viernes, 4 de octubre de 2019

LOS ÚLTIMOS ESTUDIOS SOBRE LA PUYA Y EL TORO / por José María Moreno Bermejo

PUYA DE BASE PIRAMIDAL CUADRADA

Por fin, bienvenidas sean las puyas nuevas, cuadrilongas en su base piramidal, porque con ellas se pica mejor, se regula el castigo y se evitan deterioros dañinos para el toro y para la vista de los aficionados. Porque con ellas se puede lograr lo que de la Suerte de varas se espera en la Corrida. Y porque con ella se acabarían muchos de los abusos que hoy se infringen al toro bravo.

LA SUERTE DE VARAS EVOLUCIONA
LOS ÚLTIMOS ESTUDIOS SOBRE LA PUYA Y EL TORO

Quizás haya que revisar parte de lo publicado hasta ahora sobre la Suerte de varas, y considerar los nuevos estudios que sobre la misma está realizando D. Julio Fernández y su equipo. Es lógico y necesario que los aficionados nos involucremos en la realidad que nos ofrecen nuevos conceptos y resultados derivados de la intensidad investigadora de personas cualificadas y tenaces. Ésto sin apostatar de las convicciones y realidades básicas que nuestra querida Suerte de varas reclama como insoslayables para la preservación y justificación ética y tradicional del rito taúrico.

Debemos estar de acuerdo en que la actual situación de la corrida
está muy deteriorada por varias causas, y que no es la menos importante de ellas la falta de consideración y conocimiento que de nuestra querida Suerte de varas tienen y prestan los actores del toreo. Toros febles que no admiten, lo que debería ser un examen previo, un mínimo castigo necesario para el ahorme y adecuación de la embestida, porque se caen sólo con topar contra el peto. Toreros de nula responsabilidad que permiten la acción inadecuada de sus picadores (sigo creyendo que es por no saber para qué sirve la Suerte, más allá del reducir el poder de la res). Presidentes de festejos que toleran la ejecución casi letal que se produce cutio en encuentros violentos sin medida, arte, técnica e incluso sin sometimiento a la Ley taurina y su reglamento. Público que se deleita en los marronazos de los picadores, que no sabe dónde hay que picar, cuánto hay que picar y para qué sirve la suerte de picar…

Dada la pérdida de poder de los toros que actualmente se crían, y que están logrando los ganaderos que se someten a las órdenes del mundo del taurineo (apoderados, toreros, empresarios egoístas), la Suerte de varas parece que no tiene más salidas que la de cambiar suficientemente para adaptarse a los tiempos sin abjurar de sus fundamentos. Por ello parece conveniente considerar la propuesta de una nueva puya que evite el deterioro que provoca la actual, por la mala utilización de la misma, principalmente. Nos referimos a la puya piramidal de base cuadrada, que muestra bastantes ventajas sobre la de base triangular actual.

Piconeros antañones nos hicieron notar cómo rehuían la colocación de la puya en el morrillo ya que ahí era más difícil clavar por la dureza de la piel. Esa circunstancia es una de las que inciden en la colocación del puyazo fuera de ese entorno natural en el que debería situarse siempre la acción del castigo a la res. El picador teme no «meter las cuerdas» y se va a una diana más generosa. Recordemos que el puyazo no debe aplicarse en la zona llamada de la cruz, ni, lógicamente, más atrás de ella, ya que el castigo afectaría a los músculos que regulan el movimiento del toro, produciendo molestias que impiden la armónica traslación de sus embestidas.

En nuestros anteriores trabajos sobre la Suerte de varas hemos
desarrollado la teoría de que los argumentos a tener en cuenta para realizar una suerte artística no sólo se refieren a la colocación de la puya, sino que contemplan otros muchos puntos de importancia: cita, recibo, temple, largada, medición del castigo, etc. Ahora queremos dar nuestro parecer sobre la nueva puya que estudian el veterinario D. Julio Fernández y el torero D. Manuel Sales Garrido, porque creemos que es una opción que beneficiará a la actual Suerte de varas, y porque su aplicación no debería producir rechazo alguno entre los gremios de toreros y picadores. Bueno, de los toreros nos podemos esperar cualquier cosa, como las desafortunadas opiniones de Miguel Ángel Perera en las que otorgaba al matador la exclusividad en el cómo picar, dónde picar, cuánto picar; e incluso el no picar. El ejemplo, la opinión de un torero del montón, es trasladable a lo que piensan la mayoría de los matadores que lideran el escalafón, que se arrogan el derecho a determinar que la faena de muleta es la base del toreo actual y que lo demás sobra; un tercio solo, el de muerte, el que va preterido por unas interminables y anodinas faenas de muleta, la mayoría de ellas a toro muerto (sin poder alguno). Y no se dan cuenta de que esos muletazos, aunque a veces sean artísticos, largos y templados, no emocionan a la mayoría de los aficionados (o a muchos), que nos aburrimos viendo pasar a un semoviente animal, cuasi domesticado, que ha sido tratado con rigor (y a veces sin medida) en varas para evitar la necesaria lidia y permitir esos mil muletazos que denigran la génesis de la Corrida. Por cierto, el Sr. Perera es uno de los toreros que más prolonga las faenas; uno de los que más aburren a los aficionados que exigimos emoción, por lo menos.

¿Qué aporta la puya piramidal de base cuadrada? ¿Cumple esta puya los requisitos necesarios para realizar una Suerte de varas adecuada? Estas son las preguntas que hay que hacerse para justificar un cambio en la situación actual de nuestra suerte más querida. Tras oír las explicaciones de los Sres. Fernández y Sales, hemos quedado convencidos de que el picar con la puya de base cuadrada sólo aporta beneficios a la lidia, a la integridad del toro y a la estética de la Corrida; y evita sangrados alarmantes, daños musculares, otros en el sistema nervioso, y los que a veces se provocan de índole neumológico. Y pensamos, además, que también afectaría positivamente al psiquis de la res por recibir un castigo menos violento y más fácilmente regulable.

Si aceptamos que la secreciones de opiáceos, endorfinas y demás anodinos que evitan, o palían, el dolor al burel durante la lidia, se produce no sólo por la acción de puyas y banderillas, sino que empiezan a aparecer por requerimiento del estrés que soporta el toro desde que sale a la plaza (y antes, claro); si como han investigado D. Julo Fernández y el biólogo Sr. Gil Cabrera la secreción más intensa aparece al herir la piel, donde se concentran receptores nerviosos, es lógico que no haya necesidad de ahondar la herida producida por el puyazo, por lo que acortar la puya puede ser una innovación muy aceptable ya que no permitiría deteriores importantes en el poder de la res; evitaría el lamentable espectáculo de los sangrados alarmantes; sería más difícil afectar músculos locomotores, vértebras y riego sanguíneo; facilitaría la dosificación del castigo y el incremento del número de entradas al caballo (posibilitando tercio de quites). En resumen, permitiría una lidia menos cruenta sin disminuir su belleza, efectividad y emoción.

El gravísimo problema de la actual manera de picar estriba en las afecciones que los puyazos producen en músculos, vértebras y en la psiquis del toro. No sólo se deja de picar en «su sitio» (el morrillo), sino que al picar trasero se llega a afectar miembros que el animal necesita para desarrollar un movimiento armónico durante la lidia. La reducción del tamaño de la puya es necesaria, y según los estudios de los licenciados citados, puede realizarse sin menoscabo alguno de la función para la que la Suerte de varas fue creada. La pirámide de base cuadrangular evita el rasgado de la piel, porque clava mejor, y facilita el apoyo del piconero, su toreo a caballo, la medición del castigo y la afección de los músculos extensores de la cabeza, con lo que se facilita la humillación del burel.

Como escribimos antes, no sólo la posición del puyazo es importante para que una suerte sea correcta. Desde el enjaezado del caballo, su prueba en el patio de arrastre, la salida «caballerosa» a la plaza; la colocación junto a tablas para no influir en la puesta en suerte; la elección del sitio correcto para realizar la suerte, una vez que el toro rehuye la de contraquerencia; la cita ortodoxa que precede al encuentro; la llamada vehemente y el largado de la vara en su momento; el temple de la embestida resistiendo para evitar el choque violento en el peto; la despedida rápida del burel para que no se «rompa» en el peto durante demasiado tiempo; la medición del castigo…; son acciones que hay que tener en cuenta para mejorar la Suerte de varas, algo absolutamente necesario para poder sostener nuestra Fiesta Nacional, demostrando a todos que no esta inmersa en reglamentación anticuada, y que la adecuación del toreo, en general, a las sensibilidades de la sociedad, evolutiva, son premisas a conseguir si queremos conservar nuestra tradición taurina. Recordemos lo que decía Emil Herzog «Andrê Mauriax»: <Las tradiciones no se heredan, se conquistan>.

Por fin, bienvenidas sean las puyas nuevas, cuadrilongas en su base piramidal, porque con ellas se pica mejor, se regula el castigo y se evitan deterioros dañinos para el toro y para la vista de los aficionados. Porque con ellas se puede lograr lo que de la Suerte de varas se espera en la Corrida. Y porque con ella se acabarían muchos de los abusos que hoy se infringen al toro bravo. Y nosotros, los aficionados, sigamos defendiendo el puyazo en el morrillo, hasta el final de éste, porque estamos convencidos de que la afección del castigo en los músculos epiaxiales facilita el ahormado de la embestida, la humillación y la reparación de las trayectorias aleatorias que suelen aparecer en muchas reses. El picar bien es un complemento primordial para la Lidia; y por ello los efectos de los puyazos deberían ser mejor estudiados por picadores, toreros, ganaderos y aficionados, para que se pueda delimitar siempre el comportamiento que atañe a la calidad del toro y lo que corresponde a los efectos, buenos o malos, de cada suerte de varas.


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