trofeo el valenciano Román, asimismo afortunado con otro de los dos mejores toros de la corrida, segundo de la tarde, Los demás, con sus altos y sus bajos, no dieron ni de lejos el gran juego de los mencionados, sorteando los dos peores José Garrido que se fue de vacío.



Pamplona. Plaza Monumental. Sábado, 7 de julio de 2018. Tercera de Feria. Tarde agradable tras momentos de lluvia y lleno de no hay billetes.
Seis toros de Puerto de San Lorenzo, serios, grandes, abiertos de pitones y de juego desigual, destacando los dos mejores con mucho del envío, el segundo y sobre todo el que hizo de cuarto, de nombre “Cuba” que debió ser premiado con vuelta al ruedo y hasta quien sabe, indultado por el espada que lo mató.
Paco Ureña (blanco y oro): Estocada, palmas, Estocada resultando cogido y herido, aviso y oreja. Pasó a la enfermería con una cornada en la pierna derecha.
Román (aguamarina y plata): Estocada, oreja. Estocada y descabello, silencio.
José Garrido (grana y oro): Estocada caída y dos descabellos, silencio. Estocada caída, palmas.

Parte facultativo de la cornada de Ureña: Cornada de 15 centímetros en el muslo derecho que alcanza la cara interna del fémur y causa destrozos musculares y abundante hemorragia. Pronóstico menos grave.

Destacaron en varas, en la brega y en banderillas. Vicente González, Curro Vivas, Victor Hugo “Pirri” , Azuquita, César Fernández, Raúl Martí, El Sirio, Mnuel Larios y José María Amores.


La cornada sufrida por Paco Ureña en trance realmente dramático por negarse el torero a que le llevaran a la enfermería mientras sangraba abundantemente y haciendo caso omiso a cuentos intentaron convencerle para que abandonara el ruedo hasta que, por fin, dobló el animal y las asistencias se llevaron al herido ya desmallado en volandas, fue el colofón de un festejo que no fue a mayores en los dos toros que quedaban por lidiar. El drama, desde luego que tapó, la insuficiente actuación del torero lorquino, últimamente caído en sucesivas desgracias y, debido a ello, muy por bajo de sus mejores momentos. Lo lamentamos profundamente. Pero cuando un torero resulta cogido y herido consecutivamente, es normal que su rendimiento baje con respecto a sus mejores actuaciones que en el caso de Ureña, le venían conduciendo hacia un puesto de mayor privilegio que el que todavía ocupa.


Dicho esto con todo respeto al herido aunque también fiel a nuestra misión en pos de la verdad, otro tanto cabe decir sobre la otra actuación premiada de la tarde. La de Román con el segundo de El Puerto de San Lorenzo, del que también cortó otra oreja, siendo asimismo de dos aunque no tan rotundamente como el mencionado “Cuba” que fue de vacas.

A los tres toreros les debieron advertir sus mentores y/o miembros de sus cuadrillas que en Pamplona se debe llamar la atención, sobremanera del público de sol y no digamos de las peñas, mediante suerte de alarde, fundamentalmente ejecutadas de rodillas en los primeros compases de las faenas de muleta. Algo que ayer prodigaron los matadores en sus labores del último tercio. Y esto es tan válido como aconsejable en los festejos sanfermineros aunque no en tanta cantidad ni en tatos momentos con vimos ayer. Tantos, digo, porque los matadores más inexpertos de ayer, Román y Garrido, se excedieron en tales menesteres en vez de extremar sus respectivos propósitos de templar las embestidas de sus toros, no todo lo buenas que cabía esperar aunque sí mejorables a costa de saber templar las no siempre gratas embestidas.

Insisto y seguiré insistiendo en lo del temple, arma fundamental del toreo actual, por la sencilla razón de que sin esta cualidad, es muy difícil por no decir imposible convertir el agua en vino. Ni siquiera un buen vino en un caldo de los muy caros. Por lo demás, entrar en detalles sobre lo que hicieron o no dejaron de hacer ayer los contendientes, convertiría en costosa de leer la presente crónica. Mañana, ya veremos…

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