Del toro al infinito: Gonzalo Ruíz, escritor y su obra “QUITO LA FERIA DE AMÉRICA”

Desde este medio, 'Del toro al infinito', agradecemos a Manolo Espinosa el envío de tan magnífica crónica sobre la presentación del libro de Gonzalo Ruíz, “QUITO LA FERIA DE AMÉRICA”, y naturalmente felicitamos a tan excelso periodista ecuatoriano por su obra de tan alta significación para la cultura taurómaca universal que, además, refleja una realidad histórica de indudable transcendencia para el Ecuador. Dios quiera que esta valiosa aportación de este ilustre aficionado cabal, a la vez que entrañable amigo, Gonzalo Ruíz, contribuya a despertar las conciencias a fin de restituir la añorada gran feria de "Jesús del Gran Poder" de Quito.

Quito Luz de América, Luz de la Independencia y de la fiesta brava / Por: Manolo Espinosa “El Ciclón”

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Gonzalo Ruíz, escritor y su obra

“QUITO LA FERIA DE AMÉRICA”.

Manolo Espinosa “El Ciclón”

No es nada nuevo encontrar en Gonzalo Ruíz Álvarez, la refulgencia de su intelectualidad, ni del burilado periodista que es a consecuencia del tiempo y las gratas experiencias vividas con intensidad, sino la genialidad en la interpretación de las cosas y la vida; del ser humano y sus sentimientos, lo mismo que de las pasiones de este en cada una de sus manifestaciones, sobre todo tratándose del ámbito taurino, en donde él, siendo mitad ecuatoriano y mitad argentino, desarrolló más de lo nuestro para hacer sus apreciaciones, en este caso, la creación de su obra magistral “QUITO LA FERIA DE ÁMERICA”.

Luego de enterarnos de la presentación de esta gran obra taurina en días pasados en Quito, no quisimos quedarnos con esa inquietud de conocer de cerca el trabajo fatigoso y minucioso realizado por el escritor, por cuya razón decidimos trasladarnos el viernes 9 en horas de la mañana, a su propio lugar de trabajo en el periódico de mayor circulación del país, Diario “El Comercio”.

Nuestro diálogo se desarrolló en un ambiente saturado de amistad y taurinismo, en el que afloró su sentimiento por la fiesta, como había aflorado en su niñez y adolescencia cuando vio por primera vez una feria completa, gracias a su madre que siendo argentina, le obsequió un abono para una de las ferias quiteñas, tomando muy en cuenta que a ella nuestra fiesta le era indiferente, no obstante, cuando reparó en que su hijo gustaba de aquello, nunca se lo impidió sino al contrario lo apoyó en aquella afición descubierta, e incluso, aún siendo imberbe, comenzó a formar parte del periodismo con ciertos comentarios que tuvieron incidencia.

“Yo nací en Buenos Aires y mi padre que estudiaba medicina me llevó en cierta ocasión a ver una parodia de una corrida de toros y me gustó tanto que trataba de conservar algunos de los episodios que había visto, por otro lado también pude disfrutar en aquellos tiempos, del noticiero español NO-DO, que traía las imágenes de “El Cordobés” y tanto llegó a fascinarme que todo lo que había en casa se convirtió en capote y muleta y con una espada romana con mi hermano que embestía muy bien, practicábamos el toreo. En el año 68 vinimos a Quito y en el 69 mi padre me llevó a una feria y vi torear a “El Cordobés”, a “Paquirri”, Gabriel de la Casa; al año siguiente a “El Viti”, Palomo y me enamoré por completo de la fiesta; ya había asistido a varias ferias, pero en el 73 ocurrió algo singular, que mi madre me compró el primer abono para la feria quiteña y de allí en adelante, asistí a todas, pero ya no era al tendido sino al callejón”, afirma con entusiasmo.

Respeta a la fiesta y respeta al profesional del toreo porque sabe que quien se viste de luces corre riesgos y hace un gran sacrificio para plasmar sus ilusiones y peor para llegar a ser figura del toreo que eso es muy difícil de alcanzar .afirma- de paso recuerda, haber toreado unas becerras y más que torearlas, -dice- “a correr delante de ellas porque producen miedo” de allí que nunca pensó en ser profesional pese a que la fiesta es su pasión.

“Estuvimos en la “temporada chica” y toreaba Jorge Herrera, novillero colombiano que llegó a ser matador de toros, y esa tarde pinchó tantas veces, que mi madre dijo: sigo teniendo serios reparos a la fiesta de los toros, pero reconozco que es un arte magnífico y de allí iba cada año a algunas corridas en la feria, también tuvimos la oportunidad de estar en la plaza de Las Ventas, en Pamplona y en otras.

Gonzalo Ruíz reconoce y afirma que Quito es la feria de América, por eso intituló a su obra de esta manera, dado que acá, vinieron las primeras figuras del toreo del mundo desde sus inicios; ganaderías españolas de primer orden, incluida una de Miura, ganaderías mexicanas y de Colombia. .

“El libro tiene una ventaja, que recoge todas las corridas de la feria quiteña, de igual manera, pequeñas reseñas de corridas que no fueron muy trascendentes y que fueron escritas por nuestros cronistas del Diario “El Comercio”, como por ejemplo Rodrigo Darquea, Eduardo Galarraga, Pepe Luis Castillo, Manolo Franco, Agustín Galarraga, Humberto Jácome y allí están las firmas de cada uno de ellos, además de fotógrafos propios como particulares y varias anécdotas que cuando las cuento no me creen” concluye.

Por último, con memoria fresca recuerda a los ecuatorianos Edgar Peñaherrera que triunfó por dos ocasiones en la feria y que fue llevado a hombros hasta la plaza de San Francisco, lo mismo que las hazañas de Armando Conde que cortando un rabo fue el triunfador de una feria quiteña. Son tantas cosas que recoge esta obra, que para enterarse de su contenido es imperativo adquirirla, no solo para leerla sino para conservarla como un tesoro taurino, por cuya razón felicitamos a Gonzalo Ruíz por este profundo testimonio de amor a la fiesta brava, nuestra cultura taurina y Patrimonio Cultural Inmaterial de nuestro pueblo.

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Imágenes de Archivo

QUITO: PRESENTACIÓN DEL LIBRO PONCE Y AMORÓS.-