viernes, 18 de diciembre de 2020

La persona Superior/ por Rafael Comino Delgado

En Religión humildad, generalmente, indica el reconocer la superioridad de un Dios Creador y como para Dios todos somos iguales por eso debemos ser humildes. Nadie es superior a los demás, y el poseer más virtudes que otro no tiene mérito alguno, ya que todo lo que tengamos nos ha sido dado.

La persona Superior

Rafael Comino Delgado
Catedrático de la Universidad de Cádiz
Cada uno somos como somos, como nos ha hecho la genética y las circunstancias. Puede ocurrir que la genética sea exactamente igual, como pasa en los gemelos univitelinos o monozigóticos, pero las circunstancias nunca serán exactamente iguales ya desde la vida intrauterina, por eso no hay dos seres humanos (ni tampoco entre los animales irracionales) que sean exactamente iguales en todo. Todos somos diferentes anatómica, fisiológica y psicológicamente.

Pero, Jesucristo dijo que todos los hombres (todos los humanos) somos iguales ante la ley- la humana y la divina-libres, y que, “no se debe hacer a los demás lo que no deseamos nos hagan a nosotros”. Y esto es así se sea creyente o no, da lo mismo, pues eso no atañe a Dios. 

“La ley humana, la hecha por los hombres, será correcta si no va contra la ley natural. Dios es el bien supremo y su conocimiento lo más elevado a que puede aspirar el hombre” (Santo Tomas de Aquino). 

La ley natural, es la que ha impreso Dios en la mente y el corazón de todos los seres humanos. Todos sabemos lo que está bien y lo que está mal, si bien otra cosa es que luego vivamos de acuerdo a dicha ley. A todos se nos exigirá, cuando lleguemos al destino, de acuerdo con los talentos que recibimos del Creador, y esto también es así se sea creyente o no, pues cada uno puede creer lo que estime conveniente, pero ello no cambia los designios de Dios. Ahora bien, una cosa es que todos seamos iguales ante la ley y otra que seamos exactamente iguales en todo. Como dijimos al principio, unos tienen unas cualidades y otros otras. Unos son más inteligentes, otros menos, unos tienen inteligencia especial para determinadas cosas y otros para otras cosas, y al final se nos exigirá a cada uno de acuerdo a lo que se nos dio al nacer.

Sabemos que ante la ley humana no siempre somos todos iguales, ya que el hombre no siempre es justo, no la cumple siempre. El que no la cumpla tendrá que, en su día, dar cuenta de ello, a veces, ante los hombres y siempre ante Dios. Pero la ley divina se cumplirá a rajatabla.

Independientemente de que unos tengan unas cualidades y otros otras, unos sean superiores a otros en algún aspecto, la verdadera superioridad, la superioridad importante es, a nuestro modo de ver, el ser buena persona. En este sentido Ludwig van Bethoven dijo, “el único símbolo de superioridad que conozco es la bondad”. Y entendemos por Bondad hacer siempre el bien, ayudar al necesitado, evitar el mal, no odiar y perdonar. Vicente Ferrer decía, “La acción buena nos hace felices. La mala nos destruye”, y en el evangelio de San Juan se dice, “La bondad es siempre humilde y sencilla” y “La felicidad nace de la bondad”

Pensamos que hacer el bien es indicativo de inteligencia y sabiduría; es la mejor inversión para obtener felicidad, y el que tiene bondad tiene un inagotable tesoro que reparte constantemente entre los demás.

Ciertamente la bondad, es la virtud por excelencia, por lo que aquella persona que sea buena, que tenga mucha bondad será, tarde o temprano, reconocida por todos como superior a los demás, por mucho poder, riquezas, u otros dones materiales que posean.

Nosotros añadimos a la bondad otras dos virtudes que hacen a cualquier persona más superior aun, cuales son la lealtad de corazón y la humildad de alma.

Lealtad de corazón.-La lealtad según la RAE, “es cumplir con las normas de fidelidad, de honor y hombría de bien” y tiene que ver con un sentimiento de fidelidad y respeto hacia una causa, principios morales o compromisos hacia algo o alguien”. Don Jose Maria Ortega y Gasset decía que “La lealtad es el camino más corto entre dos corazones”, mientras que William Shakespeare pensaba que, “la lealtad tiene un corazón tranquilo”, pero tal vez Gilbert K.Chesterton haya sido el que mejor la definió al decir, “Es difícil dar una definición de la lealtad, pero quizás nos acercaremos a ella si la llamamos el sentimiento que nos guía en presencia de una obligación no definida”. Se es leal porque se tiene ese sentimiento de cumplir cualquier compromiso adquirido, de no fallar a quien no se debe fallar, de acudir siempre donde se nos necesita. Si no se cumple con esa lealtad se tendrá el sentimiento de haber sido desleal con uno mismo el primero.

Humildad de alma.- Nos vamos a referir a la humildad como una cualidad o virtud mediante la cual la persona reconoce ser "un ser" pequeño, muy limitado, insignificante frente a la grandeza de Dios creador, a la trascendencia de la existencia se de Dios y de la humanidad. Consiste en conocer las propias limitaciones y debilidades, admitirlas y actuar de acuerdo a tal conocimiento. 

En Religión humildad, generalmente, indica el reconocer la superioridad de un Dios Creador y como para Dios todos somos iguales por eso debemos ser humildes. Nadie es superior a los demás, y el poseer más virtudes que otro no tiene mérito alguno, ya que todo lo que tengamos nos ha sido dado.

Una persona Humilde ha de ser modesta sin falsedad, y vivir en esa modestia realmente. Sabe que no es mejor que los demás. Es decir, saber conocer, comprender y aceptar que incluso el hombre más famoso, más poderoso, más rico, más inteligente, más sabio, tiene unas capacidades enormemente limitadas. Puede tener grandes capacidades en algunos aspectos, pero no en otros. Todos somos iguales ante el ser Creador, y considerarse superior es indicativo de soberbia y de poca sabiduría.

Y en cualquier caso, como ya dijimos, cuantas capacidades, cuanta inteligencia y habilidades tengamos, nos han sido dadas, nosotros tenemos muy poco mérito en ello. Si no queremos aceptar un ser Superior, Creador, es decir, Dios, pues tendremos que aceptar que dichas capacidades nos fueron dadas por la Genética y por las circunstancias, que tampoco escogimos. 

El humilde sabrá valorar y reconocer las virtudes de los demás y siempre querrá ser mejor en todo, no para competir con nadie sino para ser mejor en la vida, y poder ser de mayor utilidad a sus semejantes, para poder servir mejor a la sociedad a la que pertenece y naturalmente a Dios, si es creyente.

Aquel que carezca de Humildad para reconocer todo ello se atribuirá el mérito de cualquier virtud o capacidad que tenga, y culpará de sus deficiencias a los demás. ¡Está muy equivocado!

Tan importante es ser humilde que el propio Miguel de Cervantes, en el Coloquio de Perros, dice, "La Humildad es la base y fundamento de todas las virtudes, y que sin ella no hay alguna que lo sea". Así mismo afirma que, "La humildad enaltece a las demás virtudes y las hace brillar más". También el gran filósofo Immanuel Kant cree que la Humildad es la virtud fundamental.

Así pues, el que sea bondadoso, leal y humilde será, sin la menor duda, un ser verdaderamente superior. Lo demás es superfluo secundario. 


Y para concluir, una reflexión. Se trata de una pregunta que deberíamos hacernos los españoles, en estos momentos en que política, económica y socialmente nuestra patria es un desastre, un caos. Donde impera la mentira, el odio, la traición entre unos y otros, hasta el punto de que corremos el riesgo cierto de ruptura de la nación e incluso de enfrentamiento armado. 

¿Cuántos gobernantes y cuántos líderes políticos, que son los que, de una u otra forma, condicionan el devenir, reúnen las tres virtudes antes citadas: Bondad, lealtad y humildad? ¡Piensen sobre ello!

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