viernes, 26 de octubre de 2018

Sobre las Ok-repugnancias de un liberal antifranquista (Carta abierta a Eduardo Inda) / Por Laureano Benítez Grande-Caballero.


 Eduardo Inda

Me resulta repugnante que un liberal visceral como usted pretende ser diga que le dé repugnancia un Generalísimo que derrotó a una dictadura liberticida y masacradora, destructora de las libertades que usted tanto pretende defender y amar.


Sobre las Ok-repugnancias de un liberal antifranquista (Carta abierta a Eduardo Inda)

Llevo ya más de tres años escribiendo artículos para la prensa digital, y en todo ese tiempo siempre me he esforzado por no utilizar palabras malsonantes contra nadie, por no insultar, por guardar las formas de la educación y la corrección, aunque, especializado como estoy en repartir estopa a siniestro —especialmente contra las hordas marxistas y separatistas—, con mucha frecuencia me hierva la sangre, y tenga que hacer esfuerzos denodados para no escupir, para no vomitar encima de estas tribus hispanófobas y cristianófobas, para no descerrajar sobre sus descerebradas cabezas el palabrerío casi indómito que me sube a la mente a borbotones.

Y así pienso seguir, aunque ahora, con el Himalaya de inmundicia que el asunto de la pretendida profanación de Franco ha sacado a flote, en una apoteosis de muladares, estercoleros y escoriales, se me hace más difícil que nunca mi contención.

Esta moderación se debe a que siempre he pretendido escribir con calidad literaria, y a que mis creencias cristianas me impiden los exabruptos descalificadores contra mis semejantes, aunque bien se lo merezcan esta banda de giliprogres —este adjetivo es lo más a lo que llego— que amenaza la supervivencia de España.

Pero, como digo, cuando leo o escucho que alguien se mete con nuestro Caudillo, la mortificación que siento al no poder decir todo lo que pienso me resulta sumamente lacerante.

Todo esto viene a cuento de que ya he leído dos veces al sr. Eduardo Inda endilgar el calificativo de “repugnante” a Franco —seguramente habrán sido más, pero de momento sólo tengo constancia de esas dos ocasiones—. Naturalmente, ante este insulto, ante este descarado ataque a quien comandó los destinos de España durante 40 años, salvándonos de las garras del comunismo y llevándonos a un elevado grado de prosperidad y paz, no puedo dejar pasar la ocasión sin decirle unas cuantas cosas a este Sr., que pasa por ser el mejor periodista de investigación de España.

“Una dictadura repugnante”, dice usted que fue el régimen franquista. ¿Repugnante? Mire usted: a mí lo que me da verdadera repugnancia, inmenso horror, asco sideral, aborrecimiento indecible, es el terror rojo de la Segunda República, que degeneró en una dictadura del proletariado causante de un caos absoluto, innumerables violencias, asaltos, ruina económica, ocupaciones de fincas y tierras, persecución a los grupos de derecha, limitación de las libertades ciudadanas y un holocausto católico como nunca se ha visto. Me resulta repugnante que un liberal visceral como usted pretende ser diga que le dé repugnancia un Generalísimo que derrotó a una dictadura liberticida y masacradora, destructora de las libertades que usted tanto pretende defender y amar.

Imagino que usted estará al tanto de la repugnante República, por lo cual me asombra que equipare un régimen que salvó a España las garras del bolchevismo que usted tanto aborrece con la hecatombe perpetrada por los rojos.

Por eso, le recomiendo a usted que, como periodista de investigación que presume ser, dediqué también algo de sus aventuras investigadoras a enterarse de la verdad de lo que pasó durante la República, la Guerra Civil y el franquismo. Y, por favor, deje ya de hartarnos con su cantinela de liberalismo, porque me resulta repugnante que usted emplee la misma palabra —“repugnancia”— que adjudican a la España de Franco sus acérrimos adversarios, los coletudos, los milicianos, lo rastafaris, los okupas y los sociatas travestidos de bolivarianos. Extraña coincidencia, ¿no le parece?, que me da un verdadero asco… Y un asco sospechoso, además.

También me verdadera repugnancia que mi querida Navarra, su patria chica, que antaño fue engendradora de gloriosos requetés que dieron su vida por la fe y por la Patria, sea ahora un nido de víboras, un cortijo bildutarra, un antro que cobija a terroristas en sus instituciones, las cuales persiguen todo lo español, y están causando una inmersión de la comunidad foral en los abismos del separatismo. ¿No le da esto repugnancia, Sr. Inda? Pues con Franco no pasaba… y lo sabe.

Señor Inda, las brigadas navarras fueron decisivas en el triunfo de Franco, y gracias a ellas España venció al Leviatán rojo que amenazaba con engullirla. Por eso me resulta repugnante que un navarro como usted insulte la memoria de nuestro Caudillo.

Presume también usted de haber estudiado en un centro de la Institución Libre de Enseñanza —nido de masones, por si no lo sabía—. Dudo que usted lo sea, pero, aun así, desprende usted un tufillo librepensador de progresía aristocrática que le lleva a admirar al impresentable Ortega —sobrevalorado desde todo punto—, a Marañón y a Pérez de Ayala, los tres adalides que contribuyeron decisivamente al advenimiento de la República liberticida, pasando por alto el hecho de que los tres despotricaron posteriormente ante el engendro rojo que habían contribuido a crear. Si se exiliaron, no fue por la amenaza franquista, sino porque los rojos les consideraban traidores y lo buscaban por tierra, mar y aire.
Siguiendo con la repugnancia, también me repugna que usted, al parecer, sea íntimo amigo del hierofante de La Sexta Alberto García Ferreras, maestro de ceremonias de la cadena luciferina que ha lanzado al estrellato al impresentable coletudo de Galapagar, al que usted tanto combate.

Y me repugna más todavía si cabe que, como afirmaba David Capilla Ruiz en su página “Plazabierta”, Sandra Fernández —exdirectiva de La Sexta— se incorporó como jefa de nacional al periódico digital a “OKdiario”, que usted fundó. Extraño contubernio señor Inda, que me da verdadera repugnancia.

Pero el colmo de los colmos, la repugnancia “cum laude” que me lleva a la más elevada cúspide del asco es cuando usted se atreve a comparar a Pablo —el marqués de Galapagar— con nuestro ínclito Caudillo invicto, diciendo: “No al populismo totalitario, porque para totalitarios ya tuvimos a uno durante 40 años”. Frase hedionda, repugnante, asquerosa, cuyo hedor llega a Marte: ¡equiparar al Coletudo con Franco!

Para terminar, he de confesarle que era admirador suyo hasta hace bien poco, como madridista de pro y como martillo de herejes de la patulea bolchevique de coletudos y giliprogres que yo también combato, pero la admiración se ha trocado en repugnancia. Le aseguro que la primera vez que usted calificó a Franco de repugnante se lo dejé pasar —sí, claro, eso de que “los enemigos de mis enemigos son mis amigos”— pero a la segunda va la vencida, por lo cual dejaré de leerle y escucharle, y me parece que lo mismo harán tantos patriotas, asqueados de ese liberalismo con tufo masónico que tanta repugnancia nos provoca.

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