La traidora culpabilidad del Papa Francisco
Tanto el Papa actual como todos sus ministros, especialmente los cardenales y obispos españoles – no sé si los sacerdotes también -, han callado y asentido con la señalada profanación. En mi opinión, uno de los mayores escándalos que hemos padecido últimamente.
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J.A. del Moral · 27/10/2019
Hace bastante tiempo que, siendo y permaneciendo creyente hasta la médula, decidí apartarme de la Iglesia por la cantidad de curas que he conocido entre los que solamente salvo a algunos y muy pocos. Pero este alejamiento del clero y de cuanto representan, en su mayoría, cínicamente, se ha visto colmado con su comportamiento a propósito de ha exhumación de Francisco Franco, a quien se puede culpar de muchos males, pero de ninguna manera olvidar sus muchos bienes. Sobre todo, de su incuestionable defensa de la Iglesia y de todos sus ministros y ministras con el Papa argentino que se ha dado en llamar Francisco a la cabeza quien, a la postre se destapado como el más traidor de cuantos papas hemos conocido, desde que, al menos yo, los primeros de quienes supe fueron Pío XII y Juan XXIII. O sea, que ya llevo conocidos por su obras a bastantes más papas hasta llegar a quien actualmente ocupa el trono de San Pedro.
Indigno sujeto que acaba de mostrarnos quien y como es en el fondo de su alma, merecedora del Infierno. Pues no creo que hayan existido muchos más papas entre los que sabemos cómo fueron por la Historia. Casi todos ellos defensores de la Fe. Todos menos, mira por donde, este Francisco que padecemos, quien últimamente ha quedado al descubierto colaborando en la cobarde profanación de la tumba de Franco quien, por cierto, nunca pidió que fuera enterrado en la Basílica del Valle de los Caídos, al final de una muy larga vida en la que destacó su indeclinable defensa de la Iglesia, de la Fe católica y de sus ministros.
Tanto el Papa actual como todos sus ministros, especialmente los cardenales y obispos españoles – no sé si los sacerdotes también -, han callado y asentido con la señalada profanación. En mi opinión, uno de los mayores escándalos que hemos padecido últimamente.
Espero y deseo que no pocos católicos dejen de señalar con una cruz en la casilla correspondiente en sus declaraciones fiscales de la renta para ayudar a la no tan Santa Iglesia.
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A aquellos que han cumplido con su deber, Dios se lo premiará con creces; al resto –que no les quepa duda– se lo demandará: Dios castiga sin palo ni piedra.
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