lunes, 8 de octubre de 2018

6ª y última de Otoño en Madrid. Tres magníficos toros de Fuente Ymbro y pelotazo de Urdiales / por J.A. del Moral



Aunque por romperse una pata el sexto y último de Fuente Ymbro – fue sustituido por un sobrero de El Tajo que se rajó de principio a fin y no resultó nada agradable porque no cesó de huir -, la corrida en su conjunto fue de las que marcan para bien una ganadería de bravo. Tres, primero y sobre todo tercero y cuarto resultaron magníficos desde cualquier punto de vista. El que abrió plaza fue el más encastado y por ello el más difícil de los mejores. El tercero, sensacional y en gran parte inédito por el escaso acoplamiento de quien lo lidió y mató, David Mora. Y el cuarto, de vacas. Un toro que en manos de los pocos que suelen conseguirlo más frecuentemente hubiera sido indultado. No obstante, el veteranísimo diestro de Arnedo le cuajó una gran faena que a un servidor le supo a poco aunque no a la mayoría del público que casi llenó la plaza. Cortó dos merecidas orejas. No tanto la del primer toro que, mi opinión, fue muy generosa porque, pese a que el trasteo finalizó limpiamente y bien, en los anteriores dos tercios de faena, Urdiales se dejó enganchar demasiadas veces la muleta con lo que tan garrafal falta propició que el animal no fue lo que pudo haber sido.

Capítulo aparte merecen los dos toros que le correspondió afrontar a Octavio Chacón que anduvo tan valiente como resuelto hasta el punto de lograr la oreja del segundo por el enorme merito que tuvo la faena – más bien trasteo – que enjaretó contra viento y marea aunque la espada le cayó baja aunque efectiva. Cogido de mala manera por el quinto, siguió su heroica actuación como si tal cosa. Además ya le había alcanzado el segundo al perseguirlo tras la estocada de la que el toro cayó fulminado.

No acabó de gustarnos el sobrero de El Tajo que, pese a resultar manejable, se rajó enseguida, defecto que duró hasta su muerte. David Mora, que le saludó tan bien a la verónica como ya lo había hecho en el recibo del tercero, anduvo tan empeñoso como irresoluto en su porfía muleteril.



Tres magníficos toros de Fuente Ymbro
 y pelotazo de Urdiales

J.A. del Moral· 08/10/2018
Madrid. Plaza de Las Ventas. Domingo, 7 de octubre de 2018. Última de feria. Algo menos de tres cuartos de entrada en tarde fresca con molestas rachas de viento.

Cinco toros de Fuente Ymbro, muy bien presentados con casta, movilidad, emoción y de juego variado. Excelentes primero, tercero y cuarto. Por devolución del sexto por romperse una pata, se corrió un sobrero de El Tajo simplemente manejable.

Diego Urdiales (marino y oro): Estocada, dos avisos y oreja. Estocada, dos orejas. Salió de la plaza en hombros.
Octavio Chacón (siena y oro): Estocada desprendida, oreja. Pinchazo y estocada, ovación con saludos.
David Mora (malva y oro): Pinchazo y estocada caída, pitos. Pinchazo hondo y descabello, silencio tras algunos pitos. 

Un buen puyazo de Mario Herrero. En la brega destacaron Alberto Carrero y José Antonio Carretero. Ambos también en banderillas junto a Victor Hugo Saugar “Pirri” y, sobre todos, Ángel Otero.


La tarde, muy larga por cuanto ocurrió, resultó entretenidísima y en gran parte feliz. Ya es de sobra sabido que Diego Urdiales goza de amplísima predilección no exenta de bula en Las Ventas. Como también sucede en su tierras riojanas, especialmente en Logroño y hasta en Bilbao. Ello explica que triunfara para abrir boca con el encastado animal que abrió plaza. En Sevilla, pongo por especial caso, solamente le hubieran aplaudido o quizá ni eso. Yo, que como aficionado soy más bético que madridista, tuve que frotarme los ojos cuando la mayoría de los espectadores empezaron a demandar a gritos el cartílago. Diego había tardado mucho en acoplarse tras contravenir lo conveniente que es no dejarse enganchar el engaño. Axioma que va a misa.


Más conforme con lo que Urdiales llevó a cabo con el llamado “Tiembula”como también con las dos esta vez merecidas dos orejas que le dieron que paseó en despaciosa procesión como si hasta le hubieran dado el rabo. Desde luego fue más que explicable esta actitud pontifical del arnediano. En su larga carrera, ya de veinte años bastante fatigosos, el solo hecho de haber tocado pelo en dos toros ante la “exigente” afición de Madrid, explica que Diego se sintiera un elegido por los dioses del Olimpo. No fue la cosa para menos. La felicidad suprema pareció convertir a Urdiales en ángel caído a la Tierra desde los Cielos.


Sencilla y llanamente dicho, Octavio Chacón ya triunfante en esta plaza, anduvo heroico y no quito ni una letra del término a la par guerrero y diestro capaz de darse por entero en pos de lograr el triunfo que consiguió incluso tras enterrar un muy defectuoso espadazo y de haber escuchado dos avisos al mismo borde del tercero. Vamos, que no volvió el toro vivo a los corrales de puro milagro. La petición de oreja fue muy ruidosa como si Las Ventas hubiera sido la plaza de Ciempozuelos, con perdón para los habitantes de ese lugar sito en la provincia de Madrid. Con todo y con ello, si valiente sin tacha alguna anduvo Chacón con este segundo tras ser cogido y revolcado, aún más con el bastante peor quinto al que robó materialmente cuantos medios pases propició por ambos lados el marrajo en alarde cercano a la proeza. Muy por encima de sus pésimas condiciones anduvo el gaditano de El Bosque. De seguro que si no hubiera fallado con la espada en tres agresiones, hubiera caído en sus manos otra oreja. Escuchó y saludó una gran ovación.


David Mora anduvo francamente bien y hasta muy templado, mecido además de empacado en los recibos de sus dos oponentes por verónicas, incluido frente al toro que fue devuelto a los corrales tras haberse roto una pierna. Antes, estos accidentes acontecidos durante la lidia no daban derecho a que saltara otro animal. Pero eso, ahora, incendiaría los tendidos. Por tanto, David tuvo que aguantar las repetidas oleadas del manso integral que fue el sobrero de don José Miguel Arrollo que topó más que embistió desclasado. Claro que la gente, que ya se había enfadado con Mora en su prolija y por todo desigualmente trazada labor anterior pese a la bondad del animal – fue un toro de dos orejas -, ni se molestó en recriminar el cuasi imposible trasteo del toledano.


Mal asunto y mucho que lo sentimos porque este tropiezo profesional en esta primera plaza del mundo es algo que pasa de grave. Más grave incluso que si Mora hubiera resultado herido.

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