miércoles, 22 de junio de 2022

Julio, la (ex)Feria de Valencia / por Carlos Bueno



En las últimas temporadas el número de funciones ha disminuido de manera alarmante hasta hacer temer por su futuro. El auge de las Fallas, el aumento de la oferta de ocio, el cambio de costumbres y el tirón de la playa han jugado en contra de la feria de Julio, aunque cuando se han programado combinaciones con expectación la gente siempre ha respondido.

Julio, la (ex)Feria de Valencia

Carlos Bueno
Burladero / 21 de junio de 2022 
La feria de Julio, en sus orígenes llamada la Feria de Valencia, nació en 1871 y fue el ciclo más antiguo del orbe taurino y ejemplo a cuya imagen fueron creándose el resto. En su primera edición ya se celebraron tres corridas coincidiendo con la festividad de San Jaime, y sólo tres años más tarde se añadió una novillada. Una década después el número de festejos había aumentado hasta cuatro corridas y tres novilladas.

Siempre se contrataba a los diestros más importantes del momento, que en muchas ocasiones llegaban a lidiar corridas de ocho toros, una costumbre denominada “fartà”. A principios del siglo XX se daban seis corridas y a finales de la segunda década llegaron a ser hasta ocho corridas a pesar de que por entonces también comenzó a ser oficial el serial fallero.

En las últimas temporadas el número de funciones ha disminuido de manera alarmante hasta hacer temer por su futuro. El auge de las Fallas, el aumento de la oferta de ocio, el cambio de costumbres y el tirón de la playa han jugado en contra de la feria de Julio, aunque cuando se han programado combinaciones con expectación la gente siempre ha respondido.

El dilema actual parece radicar en si se intenta salvar un ciclo tan emblemático o si, por comodidad profesional, se deja languidecer para que acabe desapareciendo. La solución no es sencilla y un papel determinante lo juega su rentabilidad. O sea, el dinero que se juega el empresario, que muchas veces pesa más que todo el romanticismo añorado.

Este año Nautalia anuncia tres corridas y una novillada, la misma cantidad de espectáculos que se ofrecían hace 150 años. Sin duda, teniendo en cuenta la situación agónica del serial, cabe pensar que se trata de un número idóneo para no atorar a los espectadores y a su bolsillo, y sobre todo para intentar recuperar su costumbre de acudir a la plaza. Esa es una de las partes positivas de la programación. El descuento del 40% a los abonados del ciclo fallero es otro gran aliciente, así como la creación de una feria gastronómica que tendrá lugar en los aledaños de la plaza, lo que ayudará a crear ambiente y acercar público a los toros.

Le inclusión de Morante y Roca Rey, también la de Ángel Téllez, el tratamiento que se le ha dado a los toreros valencianos Román y Duque, y la presencia de Ginés Marín, Daniel Luque y Álvaro Lorenzo entre otros, se suman a los incentivos de un serial que, por el contrario, adolece de la comparecencia de El Juli y Tomás Rufo, y también de alguna corrida con tinte más torista muy del agrado de la gente de la Huerta valenciana.

Es evidente que tres corridas no dan para más, pero quizá barajadas de otro modo, más del gusto de la tierra, el resultado habría adquirido un atractivo superior. Porque no hay que olvidar que cada coso tiene su idiosincrasia y que el mismo cartel goza de mayor o menor aceptación dependiendo de dónde se anuncie. Esto dicho con el máximo respeto a los toreros que harán el paseíllo en el ciclo, todos con indudables méritos e interés para los más aficionados. La duda radica en si tendrán la misma seducción para el gran público en general, que al final es quien llena los tendidos.

Sea como fuere, nadie que se considere aficionado se debería perder la feria de Julio de este año, la del regreso después de dos años de restricciones por la pandemia, la que puede marcar un punto de inflexión en la mejoría de un serial que no puede desparecer por el bien de la tauromaquia y también de la economía de la ciudad de Valencia.

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