Oliva Soto - Foto: E. Porcuna.
"...Este gitano de Camas sueña con reavivar su toreo a fuerza de anudar el alma con el arte para así buscar el camino más corto hacia la añorada obra. Y casi lo consiguió. Porque sólo así, mezclando sentimientos, se puede conseguir torear tan bien. Mostró las calidades de una tauromaquia indispensable en las cartelerías de las más importantes ferias taurinas de la temporada..."
Hay que verlo, y sorprenderse
Manuel Viera
Burladero/Febrero, 2023
La ilusión se le apreció nada más asomarse al ruedo de la bien cuidada plaza de toros de Guillena. Gente que ocupaban los tendidos esperaba la originalidad de un torero que, después, brilló con la potente luz que acentúa su concepto. Él quiere seguir una senda parecida a la de sus consagrados colegas en su afán de expresar la realidad de su tauromaquia. Difícil lo ha tenido para buscar esa coordenadas que inciden en la emoción.
Este gitano de Camas sueña con reavivar su toreo a fuerza de anudar el alma con el arte para así buscar el camino más corto hacia la añorada obra. Y casi lo consiguió. Porque sólo así, mezclando sentimientos, se puede conseguir torear tan bien. Mostró las calidades de una tauromaquia indispensable en las cartelerías de las más importantes ferias taurinas de la temporada.
De este virtuoso del arte brotaron momentos bellos con los que definió un toreo preciosista, no exento de verdad, muy templado, hilvanado y rematado con excelentes pases de pecho. Un toreo sin excesos que epilogó con excelsos detalles por abajo que prologaron a la gran estocada. Sus formas aterciopeladas le sirvieron para desplegar un extenso muestrario de toreo y arte mientras ahondaba en la belleza de lo efímero.
Con el capote dejó extraordinarios lances a la verónica, muy despacio y a compás. Diversidad en la lidia de cuatro toros con diferentes hierros ganaderos a los que le echó imaginación y fantasía para descubrir que el toreo es pleno virtuosismo. Consiguió el justo equilibrio entre el rigor y la expresión. Frescura y ritmo con la mano derecha y un gusto por lo natural que tuvo aire de verdad. Lo hizo todo, con el toro bueno y con el malo, que ambos hubo, mostrando una manera de concebir el arte de torear de forma rotunda y despenada. Un estilo muy personal que condiciona lo diferencial como lo emotivo.
La apuesta de Alfonso Oliva Soto el pasado sábado en la localidad sevillana de Guillena fue toda una declaración de intenciones que explicó muchas cosas. De lo visto se deduce y se confirma que estamos ante un buen torero, capaz y necesario en todas las plazas de toros. Hay que verlo en semejante momento. Y sorprenderse.
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