lunes, 3 de septiembre de 2018

Madrid. Jesús Díez destaca en la novillada de Saltillo en Las Ventas

Imagen de Jesús Díez en la novillada de Las Ventas

El novillero Jesús Díez hizo lo más destacado del festejo con el que se inauguró hoy el mes «torista» en Las Ventas, en Madrid, al dar la cara y jugársela sin afligirse con el novillo más complicado de una desrazado y decepcionante envío de Saltillo, con el que Alberto Pozo y Manuel Ponce acusaron su poco rodaje


Jesús Díez destaca en la novillada de Saltillo en Las Ventas

EFE
Madrid. 02 de septiembre de 2018. 
La única cota de emoción, ya está dicho, fue la primera labor de Jesús Díez, que debutó en Madrid con un novillo que ya salió de chiqueros pidiendo el carné, correoso y poniéndose por delante. Díez lo paró muy bien sobre las piernas, no pasando algún que otro apuro. Muleta en mano anduvo muy firme y valiente el extremeño, que, a pesar de las carencias que aún tiene, no se afligió nunca ante una «prenda» que fue orientándose a medida que transcurría su lidia.

Pero no se arrugó el hombre. Todo lo contrario. Vino a jugársela de verdad, sin importarle lo que podía ocurrirle. En novillero se dice. Tanto fue así que después de varios avisos el «saltillo» acabó echándole mano. Manos mal que solo le encunó entre los pitones. No anduvo fino con los aceros, pero la ovación fue el premio a un novillero que, al menos, dio la cara. Saludó nuevamente tras la muerte del sexto, un novillo muy soso, muy apagado, con el que Díez anduvo otra vez por encima de las circunstancias, pero nuevamente anduvo muy errático con la tizona.

El primero de función fue un novillo de finas hechuras, bien hecho, enseñando las puntas, mansurrón en los primeros tercios, sin emplearse, muy a su aire. Tampoco ayudó la capea en la que se convirtió su lidia. Ni las dos varas infames que cobró. En el último tercio tendió a rebañar y volverse por el derecho. También porque Alberto Pozo, el otro debutante en la tarde, le dejaba siempre la ventana abierta al colocarse constantemente al hilo del pitón. Por el izquierdo fue otra cosa el animal, sin ser tampoco un dechado de virtudes, y aquí el albaceteño estuvo más digno si se tiene en cuenta lo poco toreado que está, lo que quedó evidenciado a la hora de manejar la espada. Mal de verdad. El cuarto iba y venía, sin humillar, sin celo y saliendo siempre distraído de cada muletazo. Tampoco dijo mucho Pozo a lo largo de una labor deslavazada, muy tosca y en la que el ajuste brilló por su ausencia. Que anduvo animoso, sí, que quiso mucho, no hay duda, y hasta llegó a cierto sector del tendido, que no cesaban de jalearle, pues también; Pero a decir verdad no fue nada del otro mundo.

Manuel Ponce no se confió con su primero, un novillo que venía «dormidito», gazapón, sin acabar de emplearse en las telas, pero sin transmitir tampoco maldad. El joven chiclanero no lo vio ningún por lado, totalmente atenazado. Y es que la falta de rodaje pesa mucho, y más en Madrid y con una novillada, que, a priori, pedía manos más expertas. El quinto fue el novillo que más se prestó y con él anduvo Ponce menos cauto, logrando, incluso, algún pasaje estimable sobre el derecho, mas el conjunto tampoco fue a ninguna parte, sobre todo porque el gaditano, muy verde, no acabó de aprovechar del todo a su oponente, de ahí la división que hubo cuando salió al tercio a saludar.

Seis novillos de Saltillo, de finas y buenas hechuras, serios, muy en el tipo de su encaste, pero desrazados y muy sosos. Mansito y sin romper, el primero; con poca raza, gazapón y sin emplearse, el segundo; complicado y orientado, el tercero; distraído, sin humillar y aburriéndose también pronto, el cuarto; más manejable, el quinto; y sin acabar de romper tampoco el sexto. La plaza registró menos de un cuarto de entrada.

Alberto Pozo, de verde esmeralda, oro y remates negros: pinchazo y otro hondo en los costillares con derrame (silencio tras aviso); pinchazo y estocada muy trasera (ovación tras aviso).

Manuel Ponce, de verde manzana y oro: media tendida y atravesada, y seis descabellos (silencio tras aviso); y estocada (división al saludar).

Jesús Díez, de rosa y azabache: estocada contraria muy baja, tres pinchazos y estocada corta trasera (ovación tras aviso); y media muy baja y tres descabellos (ovación tras aviso).

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