jueves, 6 de septiembre de 2018

El coronel Fernández Navarro analiza la Ley de Memoria Histórica y sus consecuencias.


Lorenzo Fernandez Navarro de los Peños
 y Alvarez de Miranda

El Coronel Lorenzo Fernández Navarro de los Paños y Álvarez de Miranda ya fue arrestado y destituido hace unos años por elaborar un informe contrario a la Ley de la Memoria Histórica. En esta ocasión nos habla de la actualidad en torno a esta inicua ley y a la exhumación de los restos del Generalísimo Franco.

El coronel Fernández Navarro analiza la Ley de Memoria Histórica y sus consecuencias.


¿Por qué silencian los crímenes del bando republicano así como su ensañamiento con el clero del que hay abrumadoras pruebas?

Podría pensarse que es por vergüenza o por cargo de conciencia, pero puesto que no tienen ni lo uno ni lo otro, hay que concluir que es como estrategia política, para llegar al poder sin que sus futuras víctimas se aperciban de lo que les espera y se opongan a ese letal asalto al poder que preparan. Porque esos crímenes los llevan en su ADN histórico y político.

¿Es por tanto un gran peligro que gobiernen los enemigos de Dios y de España y que no tengan apenas oposición?

Prácticamente acabo de responderlo, pero quiero no obstante hacer un matiz. El gran peligro cuando llegan al Gobierno, no es sólo para los españoles que no comulgan con sus ideas y “proyectos”, también lo es para España como nación histórica. Es decir, las víctimas no sólo seremos los españoles que ahora “cotizamos a la Seguridad Social”, sino todos los españoles que nos precedieron y con su esfuerzo hicieron esta gran nación. Y por supuesto también nuestros hijos, nuestros nietos y los hijos de nuestros nietos. Por cuantos españoles nos precedieron, y por los que continuarán la historia de España, no podemos adoptar una inhibición suicida. España es conocida y respetada como “piel de toro”. Esperemos que por nuestra cobardía no se diga que ha pasado a ser “pellejo de cordero”.

¿Cómo ve actualmente el tema de la exhumación? ¿Será difícil evitarla?

Ante un combate decisivo, es tan peligroso el derrotismo como dar por segura la victoria. Por ello no voy a decir si es fácil o difícil. Sólo que es necesario dar la batalla. Y recordar la cita de Virgilio: “Audentes fortuna iuvat” (a los osados les sonría la fortuna)

¿Sería un grave atropello llevarla a cabo contra la voluntad de la familia?

Sería una canallada, ¿pero cuando una canallada ha supuesto un freno para el PSOE? Es más, el cometerlas “les pone”.

¿Qué consecuencias puede tener?

Gravísimas. Al desenterrar a Franco se entierra de forma definitiva la concordia de la Transición. Una concordia que buscó la derecha de forma tan noble como ingenua, pues la izquierda española, revanchista y cainita, nunca creyó en ella, no la quiso, y por todos los medios ha tratado de evitarla. Si al principio algunos incautos pensaron en su sinceridad, no conocían la historia del PSOE y que esa aparente concordia escondía la vileza del adagio “lame la mano que no puedas morder”. Por ello, llevados de un odio satánico -y como tal eterno- han elaborado pacientemente su venganza, hasta que consideran llegado el momento de clavar sus dientes, babeantes de odio y rencor, en la generosa mano que se les tendió. La profanación de la sepultura del Caudillo puede ser “casus belli”. La historia dirá si es chispa sobre barril de pólvora, o la ignición de una mecha que, más tarde o temprano, llevará el fuego al barril.

Sentaría un grave precedente…

Desde luego. Como corresponde al hecho tan grave de iniciar la profanación de sepulturas. A ningún católico, a ningún “franquista” se le ocurriría hacer algo así con ningún enterramiento, porque como dijo el emperador Carlos I primero ante la tumba de Lutero, “el Juez Supremo ya los ha juzgado y nosotros no hacemos la guerra a los muertos”, solamente a los enemigos de España vivos. Por ello pueden descansar seguros los restos de Carrillo, la Pasionario o de Largo Caballero. Pero que no estén tan seguros los restos mortales de los Borbones, si el nuevo Frente Popular consigue proclamar la Tercera República. Terminarán exhumándolos del Escorial para que sus descendientes en Francia se hagan cargo de ellos. Y si no quisieran hacerse cargo, los arrojarán con escarnio en una fosa común. Nunca como ahora es más apropiado recordar a S. M. Felipe VI aquello de “cuando las barbas de tu vecino veas pelar…

¿El futuro del Valle de los Caídos estaría en grave peligro?

No lo dude. Al odio al Caudillo, como figura histórica que los venció en la Cruzada, se une el “odium fidei” y no olvidemos que detrás de ambos odios se encuentran las “fuerzas oscuras” de la rosa y el mandil… y de los amos de ambas franquicias a escala global.

Háblenos de la tibieza de determinados miembros de la Iglesia al no defender a la figura que los libró del exterminio…

Desde luego. Lo que no sabemos es si esa incomprensible postura está motivada por cobardía, por ingratitud… o porque “el humo de Satanás ha entrado en la iglesia” -Pablo VI dixit en 1972- Textualmente: “A través de alguna grieta, ha entrado el humo de Satanás en el templo de Dios”

Por otro lado es muy positiva la reacción de más de mil oficiales en defensa del Caudillo.

Pues sí, es una acción que les honra, y que esperemos sea de alguna utilidad. Fíjese que por sus empleos y edad, casi todos ellos juraron bandera cuando Franco era el Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos de tierra Mar y Aire. Y que el juramento solemne al que respondieron ¡¡¡Sí!!! ¡¡¡Juramos!!! Fue: ¡¡¡Soldados!!! ¿Juráis a Dios y prometéis a España, besando con unción su bandera, obedecer y respetar siempre a vuestros jefes, no abandonarles nunca, y derramar, si es preciso, en defensa del honor e independencia de la Patria y del orden dentro de ella, hasta la última gota de vuestra sangre? Y no debemos olvidar que el primero de esos jefes era Franco, que no abandonarlo nunca es NUNCA (ni vivo ni muerto) -como dice el credo legionario- y que el “orden dentro de ella” estaba representado por el artículo 37 del título VI de la Ley Orgánica del Estado Español.

A esto debemos añadir que la bandera “besada con unción” tenía por escudo el águila de San Juan, con su orla donde se proclamaba a España era UNA, GRANDE Y LIBRE. Escudo por cierto que figura en la primera página de la Constitución de 1978 y que torticeramente pretende declarar “inconstitucional” (aunque no pueda) la infame ley 52/2007 origen de todos los males. Así pues esos militares que han firmado la declaración no han hecho otra cosa que ser leales a lo que juraron, aunque hayan tenido superiores que han faltado a ese juramento solemne y público en tres ocasiones, número de resonancias bíblicas. De todas formas, lo que alarma al actual Gobierno de Pedro Sánchez no es que lo hayan firmado más de setecientos altos mandos en situación de retiro, sino cuantos lo firmarían, si pudieran, entre los mandos en activo que los quieren y admiran y a los que están unidos por una lealtad recíproca.

¿Puede haber una reacción en la sociedad española?

Quisiera pensar que la raza española no ha muerto. Pero habrá que esperar para comprobarlo. Es cierto que la fuerza de un Gobierno con sus medios de coerción es enorme, pero también que la España dormida ha dado sorpresas, como la dio el dos de mayo de 1808.

¿Debemos resistir y seguir luchando hasta dar la vida si fuera necesario?

Por supuesto. Como dice el himno de artillería “antes que rendidos, muertos con honor” También lo rezan las estrofas del himno de infantería. Le recuerdo las últimas: “Te prometen ser fieles a su historia, y dignos de tu honor y de tu gloria” Lo que es vergonzoso no es la derrota. Es la rendición sin haber combatido. Como decían los antiguos Soldados de la Tradición, “La victoria corresponde a Dios, a nosotros nos pertenece la gracia del combate”

¿Quiere añadir algo?

Me gustaría que el actual gobierno intruso de España reconsiderara su decisión de exhumar los restos del Caudillo del Valle de los Caídos. No importa que no sea por motivos morales, pues carece de moralidad, como ha puesto en evidencia buscando apoyos en los enemigos de España después de haber repetido hasta la saciedad que nunca lo haría. Que respete el enterramiento de Franco al menos por prudencia. No obstante soy pesimista, pues además de sus hipotecas políticas, Pedro Sánchez es tan bobo como Zapatero. Pero además es un narcisista. Y la mezcla en un dirigente político de estulticia y vanidad, resulta catastrófica para los pueblos que tienen la desgracia de padecerlos. Dios quiera que se vea obligado a convocar elecciones antes de conseguir su infame propósito de exhumar a Franco. Y que en esas elecciones anticipadas VOX lo barra del mapa político. A él, a sus aliados… y a los flojos que han hecho posible su asalto al poder.

Javier Navascués

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