jueves, 6 de septiembre de 2018

Puerta grande desde Barcelona / por Ángel G. Abad



 De la inspiración de Elvira Checa surgió una composición que fue lanzada al mundo al convertirse en la sintonía que abría las retransmisiones de corridas en RTVE y que ahora es pieza imprescindible en los cosos de toda la geografía taurina.


Puerta grande desde Barcelona
  • Este pasodoble se repite una y otra vez para dar solemnidad a lo que ocurre en el ruedo


Ángel G. Abad
Barcelona, ABC, 04/09/2018 
La temporada taurina vive los días más intensos de sol y toros. Desde las plazas más importantes a las más modestas. Y la música como hilo conductor, desde el paseíllo hasta el clarinazo final. Sin lazos amarillos, que resquebrajan aún más a una sociedad ya rota, hay sensaciones y recuerdos que van irremediablemente unidos al ambiente festivo de una plaza de toros.

En estos días de máxima pasión, un pasodoble se repite una y mil veces para dar importancia y solemnidad a lo que sucede en el ruedo. Es «Puerta Grande», sus sones son ya tan familiares como los del «Gato montés», «Manolete» o «Marcial Lalanda». Y ese «Puerta Grande» salió de la Monumental de Barcelona, para dar sonido a las tardes de fiesta. De la inspiración de Elvira Checa surgió una composición que fue lanzada al mundo al convertirse en la sintonía que abría las retransmisiones de corridas en RTVE y que ahora es pieza imprescindible en los cosos de toda la geografía taurina.

Elvira, en una vida dedicada a la música y a la Fiesta, se ha dejado la piel por esa pasión musical transmitida a sus hijos, y por defender que la puerta grande de las plazas de toros sigan abiertas.

Cada vez que en una plaza escucho los primeros sones de «Puerta Grande», me viene el recuerdo de todo el apoyo que Elvira le dio a su marido Luis María Gibert para conseguir que desde Cataluña surgiera una monumental recogida de firmas que llegó al Congreso y que significó la declaración cultural de la Tauromaquia.

En esa «Puerta grande» esta el homenaje permanente a la figura de Luis María, que entregó su vida a la Fiesta y que ahora descansa en la conquense Beteta, la patria chica de su esposa, una tierra que siempre tuvo como suya. El alguna ocasión he escuchado decir a Elvira Checa que su pasodoble no se dedica únicamente a los toreros, que todos queremos conseguir lo mejor en nuestro trabajo y que esa es la puerta grande.

Ahora, que «Puerta Grande» suena tarde tras tarde, es bueno reconocer que sus notas nacieron en una Cataluña de concordia, de libertad y de amor por la Fiesta.

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