domingo, 8 de julio de 2018

Esteban Bernal, ”El cartel de la Feria Taurina de Murcia 2018 busca acercarse al mundo del toreo desde dentro”


Cartel de la FERIA TAURINA DE MURCIA 2018. 
La mirada profunda, escondida en la sombra que proyecta el castoreño sobre un rostro adusto que sigue en la distancia con toda atención cuanto sucede en el ruedo, manteniéndose alerta y dispuesto para intervenir.

ESTEBAN BERNAL AGUIRRE 

Licenciado en Bellas Artes. Profesor Agregado de Bachillerato. Catedrático de Dibujo.
Es el gran artista ilustrador del Cartel de la Feria Taurina de Murcia 2018. Un artista de una gran dimensión creativa y de amplio importante curriculum. Sus obras han traspaso las fronteras nacionales habiendo obtenido innumerables premios y reconocimientos, once de ellos son premios nacionales, destacando la Medalla de Honor del ”VII Premio BMW” en Madrid.

Como escultor ha participado en diferentes bienales y exposiciones, y ha realizado numerosas obras para plazas, edificios públicos, monumentos y autovías.

En su pueblo La Unión, donde ha realizado una prolífica obra creativa, destacar el Monumento al Minero y el Monumento al Procesionista y distintas escenografías y carteles del Festival Internacional del Cante de Las Minas. Contabiliza 48 exposiciones individuales dentro y fuera de España, la última el pasado mes de febrero en el Palacio Almudí de Murcia.

Pepe Castillo
ESTEBAN BERNAL, durante el acto de presentación de la Feria y del Cartel, explicó el pasado jueves su Cartel de la FERIA TAURINA DE MURCIA 2018.  

”El Cartel de la Feria Taurina de Murcia 2018 busca acercarse al mundo del toreo desde dentro, desde los orígenes, tomando prestados los ojos de un profesional de la lidia. Inspirado en los preparativos de un ritual escondido a las miradas del público y que cada tarde se vive en el patio de caballos. Momentos previos en una profana procesión circular de jinetes montados en blindadas cabalgaduras, que en silencio, con aparente sereno semblante y concentrados en la responsabilidad de lo que está por venir, dan vueltas para calentar a sus poderosos caballos.

LOS PICADORES DE TOROS.

Personajes  de actuaciones controvertidas, son reservados y escasamente conocidos. Suelen ser hombres de campo, mayorales y vaqueros, forjados en las ganaderías bravas, universidad natural donde aprenden de generación en generación el oficio de manejar a los toros, con la garrocha en campo abierto o con la vara de sujetar en los tentaderos; y lo que es más importante y clave en cada tarde, en cada toro, el complicado y delicado fin de su actuación, la de medir el adecuado castigo para ahormar al toro y propiciar el triunfo de su matador.

Recordando los inicios del toreo a pie, los “varilargueros” -antecesores del picador de toros- tenían tal relevancia que, hasta mediados del siglo XIX, encabezaban los carteles figurando sus nombres delante de los espadas y en caracteres tipográficos más destacados. La suerte de varas era la más esperada por los espectadores, siendo los toreros de a pie tan sólo auxiliares. Igualmente, gozaban del privilegio de precederlos en el paseíllo. Aún hoy mantienen cierto rango, al estarle permitido llevar casaquilla bordada en oro al igual que los matadores.

Los buenos picadores mantenían su cabalgadura ante el empuje del toro, intentando frenarlos sólo al amparo de la fragilidad de una vara. Tarea ardua de conseguir.

El cartel presenta a un picador visto desde abajo, en un contrapicado que lo entroniza en su orgullosa montura, privada de visión y audición temporalmente para el momento crucial del encuentro con el toro. Aparece desdibujado por una textura que parece esconderlo, y modelado con una luz dura que genera fuertes contrastes; al igual que sus intervenciones en el ruedo, casi siempre discutidas, pero de gran valor y repercusión cuando la suerte de varas se ejecuta con ortodoxa pureza y en su medida justa

El fondo del cartel está dividido en dos mitades muy diferenciadas por la luz. La del lado izquierdo, más extensa, muestra un pasillo interior cargado de oscuridad, alejado de triunfales salidas a hombros y del clamor de los aplausos. Los brochazos de color rojo en su chaquetilla nos recuerdan la amenaza de sangre, porque también el picador se juega la vida cada tarde con el riesgo de ser descabalgado y quedar postrado indefenso por la limitada movilidad que le permiten sus pertrechos, quedando sobre el albero a merced del toro o aplastado por su caballo.

La mirada profunda, escondida en la sombra que proyecta el castoreño sobre un rostro adusto que sigue en la distancia con toda atención cuanto sucede en el ruedo, manteniéndose alerta y dispuesto para intervenir.

Es un cartel que trata de reclamar la atención del espectador por su fuerte contraste cromático, a la vez que le invita a participar en el antiguo juego visual del observador observado.

Me alegra haber podido contribuir con esta obra a la grandeza plástica que atesora la tauromaquia y al esfuerzo que Toros Sureste realiza en cada Feria Taurina de Murcia.

Muchas gracias a Don Ángel Bernal por su confianza, muchas gracias a todos ustedes y mis mejores deseos para una Gran Feria.”

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