sábado, 26 de septiembre de 2020

Presentada la maqueta para la abolición de los toros / por José Luis Barrachina Susarte

La maqueta sobre el complot para acabar con los toros ya está diseñada: Asfixia económica, discriminación por parte de los poderes públicos y fomento de las malas praxis propias.

SUSARTE EN ESTADO PURO:
Presentada la maqueta para la abolición de los toros

Toros de Lidia / 25 septiembre, 2020
Reconstrucción lo vienen llamando. Muchas actividades camperas para mantener unos mínimos ganaderos, pocos festejos en plazas de tercera con juerga garantizada y los políticos prohibiendo con disimulo, escudándose en medidas subalternas.

Churchill tenía perfectamente claro que sus adversarios eran quienes tenía en la bancada de enfrente, los whigs y la oposición laborista, mientras que sus enemigos se encontraban entre los colegas de su propio partido. Por eso dando una clase magistral a un joven camarada que se estrenaba en el Parlamento, acuñó la frase “Nuestros adversarios están enfrente, nuestros enemigos atrás”.

Ya sabíamos que también aquí en los toros teníamos dentro al enemigo y en estos pocos meses desde el comienzo de la pandemia debemos añadir que junto con los adversarios han diseñado la maqueta a escala real de cómo va a perpetrarse el fin de los toros según estos se conocían antes de la pandemia. Afortunadamente, la Tauromaquia es un ente de rango muy superior a las corridas de toros, e ingénita porque sus orígenes se solapan con los del ser humano y por lo tanto imperecedera.

Los políticos prohibicionistas se han considerado a ellos mismos como los posibles artífices de acabar con los toros y para ello se han venido ocupando de cercenar allá donde hayan sido capaces, al rebufo de los puñaditos de activistas bien patrocinados que se han dedicado a agitar el avispero. En el otro platillo se ha ejercido el derecho a la legítima defensa, pero basando esta únicamente en contrarrestar las vías legales. Es decir, razonaron que los toros eran cultura porque hubo la gran suerte de que en el Congreso se aprobó que los toros eran cultura, quedando sin despejar la incógnita sobre qué sucederá el día en que el Congreso apruebe que los toros no son cultura. Nunca una catástrofe tan grande se ha presentado ante los aficionados como un triunfo, porque los toros son cultura gracias al ingente bagaje cultural que los acompaña y al extraordinario legado que venimos pasando de generación en generación desde hace siglos, y no porque lo diga o desdiga una Cámara. Se vayan preparando, por cierto.

Por eso la nueva vía a nivel político para acabar con los toros les ha venido regalada gracias al maldito virus chino que, sumado a las pésimas y lamentables gestiones de nuestros gobernantes, nos ha paralizado demasiadas actividades, castigando especialmente a los toros al golpear su línea de flotación económica. Los toreros han sido dejados fuera de las líneas de ayudas por prestación de sus desempleos y las medidas que han sido impuestas para la celebración de festejos son claramente arbitrarias, adoptadas por ningún comité de expertos formado por los mismos que permiten -por ejemplo- el 100% del aforo en aviones, autobuses, trenes y metros donde todos nos reímos del cuento ese de la distancia de seguridad. Esos mismos cuentistas -por otro ejemplo- dicen que para no morir por Coronavirus tengo que evitar ir a la consulta de mi médico pero que en cambio puedo tomarme un café con él en la terraza del bar que hay a la vuelta del Centro de Salud y sin que sea obligatorio siquiera el uso de la mascarilla. Brillantes adversarios son los que tenemos.

Volviendo a los enemigos seguimos teniendo a los empresarios que se benefician de la coyuntura para evitar riesgos e incluso sintiendo alivio al aprovechar las excusas víricas, y a los toreros que siguen a lo suyo considerando de facto que estamos en el tramo del fin, dedicándose a rascar lo que puedan mientras puedan. 

¿Hay derecho a que ni en Madrid ni en Sevilla vaya a organizarse ni una sola corrida, aunque solo fuese como desagravio clamando al cielo? ¿Sólo importan las pérdidas? ¿Ni don Ramón ni don Simón tienen imaginación para salir mínimamente airosos?

La maqueta sobre el complot para acabar con los toros ya está diseñada: Asfixia económica, discriminación por parte de los poderes públicos y fomento de las malas praxis propias.

Pero también el garante de inmortalidad de la Tauromaquia está quedando patente con el fomento del campo y sus actividades, por unos pocos empresarios con espíritu de aventura, algunos toreros dispuestos en plazas de tercera con toros de primera y románticas novilladas, todos contra el viento y la marea de los números rojos.

Veremos lo que queda cuando termine la guerra. Mientras tanto vayamos reconstruyendo, que es gerundio.



José Luis Barrachina Susarte

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