martes, 17 de enero de 2023

El festín de los píos / por Jorge Arturo Díaz Reyes


Gargantúa. Gustavo Dore. Wikipedia

"...De toda esa enorme masa de animales a masacrar en 2023, con abuso de astucia, fuerza y técnica, unos 355 millones serán bovinos, (vacas, novillos o toros). Y de estos, apenas a un minúsculo porcentaje, quizá menos del 0,00001, después de cría y cuidado privilegiado, se les permitirá batirse por su vida en el ruedo. A diferencia de los otros, lo harán cara a cara, con identidad, historia, nombre, número, respeto, liturgia, oportunidad de defensa, recuerdo..."

El festín de los píos

Jorge Arturo Díaz Reyes
CrónicaToro/Cali, 16 I 2023
Ya somos 7.900 millones de humanos. 18% más que hace quince años. Y prospectando datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), este año asesinaremos, sí, sí, asesinaremos para nuestro consumo y placer (nutrición, salud, adorno, gastronomía, confort, moda, lujos, deporte, lucro…) unos 71.000 millones de animales, mantenidos en torturante confinamiento. Además de aproximadamente 165 millones de toneladas de peces inocentes...

Sin contar, claro, los miles de millones a eliminar porque nos resultan molestos o amenazantes; insectos, roedores, reptiles, fieras… y por similares razones, otra miríada de seres vivos: vegetales, microrganismos, protozoarios, bacterias…

Y sin tampoco incluir la experimentación científica: médica, cosmética, militar o docente. que usará unos 125 millones de animales causándoles dolor, estrés, sufrimiento y muerte.

Remitámonos únicamente a lo devorado en el descomunal y desigual festín (un tercio de la humanidad padece hambre). La mayor parte será desechada como basura y excremento, pues el metabolismo humano, por sus propios mecanismos, apena retiene lo indispensable para su funcionamiento y reserva (grasa), expulsando el resto a la polución del medio ambiente.

De toda esa enorme masa de animales a masacrar en 2023, con abuso de astucia, fuerza y técnica, unos 355 millones serán bovinos, (vacas, novillos o toros). Y de estos, apenas a un minúsculo porcentaje, quizá menos del 0,00001, después de cría y cuidado privilegiado, se les permitirá batirse por su vida en el ruedo. A diferencia de los otros, lo harán cara a cara, con identidad, historia, nombre, número, respeto, liturgia, oportunidad de defensa, recuerdo...

No por “maltrato” ni por “diversión”. Lo harán en un reverendo rito milenario, ecológico, cultural, de origen religioso, de comunión con la naturaleza, único actual en que el ser humano reconoce a otra especie igualdad en la lucha por la vida.

Prohibir esta ceremonia de honor y expiación biológica, que insulta la hipocresía, es hoy asunto prioritario para supuestos animalistas. Ahítos de proteínas y lípidos, reclaman derechos humanos en los no humanos, condenan el sacrificio público en las corridas, pero exoneran por oculta la carniceria de los mataderos y otras formas.

En marzo próximo sus representantes en Colombia, políticos de todas las vertientes, de todas, instalados en el Congreso con promesas electorales de unidad en la diferencia, respeto a las minorías y libertad de cultos, aspiran abolir la ley taurina nacional (916 de 2004), criminalizar la tauromaquia y exterminar el toro de lidia en todo el territorio nacional.

Será para que siga la gran matanza sin referencias históricas ni alegorías insufribles a las “buenas conciencias”.

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