Curro Romero el domingo en La Maestranza. Fotograma: Mundotoro TV
"...La corrida no era de postín. Ni mucho menos. Seis jóvenes locales, sin licencia para exigir, lidiando a pie una ganadería murubeña de prosapia rejoneadora. Modesto y económico cartel de preferia. Solo media plaza ocupada, pero por fieles valga decir. Debutaba, en quinto turno, José Ruiz Muñoz, sobrino nieto de “El Faraón”, quizá eso lo trajo..."
Espíritu de Curro
Jorge Arturo Díaz Reyes
CrónicaToro/Cali, 17 IV 2023
Majestuosamente desde lo alto, el venerado Curro Romero presenció (presidió podría decirse mejor), la tarde de ayer en la Maestranza.
La corrida no era de postín. Ni mucho menos. Seis jóvenes locales, sin licencia para exigir, lidiando a pie una ganadería murubeña de prosapia rejoneadora. Modesto y económico cartel de preferia. Solo media plaza ocupada, pero por fieles valga decir. Debutaba, en quinto turno, José Ruiz Muñoz, sobrino nieto de “El Faraón”, quizá eso lo trajo.
Yo por mi parte, tras la frustración de hace ocho días, también me inauguré como televidente de la nueva plataforma Mundotoro TV. Producción, imágenes, entrevistas, narración, comentarios y recepción “uno A”. Mantendré mi suscripción. No se. Supongo que los demás estarán igualmente complacidos.
El saldo final de cinco saludos en el tercio y una vuelta al ruedo tras fuerte petición denegada de oreja, podría parecer una discreta calificación para el festejo, pero no. Fue rico y reminiscente. Variedad en los seis cinqueños de Bohórquez, negros todos, 545 kilos promedio, con hechuras en el espectro del toro de Sevilla. Ya el juego varió desde la mansedumbre del segundo hasta la noble alegría del tercero y el quinto. La falta de fondo, general en mayor o menor medida, opacó los finales. Pero la suerte suprema los iluminó. Solo un pinchazo al tercero hubo.
Los paisanos, ricamente ataviados, lucieron sus tauromaquias con aceptación popular igualitaria... Un gran volapié de Lama de Góngora. Cuatro derechazos ligados, vibrantes, con cambio de mano y natural de Rafael Serna. Otros tantos lentos, íntimos de Ángel Jiménez al cuarto, así como su estocadón fulminante. Dos pares de alta gama de Fernando Sánchez al segundo, con desmonterada y todo. Sobresalían como cumbres de la tarde, hasta cuando saltó el quinto.
Entonces aparecieron Ruiz Muñoz y el mejor toreo de capa. Cinco verónicas y dos medias de una frugalidad y desapego que hicieron volar la nostalgia hasta las alturas desde donde contemplaba impertérrito el augusto tío abuelo. ¡Como! --Son los genes --comentó Dávila Miura. Encima, cuatro chicuelinas acompasadas y la media salerosa para colocar en suerte. Calerito, quitó gustoso y breve por el mismo palo cerrando el evocador tercio.
Y el brindis: A usted Don Francisco, que llenó esta plaza de toreo. La montera subió reverentemente, de mano en mano entre gran ovación. En la chaquetilla del oferente, dos ramos de romero bordados arriba y abajo de la cruz de Santiago lucían como blasones de santidad.
Luego, la faena que empezó en loor currista decayó, pero volvió a tomar vuelo al final, cuando las contenidas derechas arromeradas y la trinchera reavivaron la invocación. Franca y eficaz la estocada valió, mas, la colocación pasada y desprendida desautorizó el trofeo. La montera descendió de uno en uno, otra vez y la devoción en la vuelta al ruedo fue por muchas cosas más que la faena.
Javier Conde tomó el micrófono e improvisó ante las cąmaras un panegírico: El maestro se ha asomado a este templo, como el Papa en El Vaticano. Sí, porque sobre esta arena sagrada han toreado los dioses del olimpo. Dijo entre otras cosas el malagueño.
Era el fervor que reinaba. Si Curro no se hubiese aparecido seguro la cosa hubiese sido otra cosa. Pero ahí estaba él, arriba, de cuerpo presente, sereno, adorado, emocionante, con la cabeza blanca y la mano alta como bendiciendo. Desde tan lejos yo también estaba conmovido. Los intonsos hallarán todo esto cursi, allá ellos, pero así fue. Los iniciados lo entienden.
El sexto, que, atacando de largo, partiendo el palo y empujando en dos turnos le hizo merecer una prolongada ovación al picador Ruiz Román, se desfondó, y a “Calerito” que lo había recibido a la gayola no le quedó más que cerrar la corrida con honor. “Una buena estocada también es una obra de arte” concluyó Domingo Delgado de la Cámara en el palco de Mundotoro TV. Claro que sí. El martes de nuevo frente a la pantalla.
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