domingo, 26 de mayo de 2024

Cuando San Lorenzo entra por El Puerto, los toros salen por La Ventana, que más parece gatera, para Castella, Luque y Parejo de becario. Márquez & Moore.




JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ
Que no nos metan bolas, que la ganadería ésta que se han traído hoy a hacer el ridículo a Madrid se llama «La Ventana del Puerto», pero que su propietario se llama «El Puerto de San Lorenzo, S. L.», y estos son los mismos que trajeron anteayer a hacer el ridículo, porque debe ser que la afición de esta casa es hacer el ridículo por donde pasan. Y como prueba de la fraternal hermandad de El Puerto y su Ventana hoy tuvieron que colarnos a uno de El Puerto de San Lorenzo como remiendo de esa Ventana, que es gatera más que ventana. Al verlo muchos pensamos que este que veíamos hoy era el sobrero del otro día, el malhadado Cubilón, número 89, que esta tarde nos lo presentaban como Cantinillo, número 144, que le habían tuneado, porque a fin de cuentas hasta el rabo todo es toro y qué más da uno que otro. A fin de cuentas ya estaba puesto el letrero de «No hay billetes», y las reclamaciones, al maestro armero.

Hay quien quiere hacer distingos entre la basurienta estirpe lisarnasia, la del tronco original, y la supuesta juampedritis de lo de la Ventana. Jandilla-El Torreón dice el programa oficial en el apartado de «Procedencia», donde también se dice que «[este hierro] ha dado el paso de lidiar cuatreños… con resultados más que esperanzadores», y ya si te vas a los exégetas de esta Ventana que es apenas un tragaluz, la cosa cobra dimensión, pues hubo hoy algún gourmet de este encaste que llegó a asegurar de manera pública que hoy veríamos en Las Ventas "un Torreón, un Sánchez Arjona, dos Jandilla, un Atanasio y otro de El Pilar" o sea, que se nos prometía una especie de concurso de ganaderías, y bien mirado, eso fue: un desfile de anormales a ver cuál de todos era el más feo y el peor. Los toros estos viven en el Puerto de la Calderilla y lo que allí cría don Lorenzo Fraile es calderilla de todo tipo desde las perras gordas a las perras chicas, denarios de bronce, céntimos de aluminio, reales de vellón, y monedas de dos reales con su agujero y todo, calderilla hecha de metales bajos, de muy escaso valor y menor estética. Y toda una talega llena de calderilla es la que se trajeron a los madriles, embarcando el encierro más bajo de presentación de los que llevamos en toda la Feria, como si dijéramos que sólo embarcaron a los que cabían por el hueco del dichoso ventano, que vendría a ser como el famoso ojo de la aguja de Mateo, 19-24, cambiando en este caso al camello por los camélidos de lidia de La Ventana del Puerto.

Por las tierras de Castilla se aprehendió, hace por ahora cerca de cien años, a un tal Fray Ángel de la Cruz, manso personaje cuyo compinche se dio a la fuga, que practicaba «El timo del Fraile», a monjas, sacerdotes y feligreses de la misma manera que hoy el señor Fraile ha "sorprendido" a 22.964 almas que acudieron a la Plaza a ver una corrida de toros y se encontraron con una infumable colección de mansos, mal presentados, sosos, descastados, benévolos y blandurris. Tan carne de matadero es la de los cinco Ventanillas de hoy como la de los seis Puerto de anteayer y de su primillo Puerto que se coló hoy, acaso para satisfacer a un Almirante de la Armada presente en un tendido, que sabe de puertos lo bastante como para certificar que, con ese animal, como con sus primos hermanos, a mal puerto íbamos por leña.

Para la ejecución pública de la piara de don Lorenzo Fraile contrataron a Sebastián Castella, de blanco y plata, a Daniel Luque, de café cortado largo de café y oro y a Christian Parejo, de blanco y oro, a quien correspondía el papel de víctima sacrificial del día de hoy, encargado de aliviar a los otros de la pesada carga de tener que torear el primero de la tarde.

En un alarde de amor al propio hierro y divisa, al primero de hoy le habían bautizado con el nombre de Bonoloto, número 101. Imaginamos que en esa reata la madre se llamará Primitiva y algún hermano Euromillón, ONCE o Quinielo. A la postre, dentro de su comportamiento perruno, a Christian Parejo le tocó la lotería de un bichejo que no se comía a nadie y que iba y venía sin otra idea que la de agradar siendo amable y educado. Parejo le recibió por delantales, luego chicuelinas y una media de remate que, entonces no lo sabíamos, sería lo único reseñable de lo que iba a pasar en toda la corrida, junto con una excelente media verónica en el tercio de quites. 
La aplicación de los nefastos principios del neotoreo ventajista no hicieron que el trasteo de Christian se abriese camino en el corazón de la afición y, como el toro no imponía respeto, tampoco se llegó a respetar en demasía lo que Parejo ensayó con él que fue, más o menos, lo de todos los días, especialmente sobre la diestra, porque en la izquierda la cosa andaba con peor son. El animal duró lo que le duró la cuerda que le habían dado y cuando Parejo se perfiló en la suerte natural para el espadazo, era un poema mirar la estúpida cara del bicho que no entendía a santo de qué le iban a ajusticiar, si él no había hecho nada malo. Estocada contraria con un salto, aviso y descabello junto al burladero del 10 es el epílogo de Bonoloto, con el que Parejo recibió el reintegro de unos saludos desde el tercio.

Zamarrero, número 65, es el segundo moscardón negro pegado al cristal de La Ventana. Le corresponde a Castella, que lleva junto a él una buena cuadrilla en la que destacó José Chacón pareando con torería y verdad. La «opus Castellae» se compuso de 59 muletazos, muy lejos de la marca de Perera, que se fueron desarrollando uno tras otro con sus consiguientes pausas. El muletazo número 48 consistió en un pase invertido circular con aroma a gallinejas y en el número 52 tiró lejos de sí el estoque simulado y la muleta en un desplante. A partir del pase 53 comienza por bernardas y en el 54 le tocan el primer aviso. En el 59 cobra una estocada baja trasera en la suerte contraria que acabará con Zamarrero en el tercio del tendido 9.

El tercero se llama Inspector, número 24, que hace el engaño de empujar al penco de «El Patilla» y al salir se cae, del esfuerzo. Iván García reúne dos buenos pares en la cara y toda la torería que derrama en su acción la echa por tierra tomando el olivo en el segundo par.

La estadística de Luque, cuyo padre me invitó a un café hace ya unos lustros, se resume en 9 pases de inicio, una colada en el que hace 15, el toro se le cae en el 21 y, en el 32, viendo que la cosa no fluye, se va a por el estoque de verdad. En el 38 cobra una estocada baja en la suerte contraria. Cuando se dispone a quitar el estoque del toro, en tablas del 8, el bicho le pega un arreón. Luego vienen 3 descabellos y el toro cae a los pies de la Puerta Grande.

Segunda comparecencia de Castella para ver qué hacemos con Cantinillo, que es el de El Puerto de San Lorenzo del que hablábamos antes, ante el que el diestro de Béziers dio como pudo 55 pases antes de un pinchazo en la suerte natural, luego seis más hasta los 61 para cobrar una estocada atravesada y desprendida también en la suerte natural y luego un descabello, un aviso y dos descabellos más.

Ya tenemos a Luque esperando a Acedía, número 120, reata de la vaca Merluza y hermanos Fletán, Platijo y Lenguado. Acedía, muchos no lo saben, significa también “pereza, flojedad”, según el Diccionario, y ahí es donde acaso podamos hallar un punto de complicidad con el señor Fraile, que nos manda un mensaje en esta botella medio vacía de casta que es el tal Acedía. La brega de Iván García nos saca del sopor de la tarde y la languidez de Luque en su trasteo de altibajos, puntuado por las caídas del animal, que hace honor a su nombre, nos vuelve a sumir en él. Nada hay de verdad en la propuesta de Luque, orientada por momentos a que los fotógrafos obtengan alguna buena instantánea en sus impostados desmayos, que nos recordaban a la versión más hortera de Pepe Arroyo. Muchos pases y muy poca honestidad es la valoración de un largo trasteo que acaba con un pinchazo en la suerte contraria, creo que era ésa, y una estocada baja en la misma. Luego, un aviso y el toro se echa en el tercio, frente al 8.

Ya se va viendo el final de la plúmbea tarde, gafada desde el principio por el ganado, cuando sale Huracán, número 37, que dime de qué alardeas y te diré de qué careces. Este Huracán, mas bien suave céfiro, tiene ciertas condiciones embestidoras, con lo que podríamos decir en un exceso de optimismo, que Parejo se llevó el «mejor» lote. La cantidad de «vivaspañas» que se profirieron durante la faena da una idea de que ya nadie hacía caso a lo del ruedo a esas horas. Parejo se llevó varios sustos y finalmente, en la suerte contraria, dejó una estocada baja en lo negro. El animal se echó en tablas del 9.

La salida de los diestros fue señalada con el lanzamiento de almohadillas al ruedo, mientras unos cuantos ilusos clamaban en el desierto: ¡Toro!, ¡Toro!, ¡Toro!


ANDREW MOORE











FIN

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