Ni las apelaciones al coco fascista, ni la restauración estúpida del NO PASARÁN, profecía fallida, augurio de la derrota de sus abuelos, van a impedir que el 4 de mayo los dientes forrados de sarro de Pablo Iglesias muerdan los adoquines de la Puerta del Sol como los mordieron los mamelucos del mariscal gabacho Joachim Murat hace más de doscientos años. La Derecha le ha dejado en ridículo y las urnas le van a dejar en pelotas, payaso desnudo sin los arreos del Poder, sin mejor destino que el de fichar en el circo de Roures donde, a buen seguro, le acompañarán en breve otros enanos tullidos, bufones siniestros de la barraca de Podemos, con sus ajadas zarinas y con las tetonas ordinarias de Femen, con más lorzas que el monigote de Michelín, haciéndoles el coro de las Bacantes en el plató de Ferreras o de cualquier otro mayoral de Roures.
“¡Pasen y vean!” al bufón de la chepa y el moño que quiso ser Lenin con la boina del Che Guevara, y que se quedó en Quasimodo de Roures. Ese es tu destino, Pablo, acabar en la TV como los desechos de tienta de Tómbola y de Gran Hermano, de Crónicas Marcianas, de Supervivientes y de la Isla de los Famosos. Jorge Javier Vázquez ya está preparando un culebrón-rociíto con Tania, con Irene y con todas las que quieran contar que pasaron por tu bragueta. Hagan acopio de palomitas.
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