viernes, 22 de octubre de 2021

La paliza al policía / por Ricardo Ruiz de la Serna


Al final, este tipo que desafía al policía ha perdido el miedo a la ley a cambio de que los demás vivan atemorizados. El temor a las acusaciones de racismo, xenofobia, brutalidad y todos los tópicos que se despliegan para intentar deslegitimar la actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado han terminado socavando el respeto que la autoridad debe inspirar. 

La paliza al policía

RICARDO RUIZ DE LA SERNA
La Gaceta Iberosfera/21 octubre 2021
He visto varias veces el vídeo de la agresión al policía nacional en Zaragoza. Es legítimo preguntarse muchas cosas. Algunos quieren saber cuántos años de prisión pueden caerle al culpable. Otros no se explican cómo hemos llegado a esta falta de respeto a la autoridad. De la infracción de no llevar mascarilla, ni hablamos ya. A mí me gustaría averiguar, por cierto, si alguien intentó perseguir al agresor cuando se dio a la fuga.

Estas imágenes resumen el desgobierno en que está sumida España: un bárbaro le pega una paliza a un agente de la autoridad en el autobús, delante de los pasajeros, y después se va. El agresor saca su teléfono para grabar la escena. Otros hacen lo propio. El tarugo se lía a patadas y puñetazos con ese hombre que no se defiende… Querría pensar que, por lo menos, alguien trató de perseguir al miserable

Sin embargo, ¡ay!, no las tengo todas conmigo. Si alguien que patea a un policía puede llegar a diputado y conservar el escaño, todo es posible. Bueno, en realidad, tal vez empezó antes. ETA llegó a tener un brazo político en el Congreso de los Diputados. Hoy sus amigos y sus nostálgicos siguen presentes en las instituciones. Se recibe a los etarras con homenajes y fiestas. La confusión moral, en fin, es tan grande que cualquier cosa es posible. 

El temor a las acusaciones de racismo, xenofobia, brutalidad […] ha terminado socavando el respeto que la autoridad debe inspirar

Ahora bien, pregúntese qué le haría a usted alguien que se atreve con un policía. Por supuesto, usted pensará que a eso no puede pasarle. Esas cosas siempre les suceden a otros… hasta que llega el turno a uno. La impunidad tiene estos efectos. Si la ley no se impone, pierde eficacia y efectividad. Desde luego, el pateador no temía a la autoridad. Ni siquiera la respetaba. Acabó pegando una paliza a uno de sus agentes. 

Así va España.

El agresor tendrá un proceso con garantías tanto en vía penal como, en caso de que proceda incoar un procedimiento para su expulsión, en vía contencioso-administrativa. Si es preciso, se le asignará un letrado de oficio (o dos) que lo defenderán con la máxima profesionalidad hasta la última instancia. Ese salvaje que da puñetazos a un policía jamás se atrevería a hacerlo en otros países. Afortunadamente para él, está en España.

Al final, este tipo que desafía al policía ha perdido el miedo a la ley a cambio de que los demás vivan atemorizados. El temor a las acusaciones de racismo, xenofobia, brutalidad y todos los tópicos que se despliegan para intentar deslegitimar la actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado han terminado socavando el respeto que la autoridad debe inspirar. 

Veo de nuevo el vídeo.

Una señora grita mientras ese delincuente da patadas y puñetazos a un policía.

Así está quedando la autoridad en España. 

Por los suelos, pateada, hinchada a puñetazos por un delincuente a cara descubierta.
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La Policía sabe que se trata de un inmigrante en situación irregular sin antecedentes hasta ahora en España.

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