Juan Ortega con las orejas del 6°. Foto: Arjona, Burladero TV
Juan Ortega recibe dos orejas por una faena sublime con el sexto. Daniel Luque torero toda la tarde solo una. Morante silenciado. Noble y blando y diverso encierro…
Por qué no el rabo
Jorge Arturo Díaz Reyes
CrónicaToro/Cali, IV 15 2024
Todo lo que los siglos han acumulado de arte en el toreo lo expresó esta tarde Juan Ortega en La Maestranza con “Florentino” (hasta el nombre), el sexto, cinqueño de Domingo Hernández, castaño, de 516 kilos. Sí era noble, suave, dócil y qué.
¡Qué belleza! Sublime. Desde las seis verónicas y media, comenzó la obra de sincronía, ritmo, sobriedad, naturalidad y conmovedora estética. Los oles como rezos de profunda devoción le acompañaron de principio a fin. Palomares midió sus dos varas. No había demasiado poder. Ninguno lo tuvo en la tarde. Adornaron Perico y Fuentes, perseguido casi hasta casi la cogida contra tablas, fue salvado por un quite providencial de Luque.
El brindis fue nada menos a Pepe Luis Vásquez y toda su gloriosa parentela. Luego, exacto, sin ampulosidad ninguna, sin flamenquerías, cinco ayudados por alto, una trinchera que llegó al alma sevillana, un natural y uno de pecho. Ya la feligresía entraba en éxtasis. La música sagrada de los toros sonó. El majestuoso “Manolete”, digno fondo. Y a sus notas y su memoria, corrió el toreo delicado, sereno, lento como el Guadalquivir. Derechas y pase de pecho rodilla en tierra. Si lo hubiese visto Ruano Llopis. Cuatro naturales de tiempo muerto, a reloj parado, moliente y tres más, y siete más, con el forzado. Seis por la diestra, cambio de mano molinete invertido y pecho, todo rimado como un poema de prístina y honda impresión. La estocada total, frentera, honorable, fulminante y exangüe tiró sin puntila en los medios al amable toro. Y la tempestad se desató en la pletórica y vieja plaza. Las dos orejas. Claro, y por qué no el rabo, me digo yo. Por qué no el rabo. El arte es el arte. Eso que queda cuando se quita todo lo sobra. Y eso fue. Porqué no el rabo. Faenas como esta, toreros como este, sostienen la fiesta en el siglo XXI.
Pero con todo y esto, es imposible sacar a Daniel Luque del recuerdo de una tarde grande. Por lo que hizo con sus dos toros. Dos lidias irrefutables. Grandiosas. De auténtica torería. Ninguna bien valorada por un público quizá retraído por haberle dado la Puerta del Príncipe hace apenas dos días. A otro se la hubiesen vuelto a abrir sin rubor. A este no.
Con el segundo, que había saludado y vaciado con una larga de museo, protagonizó con Ortega un tercio de quites luminoso, pero que sacrificó el fondo del toro. A cuatro nicanoras pintadas por el trianero, replicó con cuatro chicuelinas y dos medias fuertes, de las de él. Un gran momento. En la segunda tanda puso la banda a soplar y luego se fue con dos más a diestra y siniestra hasta que “Fantasmón” cedió. Era el momento de terminar. El toro fue a menos y aunque las series posteriores fueron de mérito ya no tuvieron la emoción primera. Un pinchazo y una estocada honda, vertical, delantera bastaron para el saludo.
Con el manso quinto, al que cualquiera hubiese pasado sin protestas, dio una demostración de que todo toro tiene su lidia y que los toreros, toreros, se las dan. Lo forzó, sí lo forzó a embestir a punta de ofrecérsele y aguantarlo, en una pelea que tuvo su premio y culmen con una tanda poderosa de siete por derecha y cinco, molinete y pecho por izquierda. La banda se sumó al escándalo, pero él la calló y siguió como si nada, hasta el epílogo de cinco luquesinas y dos de costado ya en las tablas dados al compás del aviso. La estocada como un rayo, y la oreja ¿Por qué no dos? No hubo justicia.
La gente que pagó para aplaudir a Morante se sintió defraudada por el maestro, pitando un poco a quien sus evangelistas han proclamado el más valiente y el más artista, en detrimento de todo el resto de la torería. Hoy como en aquella corrida de la Beneficencia en Madrid, septiembre de 1917, cuando la plaza gritaba ¡Los dos solos, los dos solos! a Gallito y Gaona para humillar a Belmonte, se hubiese podido repetir el coro. Pues dicen que José Antonio es muy de malas, le salen siempre los peores toros. Lástima. Con lo que lo adoran.
FICHA DEL FESTEJO
Sevilla. Lunes 15 de abril. Plaza de La Maestranza. 8 de abono. Sol. Lleno de “No hay billetes.
Seis toros de Domingo Hernández y Garcigrande, nobles, blandos y diversos.
Morante, silencio tras aviso y algunos pitos tras aviso
Daniel Luque, saludo y oreja tras aviso.
Juan Ortega, silencio y dos orejas
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