jueves, 3 de octubre de 2019

Las vergüenzas del Camp Nou / por Juan Manuel Rodríguez


..resulta vergonzoso y sonrojante y habla muy mal de nosotros como nación el hecho de que un club de fútbol que participa en la Liga española y se beneficia de sus prebendas, aproveche cada vez que se juega un partido de la Copa de Europa para hacer proselitismo de quienes se aprovechan de nuestro Estado de derecho para humillarlo, ofenderlo y menoscabarlo desde dentro.

Las vergüenzas del Camp Nou

Anoche, y a raíz de la pancarta que atacaba a España y defendía a los políticos golpistas presos que la directiva del Fútbol Club Barcelona consintió que se colocara en el Camp Nou, mi compañero de La Sexta José Luis Sánchez puso un tuit en el que podía leerse lo siguiente: "La vergüenza del Camp Nou". No mintió, es más yo creo que se quedó corto. Porque resulta vergonzoso y sonrojante y habla muy mal de nosotros como nación el hecho de que un club de fútbol que participa en la Liga española y se beneficia de sus prebendas, aproveche cada vez que se juega un partido de la Copa de Europa para hacer proselitismo de quienes se aprovechan de nuestro Estado de derecho para humillarlo, ofenderlo y menoscabarlo desde dentro. No hacemos nada, miramos hacia otro lado y damos largas cambiadas a un problema que ya no se va a solucionar desde el diálogo. O lo que es lo mismo: para hacer una tortilla hay que romper huevos.

De repente, surgidos de la nada, unos señores vestidos de amarillo colgaron la pancarta para que, otra vez, Europa fuera testigo de lo mal que tratamos aquí a los golpistas, que, según parece, viven a cuerpo de rey en Lledoners, de un modo muy similar a cuando Adolfo Hitler se pegó la vida padre en la cárcel de Landsberg. Dicha pancarta vulnera el artículo 504.1 del Código Penal español y los artículos 11.c y 16.e del Código Disciplinario de la UEFA, que prohíbe textualmente la "utilización de eventos deportivos para manifestaciones de naturaleza no deportiva", así como "mensajes provocadores que sean políticos, ideológicos, religiosos o de naturaleza ofensiva". Así que sí, efectivamente José Luis Sánchez tenía razón pero en una doble dirección porque la vergüenza que se perpetra una y otra vez en el Camp Nou es, al mismo tiempo, nuestra propia vergüenza, la vergüenza de no poder, querer o intentar acabar con lo que es un claro y evidente menosprecio hacia nuestras instituciones y nuestras libertades por parte de la directiva de un club de fútbol.

Hemos llegado a tal extremo que, de repente, los pájaros disparan a las escopetas. O, por mejor decir, los buitres carroñeros (y que me perdonen los buitres) disparan a quienes defienden la ley, la Constitución y la libertad. Un matón de cuyo nombre no quiero acordarme pero que colabora en la Cadena Ser y en Gol Televisión, el canal de Roures, respondía así al tuit de José Luis: "Llegará el momento que no sabrás dónde esconderte. Es ya demasiado tarde. Pero llegará". ¿Por qué actúa así el matón?... Muy sencillo: el matón actúa así contra quienes únicamente exigen que se cumpla la ley por la sencilla razón de que la ley no actúa. Ante la impunidad, el matón se crece, el matón se recrea en la suerte, el matón se pavonea... aunque luego trate de borrar sus amenazas. 

La vergüenza del Camp Nou es la vergüenza de la UEFA, que consiente; y de la Liga, que está presa de otros intereses; y de la federación, que anda muda en lo realmente trascendental.

La vergüenza del Camp Nou es nuestra propia vergüenza y la de aquellos culés que, sintiéndose españoles y queriendo a su nación, meten la basura debajo de la alfombra alegando que esto es fútbol. No lo es, no señor, no es fútbol. La vergüenza del Camp Nou es la de un periodismo, el deportivo, que habla de chuflas mientras en un campo de fútbol se apuesta por el golpismo. La vergüenza del Camp Nou no es singular sino plural, afecta a muchos. Ayer fue un día triste, otro más. Pero hoy ha sido un día más triste aún porque quienes apostamos por la libertad hemos vuelto a asistir a un jueves en el que no ha pasado nada y en el que todo ha dado igual posterior a un miércoles de sonrojo nacional. En una escena de El tormento y el éxtasis, al papa Julio II le cae una mancha de pintura en la sotana; mira hacia arriba, ve a Miguel Ángel y pregunta: "¿Cuándo terminarás?", y el genio responde: "Cuando lo acabe". ¿Cuándo terminaremos con esto? ¿Cuándo lo acabemos nosotros o cuando lo acaben ellos? Si lo acaban ellos, ya sabéis: será demasiado tarde y no tendremos dónde escondernos.

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