miércoles, 31 de octubre de 2018

Talavante puede abrir, sin querer, una luz / por Ricardo Díaz Manresa



El caso Talavante puede cambiar algo significativo, sin que el torero haya movido una pestaña. Puede nada menos que acercar la sociedad al mundo taurino, cada día más alejados, queramos o no.


Talavante puede abrir, sin querer, una luz

Recuerdo que Talavante triunfó en San Isidro y, a partir de su triunfo en la primera del mundo, apenas  toreó.  Rompió con su apoderado, Toño Matilla, sin que ninguna de las partes dijera una palabra. Seguían el tradicional oscurantismo del toreo : nadie dice nada, nadie sabe nada y nada de nada llega a la afición. El entorno de Talavante -creo incluso que tiene consejeros de información- insistió en que no se diría una palabra durante la temporada. La huída tras Zaragoza de Talavante –porque no se ha ido, ha huído-, justo cuando Padilla paladeaba su emotivo adiós, desató una serie de opiniones : que si había pedido 15.000 euros más por tarde, que si lo vetaba el exapoderado, que si el sistema lo estrangulaba.

Y Matilla recibía todos los palos. Así que saltó en un comunicado –cosa rara en el toreo- en el que recordaba que había subido la cotización de Talavante en un 44 por ciento en dos años : desde 2015 a 2017. Todos los argumentos ya los deben saber. Quería ganar –según Matilla- como el que más y no lo aceptaron porque no era el número uno.

Matilla manejó estas cifras pero permaneció mudo en cuanto a honorarios de su torero para seguir “la tradición” de que todo el dinero de los toreros sea “Secreto de Estado”.

Talavante ni dijo antes nada ni ha dicho nada después. Hay un refrán muy válido : el que calla otorga. Y el silencio a lo Greta Garbo sólo le ha ido bien en el toreo a José Tomás y además inexplicablemente.

A mí las dos preguntas que me hacen siempre  los curiosos son : Quién es el torero que más te gusta y cuánto cobra. Ahora acaba de decirlo Simón Casas sobre Talavante. Y -oh, milagro, y aquí viene la luz- dio datos. Pasó del tradicional “cantidad convenida” en los siempre oscuros y cerrados contratos y afirmó que en San Isidro, 180.000 euros con Taurodelta y 240.000 con Plaza Uno.

Efectivamente, ha entrado el tercer hombre, Simón Casas, y ha hablado claro formando trío con Talavante y Matilla. Y hay otro refrán que dice que por la boca muere el pez. Esta vez la incontinencia verbal de Simón, por fortuna, ha sido para bien y puede ser para muy bien.

El empresario de Madrid añadió además que él, aparte del bombo de San Isidro, estaría dispuesto a poner sobre la mesa las cifras de la feria, incluidos supongo los honorarios. Y supongo también que esto levantaría más interés que el bombo, aunque algo difícil será que lo veamos.

Al menos Matilla, aparte de dar pocas cifras, ha escrito y descrito situaciones rompiendo con los embusteros y pasteleros comunicados de las rupturas en los que se despiden toreros y apoderados dándose besitos.

Puede ser el principio de una gran luz, muy positiva para que la sociedad se vuelva hacia el toreo y le interese.

En el fútbol se sabe casi todo. Lo que cobran los futbolistas, cláusulas de los contratos, por qué cambian de club, qué pasa en los vestuarios. Mientras, en el toreo, una gran mancha negra cubre todo lo que debía ser información necesaria. De Cristiano Ronaldo que tiene más popularidad -a cientos y cientos de puntos sobre todos los toreros juntos, todos- se ha sabido por qué se iba del Real Madrid y por cuánto, dando todos los detalles y recogiendo muchísimas opiniones de compañeros, entrenadores e informadores. Igualito que tantos mudos del toreo.

A Manolo Chopera -el mejor empresario que he conocido- le propuse varias temporadas que me contara el San Isidro que iba a montar. Hablaríamos cada noche y me daría todas las gestiones y todas las  cifras. Y yo me comprometía a no publicarlas en cinco años o lo que él dijera, en un libro que quedaría para la historia. La respuesta fue que no, que no, y que no.

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