miércoles, 25 de diciembre de 2019

México. Se cargaron el toro y se cargaron el toreo / por José Luis Benlloch



América en general es un erial. Asusta que esa realidad pueda ser contagiosa, que ese modelo de depredación taurina pueda instalarse en España. Si sucediese, les ahorraríamos tiempo y dinero a los anti. Seguro, sin remisión.

Se cargaron el toro y se cargaron el toreo

José Luis Benlloch
AplausoS, 24.12.2019
El año barbea las tablas sin muchas novedades. Los anti, a la suya. Alguno de ellos, tan necio como el espontáneo de Cancún que le salió a cuerpo limpio a un toro a cambio de un buen traumatismo craneoencefálico. Nada para lo que le pudo hacer. ¡Qué comida de coco llevan!, ¿en qué desconocimiento de la realidad habitan para firmar semejante estupidez? No lo reventó de milagro, seguramente porque los que él llama asesinos se cruzaron en el camino del inofensivo animalito. Pues eso: los anti, a la suya; los pro tranquilos o eso parece si nos atenemos al cruce de felicitaciones y buenos deseos navideños; en lo artístico digamos que atravesamos una anodina paz. Eso en España. De América apenas llegan noticias para la esperanza y las que llegan, visto lo visto, tampoco tienen mucha credibilidad. No hace tantos años los triunfos allende los mares, sobre todo en las grandes plazas, cotizaban aquí. Uno triunfaba pongo por caso en Lima, que se lo pregunten a Curro Vázquez o tiempo después a Ortega Cano, y se reactivaba su temporada inmediata en España. Y lo mismo pasaba si el éxito era en Bogotá o en alguna de las importantes plazas mejicanas o colombianas o venezolanas o en la censurada Quito. Fulanito se ha reencontrado en tal sitio, se decía y la noticia corría como la pólvora y comenzaban a hacerle la temporada en España. El que la tenía subía el caché y el que no, comenzaba a verle color y firmaba las primeras. Y ya no digo si como Capea cuajabas a Samurai, en ese caso hasta cambiabas la percepción de prensa y puristas, y te adjudicaban el reconocimiento del temple que antes te negaban y volvías a volar en las alturas.

Tras una tarde en La México el que tenga amor propio supongo que se volverá al hotel con la autoestima derretida. Se sabe lo que va a pasar, pero domingo tras domingo comparecen, muchos de ellos con vitola de figura. Y se muestran al mundo sin pudor. Luego llegan las plazas españolas y se ponen remilgosos con la fecha, con los compañeros, con la corrida… No se entiende

Ahora no pasa eso o mejor dicho ahora no se producen noticias de ese rango y si llegan se ponen en cuarentena vista la realidad que se ve por los distintos medios, incluido las que se retransmiten en directo por los métodos más imaginativos, hasta por un teléfono particular que es como hemos visto las corridas de Lima. ¡Qué pena de temporada! ¿Quién va a querer volver?... Ni los puristas, ni el público de aluvión, ni los curiosos, ni los ricos, ni los tiesos que los hay a barullo, maldita sea, y se gastan hasta lo que no tienen por soñar una tarde de toros. No se trata de que el toro fuese chico, que puede ser chico y bravo o interesante, es que era directamente imposible, infumable, impropio de una plaza de toros, hasta convertir el espectáculo en su conjunto en una rendición a los anti. Que paren que me bajo. Y lo dicho para Lima vale para lo que muestran cada domingo en La México. Una desolación que invita a reflexionar, la imagen de la decadencia en digital. Lo ves y te tienes que preguntar qué hacen algunos toreros españoles de los que lucen palmito de figura en aquel erial. El que tenga amor propio supongo que se volverá al hotel con la autoestima derretida. Comprobar la nula capacidad de convocatoria entre tantos y tantos millones de potenciales espectadores y la impotencia para sacar partido de aquellos seres semovientes, es para que se pregunten ellos mismos qué hacen allí. No hay o no debería haber dinero ni presión administrativa suficiente que justifique el ir en esas circunstancias, ni mucho menos repare esas heridas. Pero van. Domingo tras domingo comparecen. Y se muestran al mundo en chernóbil taurino. Luego llegan las plazas españolas y esos mismos se ponen remilgosos con las fechas, con los compañeros, con la corrida. No se entiende.

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