viernes, 7 de abril de 2023

DE LO MAJESTUOSO A LO SENCILLO EN LA MADRUGADA GITANA DEL MIÉRCOLES SANTO EN GRANADA /por Juan Miguel Núñez Batlles


"...Hombres y mujeres unidos por la creencia de que el Hijo de Dios se hizo hombre y se dejó crucificar para la salvación de la humanidad. Es éste, o debería serlo, el gran mensaje de todas las Semanas Santas del mundo. Doctrina que pone en marcha el solenne cortejo por las calles céntricas de la antigua ciudad nazarí que felizmente abrazó la religión cristiana, y no hay mejor prueba de ello que esta representacion de siglos..."

DE LO MAJESTUOSO A LO SENCILLO
EN LA MADRUGADA GITANA DEL MIÉRCOLES SANTO EN GRANADA

Juan Miguel Núñez Batlles
Un anticipo que escribí sobre lo que iba a ser el Miércoles Santo "de los gitanos" en Granada no deja de ser un aventurado lance, ya que el guión final lo escribe siempre la espontaneidad de los sentimientos. Hablamos de un estremecedor y deliciosamente extraño clima de congoja y júbilo, exótica dualidad que define el carácter de la comunidad gitana, a caballo entre la alegría y el lamento. Para algunos se trata de un clima de frenesí y folclore desatado sin más. Para otros, allá los que no se dejen contaminar de la ternura que hay en los hábitos del pueblo caló. 

Eso es lo que desprende la manifestación de religiosidad conocida y admirada por creyentes y no creyentes como "la Procesión de los Gitanos". Una ceremonia absolutanente popular, en dos partes y con esencias diferentes. 

Arranca todo con la formalidad del clásico desfile que hacen las Cofradías y Hermandades, en algunos casos también Mayordomías;  estos, los menos, y aprovecho para  reivindicar a "mis" gitanos de Vera, el pueblo que me vio nacer, cuya Mayordomía sale también a la calle precisamentes los miércoles de esta proverbial "Semana". Una escena anual, acto de fe sin más interpretaciones, con normas estrictas que  rememora la Pasión y Muerte, luego vendrá la Resurrección, de Cristo. Y después "lo otro".

Hombres y mujeres unidos por la creencia de que el Hijo de Dios se hizo hombre y se dejó crucificar para la salvación de la humanidad. Es éste, o debería serlo, el gran mensaje de todas las Semanas Santas del mundo. Doctrina que pone en marcha el solenne cortejo por las calles céntricas de la antigua ciudad nazarí que felizmente abrazó la religión cristiana, y no hay mejor prueba de ello que esta representacion de siglos. Los "Pasos" que cargan los costaleros del Santísimo Cristo del Consuelo, a quien llaman sin rodeos "el Cristo de los gitanos" -apelativo de carácter muy especial-, y de su amantísima madre, María Santísima del Sacro-Monte

Forman penitentes y madrinas entre insignias y estandartes de primorosos bordados y artística orfebrería. Sacramentales de una considerable belleza. Música de sugestivas marchas procesionales. Y representaciones propias y otras invitadas, una de las cuales, la de mi Colegio, "Insigne, Real y Pontificio Colegio del Sacro-Monte" (no me resisto a pormenorizar los títulos que adornan y exaltan su histórico linaje), que a través de la Asociación de Antiguos Alumnos me permitió estar también en el solemne cortejo que tiene su apoteósis en el paso por la Catedral con el rezo ante el Sagrario. Todo se cumple rigurosamente conforme al protocolo. 

Pero hasta ahí. O hasta unos metros más adelante, en Plaza Nueva, donde se rompe la oficialidad sobre las nueve y media  de la noche, transcurridas cinco horas desde la puntual salida de la Procesión de la Iglesia de los Jesuítas, en la Gran Vía. 

Poco a poco ahora se multiplican los saeteros, que a partir de la Carrera del Darro libran un particular "pique", cantando uno y el siguiente, y otra vez uno, según el acento que marca ya el recorrido interminable hasta la Abadía que corona el Monte Sagrado, a donde se llegaría este año al filo de las cuatro de la madrugada, no obstante, las guías preveían la una y media. Claro que aquí y en estas ocasiones se paran todos los relojes.

Queda atrás la formalidad de las reglas, y pasado el Paseo de los Tristes, y hasta el pie de la Cuesta del Chapíz, aquello se hace un estremecedor arrebato de cantos y saetas, de vivas y piropos a las imágenes de Cristo y su Madre.

Empieza otra Procesión, ésta ya sin reglas.

Y de gente, ni contar. Gracias a un estudiado y muy eficaz dispositivo de seguridad se va a poder avanzar a duras penas, eso sí, sin más orden ni rigor que lo que obliga el movimiento hacia adelante de la Cruz de Guía y de los dos "Pasos" que le preceden.

Emocionante carrera, pues no se puede andar a ritmo más pausado, hasta alcanzar el Peso de la Harina, en la curva definitiva que enfila "el Monte". Ya todo es absolutamente conmovedor en un escenario que iluminan decenas de hogueras en la ladera.

Lo majestuoso da paso a la sencillez, que a su vez se convierte en algo muy solemne. 

Los gitanos le hablan de tú a su Cristo con un hermoso poemario de cantes. Y vienen y van los jipíos y lamentos que contienen prácticamente todos "los palos" flamencos aunque la lógica pone por delante a la saeta; no obstante, se adaptan también finales por bulerías, tangos, tientos y soleás. "Juanillos" y "Rocíos", "Amayas", "Heredias" y "Morentes", los más afamados cantaores y cantaoras del barrio, así como los de "la Canastera", "los Tarantos" y los de "la Chumbera", tantas cuevas y zambras de nombres tan sugerentes y escenarios sagrados de lo festivo; y sobre todo gran cantidad de anónimos de muy alto nivel, en una interminable competicion hacen sentir en sus rimas las verdaderas raíces cristianas de la muchedumbre que allí se cita. 

El pueblo gitano, su espíritu, trata de conmover conciencias y cambiar pensamientos. Y así se lo pide a su Señor en los estremecedores cantes de este Miércoles Santo. Un grito unánime de la comunidad gitana pidiendo salud y libertad, su alabanza preferida que lleva implícito el deseo de la felicidad.


2 comentarios:

  1. TU DISFRUTA ESCRIBUENDO COMO SIEMPRE, UN ABRAZO MUY FUERTE DE TU AMIGO QUE SABES QUE TE APRECIA MUCHO.

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