sábado, 12 de enero de 2019

MANIZALES. Apoteósico festival / Jorge Arturo Díaz Reyes


Alvaro Lorenzo y los Gutierrez. Foto: Camilo Díaz


Con lleno total, un encierro de riquísimo juego propició que siete tauromaquias explayadas produjeran una noche de mucho toreo, en la que se cortaron diez orejas, dos de ellas simbólicas. Destacó entre las mejores una exquisita faena de Álvaro Lorenzo al novillo de indulto.


Apoteósico festival

Manizales, Colombia, 11/01/2019
Los machos que trajo Ernesto Gutiérrez fueron auténticas máquinas de embestir. Bravos, fijos, humillados con mucho fondo, tras larguísimas bregas mediales, murieron todos con la boca cerrada. Y cómo iban largo y volvían al trapo sin trampa ni cartón. Unos con más compás que otros, cierto, pero codiciosos y francos. Para quienes no conocieran la ganadería podía parecer increíble y aun para los conocedores también. Todos aplaudidos en el arrastre, menos el quinto que quisieron devolver por lesión, pero al que una muleta maestra sostuvo largamente, llevó a más y le cortó las dos orejas. El sexto “Fosforito” # 196, negro de 432 kilos fue indultado. Con ese mismo parámetro, igual hubiesen podido serlo el primero y el cuarto.

Después de la ceremonia religiosa, Antonio Ferrera, prendió una fiesta que iría in crescendo hasta el final. Prolijo y personalísimo con la capa, y algo raudo y andante con la muleta puso una intensidad a la par de la casta que enervaron la clientela y el palco que le volvió ordenar el “Feria de Manizales” y otra vez falló con la espada que cayó chalequera. La gente y el palco se hicieron los de la vista gorda y la premiaron con las primeras dos orejas.

El Juli, abundó a la verónica, bordó un espléndido quite por lopecinas y larga cordobesa. Luego, combinó tandas naturales y antinaturales de calidad con otras de menos aseo y ligazón. Puso medio estoque trasero y recibió medio premio.

Sebastián Castella, fue desarmado en el saludo capotero, el quite le salió desangelado y trompicado, pero con la franela creo una obra de singular estatismo , elegancia y circularidad, por las dos latitudes en medio de gran jolgorio. Pinchazo, estocada, dos orejas y el aria de los toreadores de Bizet en la vuelta a mano limpia. 

Cristóbal Pardo, lanceó correcto pero alegre, quitó igual por navarras, armo un lio con las banderillas y entonó una faena de mucha reciedumbre levantando pueblo. Dio en hueso dos veces antes de tirar patas arriba, sí, patas arriba el quinto para recibir una oreja que debieron ser dos.

Luis Bolívar, hizo lo más lidiador de la noche. Tras gustosas verónicas, medias y nicanoras, cuando el animal salió derrumbado de la vara de Clovis y parte del público empezó gruñir y a pedir cambio, administro con sabia y eficaz precisión lo que quedaba de la res. Cuando nadie sería, la curó y la llevo en una prolongada, ligada y coreada faena hasta la estocada caída y el premio mayor. 

Álvaro Lorenzo, pese a lo mucho bueno que se había visto hasta saltar el indultado sexto, brilló más, mucho más. ¿Por qué? Postura, lentitud, temple, rima, sentimiento, tronío. Qué arte. Ocho lances de tablas la platillo y dos medias primorosas. Quita con cuatro salerosas chicuelinas y otra media pintada. Los doblones genuflexo de alta expresión y eficacia. Después la obra fluyó como agua mansa en redondo, con obligados de casi circulares para desembocar en un epílogo de luquesinas encadenadas. Ninguno de los dos quería que la danza terminara y el publico menos que a grito furioso terminó por conseguir el indulto de “Fosforito” pese a que miró un par de veces para allá. La plaza se le desbordó en la vuelta que dio con los ganaderos, dejando sentado que había descubierto un nuevo ídolo. 

Guillermo Valencia, salió a decir aquí estoy con dos largas de rodillas, cinco verónicas, media y cinco cacerinas para dejar en suerte de varas. Luego, chicuelinas y revolera. Todo muy gustoso y convincente. Las cuatro primeras tandas fueron también plausibles y aplaudidas. Parecía tan difícil ponerse a nivel de los seis anteriores, pero lo alcanzaba con respaldo popular y música, cuando de pronto el encastado le fue quitando el mando y el sitio para llegar a una letanía de pinchazos descabellos y tres avisos que borraron lo mucho bueno que había conseguido. 

La Monumental de bote en bote vivió cuatro horas de felicidad. Fue una borrachera de toreo, en la que también hay que decirlo, no se mató como lo mereció la excepcional calidad del encierro, y el palco quizás apoyado en la licencia que concede la usanza festivalera disparó la estadística orejera.

  • FICHA DEL FESTEJO
Viernes 11 de enero 2019. 7:30 PM. Plaza Monumental de Manizales. 6ª de feria. Festival. Noche fresca. Lleno. 
Siete machos de Ernesto Gutiérrez (en Santacoloma-Murube), de gran juego, todos aplaudidos en el arrastre, menos el quinto. Indultado el sexto, “Fosforito” # 196 de 438 kilos.

Antonio Ferrera, dos orejas.
El Juli, oreja.
Sebastián Castella, dos orejas
Cristóbal Pardo, oreja.
Luis Bolívar, dos orejas.
Álvaro Lorenzo, dos orejas simbólicas.
Guillermo Valencia, silencio tras tres avisos.

Incidencias: Saludó Jaime Mejía quien se despidió tras parear al 3°.

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